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ARTE

Croquiseros urbanos: 40 artistas militan por el patrimonio arquitectónico de la ciudad a través del dibujo

Croquiseros Urbanos de Montevideo celebra 10 años de vida con una muestra en Obra. La historia de este colectivo de artistas que visibiliza edificios y espacios de la ciudad desde el lápiz y el papel.

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Croquiseros Urbanos de Montevideo en la capilla Susana Soca, una de las 105 salidas realizadas en sus 10 años.
Croquiseros Urbanos de Montevideo en la capilla Susana Soca, una de las 105 salidas realizadas en sus 10 años.
Foto: Carlos López/BMR

Los amigos de Juan Miguel Azadian conocieron las bellezas de Japón a través de los dibujos que él mismo hacía de los hermosos lugares que visitaba y luego enviaba por WhatsApp. Quizás sean gajes del oficio pero este arquitecto de 63 años está convencido de que el documento que te llevás de los croquis hechos de tus viajes no se compara con las fotos que puedas sacar. No se trata de la fidelidad del registro sino del tiempo que destinás a contemplar el sitio a replicar: “Es como haber ido 10 veces, te lo quedaste para vos, te lo llevaste para tu casa”, pondera Azadian. Y revela que la noche anterior a esta nota con Domingo no pudo dormir por el entusiasmo que le generó haber descubierto el pueblo donde nacieron sus bisabuelos, ubicado al sur de Milán.

“Tengo pasajes para ir a Francia y me escapo para armar mis croquis de la historia de mis bisabuelos maternos que no conocí pero siempre quise saber de ellos. No voy a sacar una sola foto y ya estoy viendo los lugares maravillosos que voy a dibujar. Me carga de mucha emoción porque es como que le doy un gran abrazo a las generaciones que pasaron, que no conocí pero siempre los tuve en la cabeza. Los voy a rescatar en los dibujos”, dice.

Azadian es uno de los 40 integrantes de Croquiseros Urbanos de Montevideo y su anécdota sirve para ilustrar y sintetizar el alma de este colectivo que celebra una década de vida. Sus creadores son arquitectos pero en estos 10 años se amplió el círculo para cautivar a artistas diversos profesionales que disfrutan de invertir su tiempo en dibujar. No se necesita otro requisito que ganas, entusiasmo y animarse para sumarse a esta iniciativa.

Los encuentros son mensuales -se hacen siempre los sábados- y llevan 105 salidas realizadas en distintos puntos de Montevideo y el interior del país. La próxima será el 22 de julio por el barrio Pocitos y saldrán desdeObra, centro cultural donde se exhibe una muestra que repasa la década de vida de los Croquiseros Urbanos de Montevideo (ver recuadro).

Las convocatorias se hacen a través del grupo de WhatsApp, las páginas de Facebook e Instagram, y de Patio, la revista virtual de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU).

Estas salidas son, además, instancias de reunión, intercambio y esparcimiento, donde se aprenden nuevas técnicas de dibujo, se comparte un mate y se charla de la vida. Al terminar las tres horas de croquis, se hace una exposición con todos los dibujos en el lugar y se arriman muchos curiosos. Luego, suelen terminar tomando un café o comiendo algo.

Los miembros del colectivo coinciden en que funciona como una terapia. “Es como hacer meditación, es un momento en que te podés abstraer de casi todo: te conectás con algo fijo, entrás en ese mundo y no te sacude nada”, comenta Azadian. “La pasamos bomba, se genera una comunión impresionante. La gente en la calle se cuelga pila y muchos paran para ver qué estamos haciendo”, apunta el arquitecto y miembro fundador Andrés Nogués.

La propuesta es rescatar la imagen de edificios de jerarquía patrimonial a través de la mirada del dibujo, pero también realzar ambientes o escenarios citadinos interesantes para ser captados (como parques o áreas en proceso) o construcciones modernas que son referencia de la actualidad urbana (por ejemplo, el World Trade Center, el Antel Arena o el Aeropuerto de Carrasco).

