Irene García Moya, The Conversation
Cuando terminan las vacaciones y llega el momento de volver a la rutina escuchamos hablar de la “depresión postvacacional”. En cambio, se habla menos de cómo prevenir el estrés escolar.
El estrés de los estudiantes preocupa desde hace tiempo y su aumento en la última década junto con los datos que alertan de las crecientes dificultades de salud mental, especialmente en la adolescencia, lo han convertido en un tema central .
¿Sentir estrés es normal?
Es importante empezar por aclarar que sentir estrés es completamente normal. Se trata de una respuesta de activación, que busca prepararnos para hacer frente a situaciones que consideramos relevantes y en las que dudamos si podremos responder de manera exitosa.
Imaginemos que nos enfrentamos a un examen en unos días o debemos realizar una presentación sobre un tema que nos parece complicado. En estas situaciones el estrés puede movilizarnos, servir de llamada de atención para dedicar recursos a planificar el estudio o buscar la ayuda que podemos necesitar. Si, en lugar de eso, nos preocupamos enormemente cada vez que notamos algo de estrés, se generaría una fuente de estrés adicional. En definitiva, nos irá mejor si entendemos que el estrés es una vivencia frecuente y no es algo necesariamente negativo.
También conviene tener en cuenta que lo que estresa a una persona puede no ser estresante para otra, porque el estrés tiene que ver con cómo interpretamos las situaciones y cómo valoramos los recursos con que contamos para enfrentarnos a ellas. Por ejemplo, no es de extrañar que quienes no tienen experiencia hablando en público puedan sentirse estresados ante la necesidad de hacerlo, mientras que quienes lo hacen habitualmente y se consideran buenos oradores no.
El estrés en la escuela.
Aclaradas estas cuestiones, sabemos que el contexto escolar es fuente de estrés para muchos estudiantes. En España, por ejemplo, se han observado niveles crecientes de estrés escolar, especialmente hacia finales de la educación secundaria y entre las chicas. Aunque España destaca por sus niveles de estrés escolar, la tendencia creciente en indicadores relacionados con el estrés y las marcadas diferencias de género se han encontrado en diversos países.
Además, en línea con la preocupación de que la pandemia de COVID-19 haya acentuado las dificultades de salud mental, el retorno a las clases tras la pandemia parece haber incrementado los niveles de estrés escolar. De ahí que, con la vuelta a las aulas, en este artículo queramos dar algunas claves para ayudar a prevenir el estrés escolar, un tema que investigamos en el proyecto EASE.
1. Aprender a interpretar en positivo.
Ante una situación que nos produce estrés, podemos considerar si estamos interpretando la situación de manera excesivamente negativa. Por ejemplo: ¿estoy pensando que seguro que suspendo y que si lo hago será el fin del mundo?
Pararnos a analizar la situación desde un prisma más positivo puede ser una estrategia útil para reducir el estrés. Por ejemplo: si estudio no tiene por qué irme mal; hacer el examen me ayudará a ver qué sé y qué no; incluso si no me va bien, podré recuperarlo más adelante…
2. Buscar ayuda.
No debemos dudar en buscar ayuda. La respuesta de estrés depende también de cómo valoramos los recursos con que podemos contar, por lo que el estrés que nos producen ciertas situaciones puede reducirse si buscamos la ayuda de otras personas, que pueden darnos un consejo, ayudarnos a organizar el trabajo para llegar a tiempo, transmitirnos su confianza en nuestras habilidades, etc.
3. Las emociones son importantes.
Una de las estrategias para afrontar el estrés que suele tener resultados más negativos es la supresión emocional, es decir, cuando nos empeñamos en tragarnos y esconder nuestras emociones. Por tanto, no debemos tener miedo a expresar nuestras emociones, ni en el aula, ni fuera de ella.
4. El papel del profesorado y las familias.
Las metas que enfatizamos en el aula (¿se respira un ambiente en que lo fundamental es aprender o sólo se insiste en la necesidad de buenos resultados académicos?) o el clima que se genera ante los errores (¿se ven como parte fundamental del aprendizaje o como algo a evitar a toda costa?) son importantes para el estrés escolar.
En un trabajo de investigación reciente encontramos que el estrés escolar es mayor en aquellas aulas donde se insiste en no cometer errores, así como en aquellas donde se enfatiza únicamente lo importante que es tener buenas notas, sin que esto vaya acompañado de la importancia de aprender para mejorar y saber más o el apoyo del profesorado para lograrlo.
Además, contar con el apoyo de nuestras familias, poder hablar con ellas de las cosas que nos preocupan y contar con su confianza y ayuda para afrontar las cuestiones escolares que nos estresan, es otro elemento de suma importancia para reducir el estrés.
5. El papel de los profesionales.
Finalmente, aunque es habitual que en ciertas ocasiones sintamos estrés, si nos encontramos mal porque no sabemos cómo gestionarlo o nuestros niveles de estrés están dificultando nuestro día a día, no tenemos por qué continuar así. ¡Es importante pedir ayudar psicológica de profesionales cuando la necesitamos!
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