Tiene parálisis cerebral, se recibió de médico y estudia para ser neurólogo: mano a mano con Wenchy Moreno

Mientras hace la residencia en Neurología, trabaja en terapia intensiva y neuro-rehabilitación; tiene más de 100.000 seguidores en Instagram y busca derribar mitos.

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Wenchy Moreno
Wenchy Moreno tras recibirse de médico.
Foto: Cortesía Wenchy Moreno.

Wenceslao Moreno (29) es médico, estudiante avanzado de Neurología y experto en romper tabúes. Nació con parálisis cerebral —una condición que afecta al sistema nervioso y causa problemas de movimiento, postura y equilibrio—, pero su vocación fue más fuerte que su diagnóstico. “Para mí, lo que hago es un sueño hecho realidad”, expresó con orgullo.

Nació en Mar del Plata, Argentina, y actualmente vive en Rosario. Tiene más de 100.000 seguidores en Instagram y busca, sobre todo, erradicar mitos que hay en torno a la discapacidad. Wenchy —como lo conocen sus amigos y seguidores— conversó con El País sobre su historia y su convicción de seguir adelante a pesar de las etiquetas.

—¿Cuándo decidiste que querías estudiar Medicina?
—Todo empezó en el último año del colegio, cuando uno de mis mejores amigos dijo que quería hacer esa carrera. Me puse a investigar y me gustó; incluso me incliné por Neurología. Inmediatamente supe que quería ser neurólogo. Entonces, se lo conté a mis padres, y ellos me dijeron que cuando era más chico decía que quería ser médico.

—¿No te acordabas?
—Tengo un bloqueo emocional muy grande hasta mis 12 años. Tuve una infancia complicada y antes de eso no me acuerdo de nada.

—¿Complicada en términos de salud?
—En términos de todo. Hubo dificultades de salud, sí; hubo cirugías y los movimientos involuntarios que tengo en los brazos estaban muy acentuados porque no los conocía muy bien y no tenía el desarrollo suficiente para entenderlos. Pero además, fue una infancia complicada por esa cruel inocencia que tienen los chicos de no filtrar las cosas que al otro pueden hacerle daño y remarcar siempre la diferencia. Es complicado tener una discapacidad en esa primera etapa de la vida. Los chicos son muy directos.

—¿Qué cirugías tuviste?
—Tuve una muy grande a los 8 años por una rotación de caderas. Estuve un mes y medio internado y otro mes en rehabilitación exclusiva. Salí de esa cirugía pesando 19 kilos… Había perdido un montón de masa muscular. Y fue tremendamente doloroso porque por un movimiento involuntario me saqué la cadera de lugar la primera noche, me tuvieron que re-intervenir y tuve que aprender a caminar de nuevo con una cadera que había estado un mes quieta. Luego, pasé por cirugías más que nada de corrección, como una liberación de tendones y una cirugía de rodilla.

Wenchy Moreno
Wenchy Moreno tras una cirugía.
Foto: Cortesía Wenchy Moreno.

—¿Y la inclinación por estudiar Neurología tuvo que ver con querer ayudar a otros que estuvieran en situaciones similares a la tuya?
—No, nunca me llamó la atención Neurología por mi discapacidad, pero sí por los pacientes neurológicos que veía. Siempre me codeé con neurólogos, neuro-ortopedistas, kinesiólogos en neuro… Y en la sala de espera había pacientes neurológicos. Fue más una curiosidad por el resto que por mí mismo.

—Ya te recibiste de médico y estás cursando la especialidad. ¿Cómo fue estudiar una carrera universitaria con parálisis cerebral?
—Un obstáculo muy grande fue no poder tomar apuntes en toda la carrera porque debido a mis movimientos involuntarios no puedo escribir. Pero, como siempre digo, la familia, los amigos y el grupo de estudio son un pilar fundamental; un sostén que me acompañó y que día a día me decía ‘vos podés, vos podés’. Y también cada vez que rendía un examen y me iba bien, me demostraba a mí mismo que podía. Amo estudiar y amo lo que hago. Con esa motivación resulta más sencillo hacer las cosas.

—¿En qué afecta tu discapacidad a tu vida cotidiana?
—Los movimientos anormales interfieren más que nada en la motricidad fina, es decir, en lo que tiene que ver con escribir o con agarrar un vaso, por ejemplo. Si llego muy nervioso o estresado, se me nota mucho más. Se me puede dificultar agarrar una copa y puede ser que se caiga o que derrame un poco de agua. Y aparte está el desgaste físico, porque tener movimientos involuntarios es cansador. Pasa factura en el cuerpo.

Wenchy Moreno
Wenchy Moreno en un evento de la Municipalidad de Rosario.
Foto: Cortesía Wenchy Moreno.

—¿Siempre supiste que tenías esta discapacidad?
—Sí. En mi casa se habló del tema desde el punto cero. No solo se habló, sino que también se tomó con la altura que había que tomarlo. Incluso en algunas ocasiones se tomaba con humor; en esos momentos en que se caía un cubierto o sacaba comida del plato porque pinchaba mal, se daban estos escapes con el humor que ayudaban a aflojar la tensión. Y eso más adelante me ayudó mucho para romper el hielo en lugares donde la gente se quedaba mirando si pasaba una situación así y yo con un chiste aflojaba el momento.

—¿Por ejemplo?
—Cuando tenía 22 o 23 años competí en atletismo con un grupo de chicos; estábamos almorzando, fui a pinchar un pedazo de pollo, y salió volando, literalmente. Me salió del alma bromear con que el pollo estaba vivo… Mi entrenador se acercó, lo puso de nuevo en el plato, le pegó con un cuchillo y dijo: ‘Ya está muerto, comelo tranquilo’. Y eso quedó durante años como una anécdota divertida.

—¿Cómo ha sido tu vínculo con el deporte?
—Hice un montón de actividades: natación, taekwondo, kickboxing, aikidō, jiu-jitsu, atletismo. Hoy hago para-powerlifting, que es levantamiento de pesas adaptado. Está buenísimo no solo por la mejora en la resistencia, la coordinación y la flexibilidad, sino también a nivel mental. Para mí, el deporte es un cable a tierra; me ayuda a bajar tensiones y liberar energía que uno a veces tiene acumulada. Y siempre fue un camino para conocer y entender mi cuerpo.

—¿Ya estás trabajando como médico?
—Sí. Aparte de la residencia no rentada, que hago por mi formación en Neurología, hago guardias de terapia intensiva y de neuro-rehabilitación.

—¿Tu discapacidad fue un obstáculo para conseguir trabajo?
—No. Nunca me dijeron que no en un trabajo por tener una discapacidad; es más, se fijan mucho más en mi currículum que en cualquier aclaración que haga respecto a mi patología. Y me va bien, tengo mucho trabajo.

—¿Cómo reaccionan tus pacientes? ¿Es chocante para ellos?
—No, muy pocos me han preguntado qué discapacidad tengo o por qué tiemblo. Pero nada más que eso. Nunca tuve una negativa por parte de un paciente; al contrario, tengo una recepción muy buena y creo que es porque cuando indico terapias o procedimientos lo hago desde un lugar de alguien que también pasó por esa situación.

—Te has dedicado a compartir tu historia en redes sociales. ¿Cuál es, para vos, el mensaje más importante?
—Que uno no debe encasillarse en el ‘no puedo’ porque tiene esto o aquello. Hay que intentar, probar, ver. El diagnóstico no es toda la vida de uno, es decir, hay mucho más detrás de un diagnóstico. Y me parece muy importante no caer en las etiquetas y siempre darle para adelante.

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