“Si bien buscamos y queremos defender edificios que tienen historia, que no queremos que desaparezcan por su valor patrimonial, hay piezas nuevas que queremos involucrar porque son parte del mundo de datos que nos llevamos”, apunta Azadian.

Las intervenciones de los croquiseros son también una manera de visibilizar monumentos, edificios, parques o sitios por los que los vecinos pasan a diario pero desconocen su valor arquitectónico.

“Algo lindo es que cuando se acerca la gente y mira el dibujo descubre algo que no veía, entonces es una forma de recuperar el patrimonio urbano a través de la mirada de los vecinos que pasan todos los días y no lo ven”, dice a Domingo Jorge Bagnuoli, miembro del colectivo desde 2020. Él se recibió de arquitecto en Argentina, vivió durante casi 40 años en el exterior, y cuenta que al volver a Uruguay encontró en los croquiseros urbanos la forma de reinsertarse en el circuito de colegas.

Exposición en Obra
Croquis de Cultural Obra hecho por Rodolfo Schwedt en la última salida del colectivo.
Croquis de Cultural Obra hecho por Rodolfo Schwedt en la última salida del colectivo.

Cultural Obra -Roque Graseras 868- inauguró una muestra por los 10 años de Croquiseros Urbanos de Montevideo que irá hasta octubre e incluye 150 croquis de 30 dibujantes. Se puede visitar los sábados y domingos de 10:00 a 14:00 horas.
Para poder abarcar la rica historia de este colectivo, se pidió a sus integrantes que eligieran un croquis por año (comprendió los de la última salida donde se croquizó Obra y una de las icónicas casonas de Bello y Reborati). Las piezas no son las originales, sino fieles reproducciones artísticas impresas en el taller Invernizzi. La muestra, que arrancó en la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU) y se trasladó a Obra, llena de orgullo al colectivo de artistas.

“Uno se siente valorado en su arte y en lo que quiere transmitir. Cuando este tipo de cosas importan entonces vamos bien encaminados, porque la sociedad empieza a sensibilizarse en un momento donde la sensibilidad se está perdiendo por el individualismo”, apunta Garat. El sábado 22 de julio habrá una actividad dirigida a padres e hijos donde dos croquiseros y docentes de la FADU guiarán e invitarán a dibujar. La cita es en Obra de 11 a 12:30. Ese mismo día, a las 14:00, se hará la salida 106 por Pocitos. Está previsto llevar esta muestra a la FADU y al Centro Universitario Regional Este (CURE), en Maldonado,, donde se dicta la licenciatura en paisaje. “La idea es hacerla itinerante, que circule por el país y la vean otros ojos”, expresa Nogués.

Entusiastas

La historia empezó a escribirse cuando Sandra Massazza invitó a Andrés Nogués a participar del 1° Encuentro Nacional de Croquiseros Urbanos de Argentina y él decidió hacer el trayecto hasta Paraná en auto, en vez de en ómnibus, aprovechando que la nafta estaba barata. Como tenía lugares disponibles, invitó a tres colegas docentes -Daniela Garat, Ángela Meirelles y Nora Galcerán-, y pasaron un fin de semana de intercambio con 150 croquiseros de toda Argentina.

“Fueron tres días dibujando, con una confraternidad tremenda, buenísima onda, y todo eso nos motivó”, narra Nogués, convencido de que haber ido en coche fue una decisión sabia, ya que de lo contrario, es probable que la movida no se hubiera gestado.

El retorno se complicó: Nogués se olvidó de cargar nafta e hizo varios kilómetros apagando el motor en las bajadas para ahorrar combustible hasta que finalmente llegaron a una estación. Ese viaje de 30 horas con algunos traspiés les dio el tiempo necesario para planificar y organizar el grupo.

