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Bello y Reborati: los que hicieron historia en la Arquitectura sin ser arquitectos

Una empresa que dejó una huella indeleble en Pocitos y Punta Carretas y permitió a muchos tener una vivienda tan original como económica

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Tres casas de Bello y Reborati en la calle Tomás Diago de Pocitos.

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Por: Andrés López Reilly

Ramón Bello y Alberto Reborati fueron dos de los principales constructores que dejaron su impronta en la trama urbana de barrios como Pocitos, Trouville y Punta Carretas. Ninguno de ellos llegó a recibirse de arquitecto, pero la obra que dejaron es admirada por connotados profesionales egresados de la facultad.

Hacia 1936, el catálogo de las obras construidas por la firma que ambos lideraban recogía más de 500 casas entre viviendas unifamiliarares y algunos edificios de apartamentos. Fundamentalmente Bello era quien aportaba el capital y manejaba la logística. Y Reborati se encargaba del diseño. Este último había estudiado cuatro años en la Facultad de Arquitectura, pero razones económicas le obligaron a dejar sus estudios sin graduarse.

Según el blog Bello y Reborati Catálogo, la empresa impulsó decisivamente el desarrollo de Pocitos y Punta Carretas como barrios residenciales, renovó los criterios constructivos de las viviendas de tipo medio, introdujo nuevas formas de comercialización, generalizó el uso de las losas de hormigón armado y concibió una estética particular y característica de evidente inspiración mediterránea. Sin embargo, el hecho de no poseer Reborati título habilitante y que fuera otro quien firmara los planos, hizo que sus trabajos fueran dejados de lado durante años por la comunidad de arquitectos uruguayos. No fue sino hasta finales de la década de 1960 que, a iniciativa del arquitecto Mariano Arana, su obra fue estudiada y revalorizada por la Universidad de la República.

“Cuando me sugirieron que tomara la dirección del Instituto de Historia en la Facultad de Arquitectura les propuse a un par de muchachas muy trabajadoras y dedicadas terminar con el ostracismo a esta gente. Entonces ellas hicieron un trabajo sobre Bello & Reborati, pese a que había como una mala conciencia sobre ellos porque ninguno de los dos era arquitecto. Eso no quitaba que ambos fueran constructores y diseñadores ejemplares. Hacían casas similares pero todas distintas, tenían una calidad bárbara para resolver ese tipo de situaciones”, comentó a Domingo el exintendente y exministro de Vivienda.

“Ellos le dieron una oportunidad a sectores medios de la población. Eran especuladores. Y el especulador no necesariamente es un pésimo arquitecto. Por otra parte, ya existía la ley que obligaba a que los espacios de uso permanente, como dormitorios, comedores y demás tuvieran iluminación y ventilación directa. Y ellos aprovecharon eso muy bien, porque antes se hacía todo a través de los patios o con claraboyas”, agregó Arana.

No obstante, el exintendente señala que las casas de Bello & Reborati tenían las cocinas muy chicas: “Mucha gente las compraba por el confort que tienen, lo agradable que son, por más que las cocinas eran chicas y no tenían terrenos al fondo. Las hacían todas muy apretadas par construir más casas en un terreno. Además, las escaleras solían ser bastante empinadas, hoy seguramente se exigiría otro tipo de comodidad. Tenían un confort indudable, aunque después la gente las iba tratando de mejorar”.

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Casas de Bello y Reborati en Pocitos.

Patrimonio arquitectónico

El director de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, William Rey, explicó a Domingo que no toda la obra de Bello & Reborati cuenta con protección del Estado. “La hay en algunos casos, sobre todo en las de mayor excelencia, como las propias casas de ellos, ambas ubicadas en Solano Antuña, en las esquinas de Tomás Diago y Roque Graseras. Son Monumento Histórico Nacional. También hay una muy importante en Cerrito y Bartolomé Mitre que tiene un alto mirador”, indicó Rey.

Asimismo, explicó que existen otro tipo de protecciones de carácter departamental. “Hay muchos bienes que pertenecen a un espacio considerado como área caracterizada, donde hay una Comisión Especial Permanente. Pocitos es un ejemplo de ello. En el caso de las obras de Bello & Reborati, tienen un caracterización relativamente alta, sobre todo cuando forman conjuntos, cuando son dos o tres juntas y tienen condición de ‘tramo’ o de ‘segmento’”, precisó.

