"Cada exposición de las que he hecho, que he hecho miles, es completamente diferente”, dice Ágatha Ruiz de la Prada a pocos días de que muchas de sus creaciones se instalen en el Museo Torres García y permanezcan allí durante tres meses. Se trata de la llamada Exposición en retrospectiva. 40 años, que ya ha recorrido los principales museos del mundo, y del 20 de diciembre al 22 de marzo próximos estará en Montevideo.
“A la gente le encanta pensar que tú haces todo”, comenta con su “honestidad brutal” la diseñadora española cuando Domingo le consulta qué es lo que vamos a ver. “La fundación tiene unos 4.500 trajes, por tanto, todas las exposiciones son distintas y te mentiría si te dijera que los elijo yo”, apunta sobre la responsabilidad que recae generalmente sobre su prima, quien dirige la Fundación Ágatha Ruiz de la Prada, organizadora de la muestra.
Estarán muchos de los trajes más emblemáticos de Ruiz de la Prada, también carteles publicitarios realizados para reconocidas marcas internacionales y los afiches de sobresalientes festivales de cine de todo el mundo. Y como toque uruguayo habrá 10 trajes del ballet La Bella Durmiente que la diseñadora creó especialmente para el Ballet Nacional del Sodre —que apoya la exposición— en su presentación de 2018 luego reiterada en 2023.
De esa época recuerda especialmente el vínculo establecido con el entonces director del ballet, el vasco Igor Yebra. “Le cogí mucho cariño”, señala y enseguida menciona a otra persona clave para que ella esté de vuelta en Uruguay, ahora con esta exposición: la productora de modas María Inés Rodríguez.
“La verdad que es una amiga extraordinaria y ella solita consigue unas cositas que son increíbles”, destaca sobre un proceso que comenzó hace casi un año y no estuvo exento de obstáculos propios de la burocracia local. “No sabes el trabajo que ha dado”, confiesa.
También valora el hecho de poder hacerlo en el Museo Torres García porque siempre ha sido una gran admiradora del pintor uruguayo.
“Es uno de mis pintores latinoamericanos favoritos”, asegura y recuerda que la última vez que presentó un evento en nuestro país fue en la Plaza de Toros de Colonia, con un vestido que replicaba el pabellón nacional. “Fue muy bonito”, apunta.
Otro de sus recuerdos con Uruguay tiene que ver con el presidente José Mujica, a quien visitó en su chacra.
“Me impresionó ver la humildad con que vivía. Su muerte me dio mucha pena porque creo que es una gran figura de Latinoamérica”, señala quien se jacta de tener muchos amigos uruguayos, entre los que menciona a Carlitos Páez.
Vale destacar que la Exposición en retrospectiva. 40 años ha sido declarada de Interés por el Ministerio de Turismo, el Ministerio de Educación y Cultura y la Intendencia de Montevideo, y cuenta con el apoyo de la Embajada de España.
Aristócrata
Ágatha, nacida en Madrid en 1960, quería ser pintora, quizás influenciada por su padre, un reconocido arquitecto. “Era coleccionista de arte contemporáneo, entonces es un mundo que desde muy pequeña conocía muy bien. De ahí esa cosa que tengo de visitar museos, exposiciones…”, cuenta.
Estudió en la Escuela de Artes y Técnicas de la Moda de Barcelona, a los 20 años comenzó como aprendiz del modisto Pepe Rubio, y casi que de inmediato empezó a presentar sus propias creaciones y terminó abriendo su primera tienda.
No venía de una familia cualquiera, sino que era dueña de los títulos de marquesa de Castelldoríus y baronesa de Santa Pau. Llegó a litigar judicialmente por ellos cuando murió su madre porque en la sucesión le habían tocado a un tío, pero luego no los utilizó. “La verdad que los títulos no se usan, más bien los usa la gente”, reflexiona y enseguida agrega que hay miedo o vergüenza de emplearlos. “No saben si van a meter la pata porque no tienen la costumbre”, explica y reconoce que la monarquía es uno de sus temas tabú.
En cambio no tiene problemas en despacharse sin pelos en la lengua sobre la moda, a la que califica como “demasiado mitómana”.
“La mitomanía es un tema del que se habla poco y es muy peligroso”, lanza y ata el tema a la obsesión que tiene la gente con las celebridades. Eso porque se ha dicho que Miley Cyrus es su musa. “La adoro, pero he hecho cosas más importantes que vestirla”, sostiene. “A mí me encanta vender ropa y me hace mucha ilusión que se la ponga todo el mundo, no solo las celebrities”, remarca.
Ágatha se caracteriza por no usar nunca —o muy poco— el color negro en sus colecciones. Tampoco le gusta vestirlo, salvo razones de fuerza mayor. “Solo hice dos trajes en negro: uno de un piano y el que usé para el funeral de la madre del rey Juan Carlos”, recuerda.
Desde hace tiempo es una mujer que se la pasa viajando, teniendo en cuenta que realiza unos 74 desfiles en el año por todas partes del mundo. Y eso a pesar de que detesta los aviones.
“Cuando lo que te gusta es tu trabajo, pues te aguantas, ¿no?”, expresa con su típico humor. “La verdad no se me ocurre qué te puede gustar de ir en avión, ni siquiera en un avión particular. El barco me parece más romántico”, señala quien menciona a Buquebus más de una vez en la charla con Domingo. Recalar en barco en Montevideo o Buenos Aires es una cosa que la hace pensar en el siglo XIX. “Es muy bonito”, comenta.
Estuvo 30 años en pareja con el periodista Pedro J. Ramírez —fundador de los diarios El Mundo y El Español—, con el que llegó a casarse y tuvo dos hijos, Tristán y Cósima, hoy treintañeros.
“Están en esas edades en las que lo que más ilusión les hace no es estar con su madre. Lo entiendo porque me pasaba lo mismo a su edad. Además no entiendo esa obsesión de la gente de estar con la familia. A mí me apetece estar con mis amigos; estar todo el día con la familia lo encuentro muy empobrecedor”, se sincera.
Por eso disfruta mucho cuando está en Madrid, donde tiene su casa y muchos amigos. “Además ahora mismo se está convirtiendo un poco en la capital de Latinoamérica. Hay argentinos, colombianos, mexicanos, venezolanos… uruguayos no tanto. Por mi barrio vas por la calle y no puedes hablar más que en latino. Yo personalmente estoy muy contenta con eso. Como yo voy para allá, me hace muchísima ilusión que vengan para acá”, admite.
Cuenta que le encanta pasear con sus perros, que le gusta leer. “Ahora estoy con un libro que es un ladrillo, me tiene loca. Es la historia de la filosofía de Bertrand Russell, que me encanta, pero este libro es un mogollón. Es en inglés, voy por la página 200 y son 900. Pero tengo esa tontería de no dejar libros a medias”, reconoce.
Ágatha no piensa en el retiro porque asegura que hace lo que le apasiona. “Sería absurdo de mi parte dejar de hacer lo que me gusta, ¿no?”, alega.
Y dentro de todo eso que tanto le gusta, ¿tiene algo pendiente? “Es que me gustan miles de cosas”, es su respuesta apurada. Piensa un poco más y lanza una información cargada de expectativa: “A lo mejor estoy con un proyecto con Igor (Yebra) para hacerlo en Montevideo… es una cosa que quizás la hacemos. Me encantaría. Ojala salga, sería fantástico”, cierra como invitando a no perderle pisada.