“Volvimos cargados de energía y con mucho entusiasmo por la posibilidad de dibujar. Hicimos la primera presentación en Power Point en la Facultad de Arquitectura con todas las fotos que trajimos y explicamos el sentido de la movida. Fuimos a hablar con el decano de ese entonces, Gustavo Scheps, que le encantó la propuesta y nos dio para adelante”, cuenta Garat. Scheps, además, les cedió un lugar en la FADU para hacer el lanzamiento del colectivo y les permitió convocar a través de la plataforma Patio con miras a generar más impacto.

La primera salida fue el 2 de junio de 2013 en la Plaza Matriz. Eran más de 30 personas buscando el mejor punto de vista para croquizar. Llamaban la atención de quienes andaban en la vuelta con blocs, lápices y acuarelas bajo el brazo. “Pasó de todo en esa primera experiencia. La gente se acercaba, nos preguntaba si los vendíamos. Ese día nos trajimos un montón de correos electrónicos y números de teléfono de personas que querían que los convocáramos. Así que decidimos buscar otros medios para comunicar, no solo el e-mail, y se nos ocurrió hacer una página de Facebook”, cuenta Garat.

Nogués, como buen profesor, recolectó todos los croquis aquel 2 de junio de 2013, se los llevó a su casa, los escaneó, les puso nombre y en la siguiente salida los devolvió con comentarios.

Activistas

 Bagnuoli, Garat, Azadian y Nicolás Barriola (director de BMR Productora Cultural) en Cultural Obra.
Bagnuoli, Garat, Azadian y Nicolás Barriola (director de BMR Productora Cultural) en Cultural Obra.
Foto: Darwin Borrelli.

Rescatar el patrimonio es uno de los cometidos de este grupo y han librado algunas batallas en pos de ello a lo largo de esta década. Las armas de los croquiseros, afirma Nogués, son los lápices y blocs. Y recuerda un caso de activismo en el que participó con varios alumnos de la FADU. Fue hace algunos años, cuando se estaban por demoler las casas Dighiero Martinera, del arquitecto Fresnedo Siri, ubicadas en la calle Ponce, que se hizo una movida titulada El último croquis. “Fuimos varios docentes con alumnos de facultad a la vereda de enfrente, nos pusimos a dibujar con las máquinas rompiendo la casa. Los obreros que estaban sacando escombros miraban asombrados, hasta con culpa, te diría, de estar demoliendo una casa que si bien no era patrimonio, por lo menos la Facultad de Arquitectura le encontraba gran riqueza”, repasa. Y aunque no lograron detener la demolición, atesoran el registro de una vivienda icónica.

En otra ocasión, recuerda, organizó otra movida para ir en ómnibus hasta Punta del Este e impedir que tiraran abajo una de las emblemáticas casas del arquitecto Flores Flores, pero se frustró antes. “Íbamos a ir en un ómnibus con 50 croquiseros a hacer una protesta pacífica, a manifestarnos frente al hecho, pero no llegamos a ir porque se decidió que no las demolían. La Intendencia o la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU) se movieron y se decidió reciclar la casa y convertirla en el lugar de los amenities del edificio. Fue una batalla que no dimos”, rememora Nogués.

Hay más casos del estilo. En otra oportunidad, fueron invitados por la alcaldía de Punta del Este para dibujar el edificio de la Aduana, la construcción más antigua de la Península que fue declarada Monumento Histórico Nacional, con el objetivo de visibilizar su estado de abandono. “Se está viniendo abajo y tiene cero peso de mantenimiento, entonces armamos una movida para decir ‘señores, miren la hermosura que tenemos acá y el Estado no pone un peso para arreglarlo’. Se quedaron con los croquis pero no sé si habrán sacado rédito o se habrá logrado algo”, continúa Nogués.

Rodolfo Schwedt también fue a Punta del Este con otros miembros del grupo para dibujar el Hotel San Rafael antes de que desapareciera y conservan el último croquis deledificio ubicado en la Playa Brava. Luego, Daniel Venturini lo croquizó cuando estaba a medio demoler. Y así se armó un documento que registró las distintas etapas que atravesó esta construcción emblemática. “El croquis tiene un valor que va más allá de la fotografía, porque tiene otra impronta. Es una forma de dejarlo en la memoria, no olvidarlo”, opina Garat.