Como arquitecto, Rey valoró la obra de Bello & Reborati por distintos motivos: “Por sobre todas las cosas tiene un valor de carácter urbano. Sus casas importan como conjuntos más que como piezas individuales, generan la caracterización de una calle, de un barrio. Recordemos que hay cuadras enteras que fueron desarrolladas por ellos, quienes normalmente compraban de acuerdo al padrón o catastro de la época y lo solían subdividir al medio. Así sacaban casas más chicas. Coincido con la mirada de que eran especuladores, pero tuvieron su éxito captando el interés y el gusto de la época, sobre todo de clases medias o bajas que estaban en ascenso económico”.

El director de la Comisión del Patrimonio opinó que también es interesante la conciliación del manejo material y de los gremios que participaron de la construcción de tantas propiedades. “Contaban con muy buena mano de obra, buenos carpinteros, albañiles, herreros e incluso pintores que hicieron detalles lindos de ver. Tenían un gran catálogo de estilos y formas y usaban materiales bastante dignos. En planta, las viviendas eran las mismas, pero si te gustaba la casa moderna (y dentro de ella el art decó) o el chalet normando, tenías para elegir en una misma cuadra. Fueron muy inteligentes en ello, haciendo al mismo tiempo del conjunto una unidad. Creo que eso es lo importante, que hay un verdadero conjunto urbano en la diversidad”, concluyó Rey.

Una casa para cada gusto

La mayor parte de la producción de la firma se orientó a cubrir la demanda de viviendas de clase media, aunque en ella figuran también obras de mayor valor y categoría. Pocitos, Trouville y Punta Carretas fueron los barrios que concentraron más del 70% de sus construcciones. En ellas se empleaban con frecuencia planos adaptados a las características del terreno y a las necesidades de la familia comitente. Tendían a reproducir la estructura típica de casas de categoría, incluyendo garajes, pero con ambientes de menor metraje. Las fachadas del período más característico de la obra de Bello & Reborati se destacan por el uso de aleros, balcones, logias, columnas, cerámicas decoradas y revestimientos de colores y texturas diversas combinados con gran coherencia. Los que corresponden al último período de su producción son, sin embargo, de estilo racionalista, con influencias art decó.´´

En Pocitos

Las casas de Ramón Bello y Alberto Reborati en la calle Solano Antuña

La vivienda que Alberto Reborati realizó para él y su familia, es de alguna manera la apoteosis del estilo que manejó durante la parte más representativa de su obra artística. Según el blog Bello & Reboratti Catálogo, aquí no falta ninguno de los recursos que tantas veces utilizó para sus proyectos, pero desplegados en un terreno amplio que permitía además el desarrollo de un jardín que resaltaba las características de la casa. El estado de conservación de la propiedad es bueno: la familia la vendió en 1946, habiéndola inaugurado en 1929. La última restauración fue en 2014.

Ramón Bello y Alberto Reborati vivieron a muy corta distancia uno del otro, ambos sobre la calle Francisco Solano Antuña de Pocitos. Haciendo cruce con la casa de Bello (ubicada en Solano Antuña 2798) se encuentra la calle Tomás Diago, que aún conserva varias propiedades construidas por la firma. Aunque menos ostentosa que la de su socio, la casa de Bello llama la atención por su base de piedra, su torreón, su balcón con techo de tejas y sus columnas celestes en el porche de entrada. En la compañía, Bello era fundamentalmente quien aportaba el capital y manejaba la logística.

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Casa de Ramón Bello.
Andrés López Reilly

Anotarse en lista de espera

Según la publicación Bello y Reborati, la actividad inmobiliaria y la expansión urbana de Montevideo, de Yolanda Boronat y Marta Risso, en los momentos de mayor actividad la empresa llegó a contar con más de 2.000 empleados, produciendo sus propios insumos, desde ladrillos y elementos cerámicos, hasta herrería y carpintería. La calidad de la construcción unida a precios ventajosos, hicieron que quienes desearan encargar la construcción de su casa debieran anotarse en lista de espera. En 1939, la firma estaba abocada a levantar 400 casas que le fueron encargadas para personal militar en La Blanqueada. Los intentos de realizar las construcciones honrando las cotizaciones acordadas fueron infructuosos ante la inflación desatada por la Segunda Guerra Mundial. Y como consecuencia de ello, la empresa fue a la quiebra.

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Casa de Alberto Reborati.
Andrés López Reilly

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