Devolver lo aprendido: el ingeniero uruguayo en Google que apuesta por la educación local en IA

Sebastián López fundó una ONG para acercar la IA a estudiantes de escuelas públicas. Su plan: hacer de Uruguay un semillero global de talento digital

Sebastián López Google
Sebastián López en las oficinas de Google, en Nueva York.

Sebastián López, nacido y criado en Tacuarembó, es un claro ejemplo del talento uruguayo que, tras formarse y crecer primero en su ciudad natal y luego en Montevideo, logró instalarse en la vanguardia tecnológica global: hoy trabaja en la sede de Google en Nueva York. Pero lejos de quedarse en el éxito personal, Sebastián decidió fundar a fines de 2023 la Fundación Abono junto a un grupo de amigos de su ciudad, un proyecto social que busca devolverle a Uruguay el conocimiento y las herramientas vinculadas a la inteligencia artificial (IA), con especial foco en niños y adolescentes de la educación pública.

“Queremos devolverle al país lo que nos brindó; no queremos ser parte de la emigración de cerebros que después no ayuda a Uruguay”, expresó López a El País.

En 2024, Abono realizó su primera mentoría para jóvenes de entre 16 y 18 años, con un enfoque técnico en inteligencia artificial, impartida en 12 clases. La experiencia fue exigente, pero tuvo una excelente recepción y evidenció un gran potencial para continuar creciendo.

En ese camino, y junto al espacio educativo Portal Bosque en Maldonado —dedicado a la educación del futuro, combinando tecnología, arte y naturaleza—, este fin de semana se desarrollará la primera edición del taller “IA para Pequeños Creadores”, orientado a niños de entre 10 y 12 años. Participarán alumnos de la Escuela Nº 2 de Tacuarembó —la misma a la que asistió Sebastián—, del colegio Redwood School y New School de Maldonado. El taller es completamente gratuito, incluyendo traslado, estadía y alimentación, para garantizar que ningún niño quede excluido por motivos económicos.

“Los chicos mostraron su entusiasmo y su dulzura; están llenos de energía y ganas de aprender”, recordó López sobre un evento previo en el Teatro Escayola de Tacuarembó. Y agregó: “Algún niño quedó llorando porque el hermano fue elegido para participar y él no. No es lo que queremos”. Por eso, uno de los objetivos es repetir el taller antes de fin de año y, a futuro, replicarlo en otros departamentos del país.

Niño con una computadora del plan Ceibal.
Apoyo. Ceibal suma IA como una herramienta para los docentes.
Foto: Fernando Ponzetto/El País.

La propuesta de Abono se inspira en marcos internacionales como el AI Literacy Framework de la OCDE y la Unión Europea, y en la guía de la UNESCO sobre IA y educación. En este contexto, los niños trabajan en la identificación de problemas reales en su entorno y, mediante herramientas de inteligencia artificial —como plataformas que permiten crear videojuegos “con solo tres clics”—, diseñan soluciones creativas. La propuesta combina tecnología, juego y pensamiento crítico, en un entorno acompañado por adultos y enfocado tanto en la dimensión técnica como ética de la IA.

Uno de los ejes que Sebastián considera clave es el pasaje de un rol de consumo pasivo a uno de creación activa. “Hay gente que capaz que está scrolleando en las noticias, pero no le quedó nada”, señaló, refiriéndose a una forma de interacción superficial con la tecnología. Frente a eso, propone una mirada más activa: observar, digerir, aprender, incluso a partir de contenidos que suelen considerarse pasivos, como mirar series o películas.

Su propia experiencia lo demuestra. A los 11 años comenzó a trabajar en el cine que su padre abrió en Tacuarembó en 1999. Allí se miraba todas las películas disponibles, y aunque eso podía parecer solo una forma de entretenimiento, esas horas frente a la pantalla fueron determinantes para aprender inglés. Por eso cree que incluso actividades aparentemente pasivas pueden volverse significativas si se realizan con atención y conciencia.

Además del trabajo educativo, Sebastián se encuentra en conversaciones con autoridades locales para crear un laboratorio de inteligencia artificial en Tacuarembó, que permita ampliar el impacto de estas iniciativas. Entre sus planes está extender los talleres a más niños y adolescentes, incluyendo también a aquellos que se encuentran en la etapa de inserción laboral o que buscan reorientar su vocación profesional.

Grok, inteligencia artificial de X.
Grok, inteligencia artificial de X.
Foto: WIRED

“Creo que hay un potencial enorme para enseñarles cosas como hacer un fine tuning de un modelo de lenguaje, es decir, tomar una inteligencia artificial y alimentarla con datos propios para que responda en función de tus necesidades. Un amigo que tiene una zapatería lo hace: le saca fotos a su inventario, y el modelo ya está entrenado para contestarle preguntas específicas sobre eso”, comentó a El País.

López tiene una visión clara para los próximos cinco años: convertir esta iniciativa en un referente global en educación aplicada a IA, especialmente dentro del mundo hispanohablante. La idea, que surgió en conversación con un amigo, es usar Uruguay como un laboratorio inicial desde donde escalar. “Esto tiene mucho potencial para ser un líder global en la población de habla hispana”, le dijo su colega. López no cree otra cosa: los jóvenes uruguayos y de la región pueden convertirse en protagonistas de esta revolución digital.

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