Por todas estas acciones y por su permanencia a lo largo del tiempo, los Croquiseros Urbanos de Montevideo se han ganado un lugar, son reconocidos y reciben múltiples invitaciones de la SAU, las distintas Comisiones de Patrimonio, las alcaldías y las intendencias.

La salida 103 la hicieron en la ciudad de Mercedes invitados por la SAU y el movimiento Jazz a la Calle. El objetivo era que dibujaran ambientes y sitios con potencial para ser escenario del próximo encuentro de jazz, en enero. Estuvieron un fin de semana entero y les dejaron 50 croquis.

Colonia: primera ciudad en descentralizar esta movida

Algunos integrantes del colectivo Croquiseros Urbanos de Colonia dibujando por las calles de la ciudad.
Algunos integrantes del colectivo Croquiseros Urbanos de Colonia dibujando por las calles de la ciudad.

La arquitecta argentina Cristina Monmany es una eterna enamorada de Colonia del Sacramento, ciudad en la que reside desde hace cuatro años. Una vez instalada en Uruguay y como miembro del colectivo Croquiseros Urbanos de Buenos Aires, se movió con el fin de generar un encuentro regional de croquiseros. “Invité a los de Uruguay, a los de las provincias argentinas, y finalmente fuimos 127. Fue un encuentro muy hermoso y muy de hermanos”, comenta Cristina a Domingo sobre ese fin de semana en noviembre de 2018 que funcionó como germen para replicar la movida y crear Croquiseros Urbanos de Colonia, convirtiéndose en el único grupo de croquiseros en el interior de Uruguay.

Hasta esa fecha, los colonienses no sabían de qué se trataba ser croquisero, así que Cristina decidió contactar al historiador Marcelo Díaz Buschiazzo para que diera una charla informativa sobre el tema. “Fue tan lindo y sorprendente lo que significó esa movida que enseguida los colonieses me dijeron ‘Cris, arranquemos acá’. Esa sinergia de los rioplatenses hizo que empezáramos con muchas ganas”, dice quien es referente del colectivo.

Llevan 52 salidas ininterrumpidas -las hacen el último sábado de cada mes a las 14:00 horas- porque ni siquiera la pandemia los frenó. Solo suspendieron dos salidas al inicio de la emergencia sanitaria, pero luego tomaron la sabia decisión de continuar: “Nuestra actividad es al aire libre, no hace falta tener contacto cercano con el otro y fue maravilloso”, repasa Cristina.

La primera salida, cuenta, la hicieron en la plazuela del teatro, un sitio algo escondido en la callecita de Las Palmeras, y reunió a lo más allegados. Luego, gracias al boca a boca, se empezó a arrimar gente y se formó un grupo bien heterogéneo. A diferencia de lo que sucede en Buenos Aires, donde la mayoría de los miembros son arquitectos, entre los 50 integrantes del grupo de WhatsApp de Colonia hay ceramistas, artistas plásticos, profesores de arte, jardineros y fotógrafos. Es que tal como apunta Cristina, “no hace falta ninguna condición, solo que te guste dibujar y compartir, pero sobre todo animarse”.

Cristina está convencida de que la geografía de la ciudad es gran aliada para los croquiseros. “Colonia es un museo a cielo abierto, está rodeada de ríos, hay patrimonio por todos lados, tiene una belleza de naturaleza con atardeceres maravillosos. Es realmente un banquete para un croquisero porque cualquier rincón tiene una cantidad de perspectivas que cada uno elige con su técnica para su croquis”, opina.

