Carminho, la estrella del fado que colaboró con Rosalía y canta en una película ganadora del Oscar, llega a Uruguay

Figura central del fado y heredera de una tradición familiar, la artista portuguesa se presentará en el Teatro Solís este miércoles, en el marco del Festival Fado Montevideo. Antes de la fecha, charló con Domingo.

Carminho
La fadista portuguesa Carminho.
Foto: gentileza

Carminho habla del fado como quien habla de un idioma. No de un estilo, ni siquiera de una música, sino de una lengua viva que atraviesa los cuerpos y los siglos. “Empecé a practicarlo en la panza de mi madre, en realidad”, cuenta, entre risas, sobre sus comienzos. Y es que su madre, Teresa Siqueira —una de las voces emblemáticas del género— fue también su gran mentora.

Bautizada con el extenso nombre Maria do Carmo de Carvalho Rebelo de Andrade, Carminho creció en el Algarve, donde los fados no se escuchaban en clubes nocturnos sino alrededor de una mesa, entre amigos. No había casas de fado en la zona, por eso sus padres organizaban encuentros en su casa. “Eso me dio la oportunidad, desde muy chica, de escuchar los instrumentos, las tertulias. Esa es la verdadera escuela para un fadista, aprender una lengua musical de forma intuitiva, al mismo tiempo que aprendés a hablar”, rescata en charla con Domingo.

Esa idea —el fado como una lengua más que un género— recorre toda su obra. Desde su debut en 2009, se ha convertido en una de las intérpretes más personales de la escena portuguesa. No por romper con la tradición, sino por practicarla con una libertad inusual. “Si hubiera nacido en otro lugar, por ejemplo, en Uruguay, tal vez cantaría milongas, y sería a través de ellas que me expresaría”, comenta, trazando un puente entre el Atlántico y el Río de la Plata.

Carminho
Carminho es una de las voces más importantes del fado en la actualidad.
Foto: gentileza

Hoy, esa voz que creció en el sur de Portugal y rápidamente hizo eco en todo el país, resuena en rincones inesperados: cantó un fado propio en Pobres criaturas, la película de Yorgos Lanthimos ganadora del Oscar, y comparte una canción con Rosalía en Lux, su nuevo álbum. Ahora, esa misma voz llegará por primera vez a Uruguay. El 19 de noviembre subirá al escenario del Teatro Solís, en el marco del Festival Fado Montevideo.

Herencia y elección

Su historia familiar tuvo un punto de inflexión cuando Carminho tenía 12 años. Su madre abrió su propia casa de fados en Lisboa y toda la familia se mudó para acompañarla. “Mi padre dejó su trabajo para ayudarla a concretar ese sueño. Ese gesto también fue un ejemplo hermoso”, recuerda.

En ese ambiente conoció el arte de figuras como Amália Rodrigues, Beatriz da Conceição, Celeste Rodrigues, Camané o Carlos do Carmo. De ellos aprendió no solo la técnica, sino el modo de decir. “Esa fue mi escuela. Escucharlos, entender por qué decían las palabras de cierta forma, cómo elegían el poema”, recuerda.

En el fado tradicional, la música y la letra existen por separadas. Por eso, una misma melodía quizás compuesta hace 50 años puede renacer con una letra nueva. Esa libertad para combinar textos antiguos o nuevos con melodías tradicionales, explica, le permitió encontrar su propio camino dentro de la tradición y se volvió central en su búsqueda artística. “No tengo la intención de modernizar el fado”, aclara. “Es el lugar donde me siento libre para crear y ser yo misma. Y, al mismo tiempo, no tengo la pretensión de transformarlo o cambiarlo. Solo quiero practicarlo”.

—En una entrevista reciente justamente dijiste que no crees en un “fado moderno”, sino en un “fado vivo”. ¿A qué te referís con eso?

—A que el fado es moderno en el sentido de que es contemporáneo mientras siga siendo hecho, cantado y vivido hoy. Porque el fado tiene muchos patrones, muchos clásicos. Hay artistas que hacen toda su carrera interpretando fados que otros ya crearon, ya cantaron, y está bien. Pero eso no es usar el lenguaje para crear algo nuevo, para hablar desde tu tiempo. Cuando un artista usa el fado, ese lenguaje, para expresarse, está ampliando su semántica, está agrandando su repertorio. Eso demuestra que el fado sigue siendo una lengua viva, que se transforma, y como cualquier lengua hablada va mutando. Esas transformaciones se perciben mejor con el tiempo, con distancia, se dan naturalmente. Pretender cambiar un género musical de 200 años con una sola decisión me parece imposible.

Carminho
La fadista llegará por primera vez a Uruguay este miércoles.
Foto: gentileza

—En tiempos tan acelerados, el fado es una música que parece invitar a la pausa, a la contemplación. ¿Sentís que cobra otro sentido hoy?

—Creo que en estos tiempos es cuando más necesario se vuelve. El fado pertenece a otro tiempo, tiene otro ritmo. Me preguntan seguido cómo se adapta a la velocidad actual, y mi respuesta es que no tiene que adaptarse a nada. El fado debe seguir siendo lo que los fadistas quieran que sea. Debe continuar siendo lo que es: una lengua hermosa, muy profunda, con una poesía inmensa. Trabajar con él sigue siendo un placer y un estímulo enorme para mí. Confío mucho en el genero que canto. Seguiré haciendo la música que me gusta, sin intentar correr detrás de un tiempo que nunca voy a alcanzar. No quiero agradar a un público cambiante, que hoy piensa una cosa y mañana otra. Esa consistencia también le da sentido a mi trabajo. A veces el fado estará en el lugar donde las personas quieren escucharlo; otras veces, no.

