Esta nota fue originalmente publicada el 18 de enero y actualizada tras los Oscar.
Estrambótico —como sinónimo de extravagante— es un término algo en desuso que bien representa el cine del griego Yorgos Lanthimos. Y es uno de sus principales atributos.
Quien recién lo conoció con La favorita, que tuvo 10 nominaciones al Oscar y ganó una, puede pensar que la definición es exagerada o no aplica. Conviene recordar, sin embargo, un llamativo montón de conejos y un baile moderno en una intriga en la corte de la reina Ana.
La filmografía anterior de Lanthimos estaba más cerca de experiencias visuales, narrativas, anecdóticas que rozaban lo hermético y sobre las que construyó una carrera de siempre creciente aprobación crítica. Todo eso la hacía seductora.
Ayudó a su proyección internacional, quizás, la presencia de Colin Farrell, protagonista de The Lobster y El sacrificio del ciervo sagrado, que quizás aún siga siendo su mejor película. Conforman un díptico sobre la crisis del hombre moderno.
The Lobster (2015) es una reflexión sobre los mandatos sociales que obligan a vivir en pareja. Transcurre en una distopía en la que los solteros son llevados a un lugar donde deberán encontrar pareja en 45 días: si no lo consiguen se convertirán en animales en un bosque cercano. Así de loco.
En El sacrificio del ciervo sagrado (que está en HBO Max), la rutinaria (a)normalidad de una familia nuclear tradicional comandada por Farrell, cardiocirujano, y Nicole Kidman, oftalmóloga, se ve alterada por la llegada de un agente externo con forma de un adolescente (Barry Keoghan). Hay involucrado un sacrificio de los difíciles para salir de la situación.
Esa idea del clan familiar como una unidad a preservar y dañina, ya estaba en Canino, la película de 2009 que hizo de Lanthimos una estrella. Allí, en una maravilla de formalismo, hay un padre que mantiene prisionera a su familia bajo la mentira de que, ahí afuera, hay un mundo hostil. Era una lectura posmoderna de Teorema de Pasolini, pero Lanthimos nunca es tan explícitamente político.
Pobres criaturas es la tercera colaboración del griego y Emma Stone, y está basada en una novela de 1992 del escocés Alasdair Gray adaptada por Tony McNamara, el mismo de La favorita. Se toma varias libertades.
Pobres criaturas se estrenó oficialmente el domingo 14 de enero en el José Ignacio International Film Festival, y el 18 llegó a salas. Ganó el León de Oro en el festival de Venecia, el Globo de Oro a mejor comedia y finalmente arrasó en los Oscar 2024: le valió el segundo Oscar a mejor actriz a Emma Stone (el primero fue por La La Land), y los premios a mejor diseño de producción, mejor vestuario y mejor maquillaje y peinado.
Ese último se lo arrebató a La sociedad de la nieve.
En un estilo desenfrenado que recuerda al Terry Gilliam del El Baron Munchausen y Brazil y referencias un expresionismo barroco, cuenta la historia de Bella Baxter (Stone), de cómo conoció el mundo, el sexo, sus bellezas y sus maldades. Y cómo así se liberó.
La cita más explícita es Frankestein, porque Bella es una muchacha muerta revivida con el cerebro del bebé que estaba esperando, por el científico loco que interpreta Willem Dafoe, el doctor Godwin Baxter que atiende por el simbólico apócope de God, o sea Dios en inglés, y es su padrastro. Viven en un castillo con un edén al fondo y una fauna que incluye gallos caninos o gallinas con cara de cerdo. Habrá otras mutaciones.
God, lleno de cicatrices, tiene a Bella aislada, lejos de un mundo exterior que es una construcción fantasiosa de la Londres victoriana.
Para documentar sus progresos (Bella debe aprender a hablar, a caminar, a no masturbarse en público), está Max McCandles (Ramy Youseff), el pusilánime asistente de God, quien se compromete con Bella y no se enoja tanto cuando se va con Duncan Wedderbum (Mark Ruffalo, divertido), un depredador sexual, quien la lleva a recorrer el mundo en el crucero más raro del mundo.
Ella es un espíritu libre y la educativa odisea pasa por fantasiosas versiones de Alejandría y Lisboa entre otros destinos, y termina en un surrealista lupanar parisino. A lo largo del camino se va cruzando con mentores, madres sustitutas (una de ellas es Hannah Schygulla) que le van a abriendo los ojos a las desigualdades, el socialismo y la opresión masculina. Bella busca, en definitiva, una familia. Y las familias ya no son lo que eran.
Hay algo de Barbie, aunque el tono es francamente de alocada comedia sexual. A Lanthimos le ayudan la fotografía de Robbie Ryan (con sus ojos de pez o y los encuadres de iris) y el barroco diseño de producción de Shona Heath y James Price al que colaboran el vestuario retrofuturista de Holly Waddington, las alocadas escenografías de Zsuzsa Mihalek y la música atonal del compositor experimental Jerskin Fendrix.
Stone merecía el Oscar, entregada al papel de una mujer que se va construyendo a sí misma: es una actuación puramente física.
Pobres criaturas es arrebatadora de imágenes y de ideas y esa es una razón de por qué es una gran película, y la obra de uno de los más arriesgados cineastas contemporáneos. Y de los pocos capaces de conseguir un relato así de estrambótico y desafiante.
¿Dónde ver "Poor Things"?
La película, que continúa en cines locales, ya confirmó su inminente desembarco en el mundo del streaming. Se la podrá ver a partir del 20 de marzo en la plataforma Star+.