Cristina recuerda la fecha exacta de su mudanza a Colonia y la atribuye a una epifanía que sucedió aquel 1° de junio de 2018 cuando se disponía a ir a la Facultad de Arquitectura, en Montevideo, para un encuentro de croquiseros. “Dije 'me bajo en Colonia, me quedo un rato y después sigo a Montevideo'. Hice dos cuadras cuando bajé del barco y dije 'me mudo'. Estaba en situación de darme ese regalo. Organicé todo y me mudé”, relata la arquitecta argentina.

Y cuenta que es muy común que los vecinos le expresen lo agradecidos que se sienten por su iniciativa: “Me cruzo gente en la calle que me dice ‘ay, ustedes que hacen eso que es maravilloso’. Existe en el inconsciente colectivo algo de valor hacia los croquiseros urbanos”.

Y concluye: “Nuestra actividad es colectiva, bien plural, no es competitiva (no se trata de quién hizo el mejor croquis, al contrario, nos halagamos y estimulamos unos a otros), pero es de disfrute y eso tiene un valor importante. Es un grupo heterogéneo como la ciudad, donde pasan muchos turistas y a la vez tiene su población de siempre. Son bienvenidos todos los que estén de paso o quieran venir el último sábado de cada mes”.

Dream Team

El grupo de Whatsapp de Croquiseros Urbanos de Montevideo lo integran 40 personas amantes del dibujo, pero no todos dicen presente en todas las salidas. Hay una base de 10 que tienen un fuerte compromiso y están siempre (Nogués, por ejemplo, apenas faltó cuatro veces en 10 años); luego se amplía a 20-25 miembros que suelen ir aunque con menos frecuencia, y después se llega a unas 30-40 personas que son rotativas, por ende, van y vienen. Tienen, además, un grupo organizador compuesto por Andrés Nogués, Rodolfo Schwedt, Daniel Venturini y el recién incorporado Jorge Bagnuoli, que se encargan de seleccionar los sitios a croquizar, convocar y actualizar las redes, entre otras tareas.

Vigencia

Juan Miguel Azadian y su croquis del World Trade Center en el año 2019.
Juan Miguel Azadian y su croquis del World Trade Center en el año 2019.

Nogués se angustia cada vez que ve a sus alumnos patinar en dibujo y les insiste en la necesidad de que practiquen esta disciplina. Garat machaca en la importancia del croquis como herramienta del pensamiento. “Está comprobado: lo digital permite solucionar rápidamente dibujos con alta calidad, pero no retroalimenta el proceso del pensamiento. A veces los estudiantes dicen ‘cómo insisten en que dibujen’. Pero insistimos porque el que más dibuja, mejor proyecta y diseña”, asegura.

Azadian considera que el croquis no perderá valor, aunque la tecnología siga ganando terreno: “Tenés un tiempo para sentarte y analizarlo. Y te permite poner tu sensibilidad”, fundamenta.

El croquis, aseguran ambos, facilita que aprendas a mirar y agudices la mirada: “Ver ve cualquiera que tiene ojos, pero mirar son pocos”, según Garat.

-¿Cómo definirían a los Croquiseros Urbanos de Montevideo en pocas palabras?

-Bagnuoli: La riqueza de lo diverso.

-Garat: Colectivo en todo sentido: colectivo humano, colectivo de experiencias, colectivo de artistas, de intercambios.

-Azadian: Amplitud de visiones o visión sensible: dibujando lo mismo todos tenemos visiones distintas y formas de ver el mundo.

-Garat: Como un caleidoscopio. Es como cuando se tira un tema de debate y hay muchas opiniones distintas; solo que acá todas las miradas son válidas y ninguna pesa más que la otra.

En esta década no han logrado que se armen otros grupos independientes de croquiseros en el interior del país, a excepción de Colonia. Esta posibilidad es un debe para el colectivo y una meta en la que están trabajando para cumplir en el corto plazo. “Está hablado con la directiva actual de la Sociedad de Arquitectos y en cualquier momento se larga algún evento apoyado por ellos para ver si podemos replicar el movimiento en el interior, que se armen grupos en cada ciudad, e incluso después poder hacer un encuentro nacional o internacional de croquiseros”, cierra Nogués.

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