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Un golpe al corazón

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El pasado lunes 2 de enero, Damar Hamlin, defensa de los Buffalo Bills, colapsó en medio del partido de fútbol americano por la NFL contra los Cincinnati Bengals.

Fue después de hacer un tacle y recibir un golpe en el pecho, que el jugador de 24 años cayó en el campo de juego. El equipo médico del lugar le realizó reanimación cardiorrespiratoria y le aplicó un desfibrilador externo hasta que llegó la ambulancia.

Todo esto a la vista de millones de personas que estaban viendo la transmisión del partido en vivo por televisión. Hoy, mientras se recupera en cuidados intensivos en el hospital, los medios de comunicación de ese país ponen sobre la mesa la necesaria conversación sobre la importancia de la intervención inmediata en caso de muerte súbita.

Pero no es el primer ni el único caso, ni tampoco exclusivo de deportistas profesionales. En nuestro país, en alguna cancha del papi fútbol o de baby fútbol, o en alguna parada de ómnibus u oficina, esta historia se repite lejos del lente de las cámaras de televisión.

En Uruguay, según la Comisión Honoraria de Salud Cardiovascular, la primera causa de muerte natural es la cardiovascular y un alto porcentaje son por muerte súbita.

Hay un promedio de 10 paros cardíacos por día y fallecen 7.000 personas por año por esta causa.

Generalmente tiene aparición repentina e inesperada, sin síntomas previos. Es por ello que el 80% de los casos ocurre lejos de un centro de asistencia y en 9 de cada 10, la persona que puede prestar asistencia no es personal de la salud.

La supervivencia se reduce un 10% por minuto, por lo que la velocidad de respuesta es fundamental. Cuando hay gente entrenada y un desfibrilador, la recuperación de la circulación espontánea antes de que llegue la ambulancia se da en un 65% de los casos. Si sólo se espera a la ambulancia las chances de sobrevivir no supera el 7 %.

La ley 18360 del año 2008 determina la instalación de desfibriladores externos automáticos en establecimientos públicos o privados con gran afluencia de público.

En 2018 había más de 3.500 instalados y un grupo de estudiantes de Ingeniería desarrolló una aplicación llamada CERCA, que indica la localización más cercana de un desfibrilador.

Pero no es suficiente. Se precisa que la comunidad en su conjunto sepa reconocer los síntomas y saber qué hacer para responder antes de que llegue la emergencia.

Si los testigos reaccionan rápidamente se logra lo que se llama cadena de supervivencia: reconocer la situación, llamar a la emergencia, iniciar el masaje cardíaco y efectuar una desfibrilación automática hasta que llegue la asistencia de una emergencia móvil.

Las normas en nuestro país también establecen la obligación de capacitar en primeros auxilios y resucitación cardíaca a la mitad de los empleados de cualquier lugar de trabajo publico o privado.

La ley es de avanzada pero no impone sanciones a quien no la cumple, por lo que el objetivo todavía está lejos de ser alcanzado.

Uruguay también se debe esta conversación. Falta aun mucho por hacer y el paso mas importante depende de cada uno de nosotros, que es capacitarnos para saber actuar a tiempo.

No esperemos a tener un caso como el de Damar Hamlin en Uruguay para hacer lo necesario.

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Isabelle Chaquiriand

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