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Se acortan los plazos

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Hasta ahora los cálculos y proyecciones realizados en materia del calentamiento del planeta y sus posibles consecuencias, siempre se han quedado cortos. Los informes de síntesis del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) constituyen una referencia ineludible a tomar en cuenta para la planificación de las políticas y estrategias nacionales, regionales y mundiales, a mediano y largo plazo.

Se presentó el 6º informe con advertencias inquietantes. Recordemos que en el Acuerdo de Paris de 2015 se acordó tomar todo tipo de medidas que permitieran limitar el lento pero sostenido aumento de la temperatura media del planeta a + 2º C respecto a la era preindustrial, aunque el ideal sería + 1,5º C. En ese informe de unas 10 mil páginas, en el cual se manejan casi todos los escenarios posibles, la principal conclusión es que en la actual situación no podremos cumplir con ese objetivo, ya que en 2030-2035 estaríamos superando la meta de + 1.5º C.

Significa que el IPCC, además de alertar sobre la amenazante situación, está diciendo que los países deben adelantar las transformaciones energéticas que se había fijado en lo que se refiere a la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Si se lograran reducciones profundas, rápidas y sostenidas en el tiempo, entonces podríamos esperar resultados muy alentadores en los próximos dos decenios.

Veamos algunos datos referidos al avance en materia energética. Si tomamos en cuenta el período 2010-2019, los avances tecnológicos consiguieron logros importantes. La energía solar redujo sus costos de generación en 85%, mientras que la eólica lo hizo en 55%.

Subraya el informe del IPCC que los beneficios de limitar el calentamiento global a un incremento que no sobrepase los + 2º C, superarán los costos. Si fracasamos los costes y las pérdidas se dispararán, porque estaríamos por ejemplo estimulando el incremento de los episodios meteorológicos extremos, en frecuencia e intensidad, -como se van manifestando desde hace tiempo en todos los continentes.

Una de sus consecuencias más preocupantes y silenciosas en la subida del nivel de los océanos, porque afecta directamente a los ecosistemas costeros, a las infraestructuras construidas en ellos y desde luego a los millones de personas que eligieron vivir allí. Una de las claves principales que nos enrostra este gigantesco desafío tiene que ver con la energía.

Es a los países económicamente más robustos que se les pide adelantar a 2040 sus objetivos de neutralidad de carbono fijados para el 2050. Porque están en muchas mejores condiciones de conseguirlo, si se lo fijan como una meta prioritaria.

Desde luego, estas advertencias lanzadas por los mejores expertos de cambio climático del mundo (luego de estudiar minuciosamente todos los informes científicos producidos a lo largo y ancho del planeta), no siempre son consideradas por los grandes tomadores de decisiones de los países. Por eso la lentitud de los avances.

Pero hay que recordar que en este terreno si esperamos a sufrir los padecimientos anunciados “para estar seguros de su veracidad” y ponernos en acción, el precio que pagaremos será mucho mayor y doloroso.

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Hernán Sorhuet Gelós

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