—Hablemos de tu nuevo disco, Vou morrer de amor ou resistir, que salió hace pocas semanas. Has contado que te inspiraste en varias mujeres. ¿Qué representa en este momento de tu carrera? ¿Qué te reveló sobre el fado o sobre vos misma?

—Este disco es una continuación de los anteriores, pero también una exploración. Me gusta experimentar con los elementos del fado tradicional, buscar referencias, intercambiar instrumentos, probar combinaciones. Me da mucho placer, porque siento que el fado tiene espacio para eso. Tuvo, sí, mucha inspiración en mujeres: María Teresa de Noronha, Beatriz da Conceição, mi madre…y también en todas las que las inspiraron a ellas, aunque ya no sepamos sus nombres. El fado es una herencia que pasa de voz en voz, como mil hojas superpuestas. A veces siento que esas voces me atraviesan, y que yo apenas agrego mi capa a esas mil hojas. Es un testimonio, una transmisión. También pensé mucho en la idea de las voces interiores: esa intérprete que canta y al mismo tiempo es atravesada por otras. Cada vez me interesan más las ambigüedades, las múltiples emociones que un mismo fado puede contener. Por eso este disco está lleno de “fantasmas” —en el buen sentido—, de voces que me habitan. Y también de mujeres que cambiaron el mundo, dentro y fuera de la música: Laurie Anderson, Clarice Lispector, Susan Sontag, Dona Ivone Lara… Mujeres que fueron valientes, que se animaron a ir contra lo establecido, que transformaron el mundo de la música y de las letras, que derribaron barreras. Gracias a ellas, yo puedo estar acá ahora charlando contigo. Estas voces supuerpuestas fueron la inspiraricón de este disco.

De Portugal al mundo

En los últimos años, la artista llevó el fado a escenarios antes impensados. Su voz aparece en Pobres criaturas, la película de Yorgos Lanthimos ganadora de cuatro premios Oscar en 2024, protagonizada por Emma Stone. También sorprendió con “Memória”, una canción escrita sobre una melodía tradicional —el fado “Maria Rita”— que Rosalía incluyó en su último y aclamado álbum, Lux.

¿Qué impacto personal tiene para vos llevar el fado a producciones tan grandes como ese álbum de Rosalía o la película Pobres Criaturas?

—Es increíble. Es una oportunidad para que el mundo escuche el fado y el portugués de Portugal. Porque el portugués de Brasil y la música brasilera se conocen mucho más, y es maravilloso, pero el portugués de Portugal se oye menos, y su música no es tan escuchada. Portugal es pequeño en tamaño, pero muy rico culturalmente, y estos momentos son un orgullo enorme, un honor. En Pobres Criaturas fue la primera vez que canté un fado tan tradicional, el "fado menor", dentro de una película. Y con una letra mía, que lo que me parece interesante es que es contemporánea, hecha ahora. Eso muestra que el fado es una lengua viva, que puede convivir con distintas épocas. En el fado no hay “versiones antiguas” y “modernas”, se mezclan. Podés tener una melodía de hace cincuenta años con una letra escrita hoy, o una de Camões, como la que musicalicé recientemente para los 500 años del poeta. Entonces, imaginate, de repente me convertí en “socia de Camões” (se ríe). Es surrealista, pero hermoso, exactamente como lo hizo Yorgos en "Poor Things". No sabés bien en qué tiempo estás.
Y con Rosalia fue otra experiencia distinta. La canción “Memória” la escribí sobre una melodía tradicional llamada “Maria Rita”. En el fado las melodías tienen nombre. Entonces le hice una letra para el fado María Rita, la invité a cantarla en mi disco, pero ella me pidió la canción para el suyo. Me contó que hacía sentido con la idea del disco. Yo no tenía idea de cómo iba a ser su álbum, simplemente se la envié. Eso fue muy bonito. Después me invitó a cantarla con ella, y así la canción llegó a muchísima más gente. Es un momento muy lindo, porque hoy un fado tradicional, con una letra mía y mi voz llegan a lugares donde antes era impensado.

Carminho
Cantará en el Teatro Solís en el marco del Festival de Fado Montevideo.
Foto: gentileza

Creo que en estos tiempos es cuando el fado más se vuelve necesario

El 19 de noviembre, la fadista subirá por primera vez al escenario del Teatro Solís. Será su primer concierto solista en Uruguay, dentro del Festival Fado Montevideo, que desde hace años acerca al público local la tradición más emblemática de la música portuguesa.

“Me hace mucha ilusión, porque es una ciudad fascinante que me recuerda a mi casa”, confiesa y dice encontrar similitudes entre Lisboa y Montevideo, especialmente en la música. “Las milongas, por ejemplo, se parecen muchísimo al fado en su estructura poética: están escritas en décimas, igual que los versos tradicionales portugueses. Es curioso cómo en distintos puntos del mundo las personas crean formas parecidas sin conocerse. Eso demuestra que hay algo que nos une”, afirma, antes de hacer una pausa y dejar una promesa: “Estoy muy feliz de poder cantar en Uruguay. Y, quién sabe, me anime a interpretar una milonga”.

Al final de esta charla, reflexiona sobre lo que espera de cada concierto. Aclara que no busca que el público entienda el fado, sino que lo sienta. “Me gustaría que al salir del teatro, se lleven su propia historia”, dice. “El fado te toca en un lugar muy íntimo, te hace sentir cosas sobre vos, sobre tu historia, sobre quienes te rodean. Creo que trabaja con la empatía, con el otro conocido y con el desconocido. Y, si la música logra que las personas se encuentren consigo mismas y se pregunten qué es lo que realmente importa en sus vidas, ya estaré feliz”.

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