Un médico de 86 años de edad sorprendió en Argentina al debutar como artista circense en el Circo Servian. Se trata del doctor Alberto Cormillot, especializado en nutrición y obesidad, que continúa con una intensa actividad profesional y ahora dejó al público boquiabierto con sus cuadros de tap, tango y acrobacias aéreas, evidenciando su notable estado físico.
En una entrevista reciente en el programa “Nadie dice nada”, conducido por Nicolás Occhiato en Luzu TV, Cormillot compartió los secretos de su rutina y filosofía de vida. Más allá del espectáculo, el médico se ha convertido en un verdadero ejemplo de longevidad activa basada en disciplina, hábitos saludables y una actitud positiva.
Una rutina que empieza antes del amanecer
El día del doctor comienza a las cuatro de la madrugada. A las 5:15 ya está en Radio Mitre, donde trabaja hasta las 9:30. Luego se dirige a su clínica, salvo los días en los que debe ir a la Facultad —dirige la Licenciatura en Nutrición y la Tecnicatura en Salud, Alimentación y Actividad Física, de la Universidad Isalud— o visitar alguno de los municipios con los que colabora. Los jueves, en una cita inamovible, busca a su hijo Emilio en el jardín de infantes —se convirtió en padre por tercera vez a los 83 años— y van juntos a la plaza.
“Cuidar el descanso es una de mis claves”, aseguró en el programa de streaming argentino. A las 19:00 horas ya está cenando, y alrededor de las 21:00 se va a dormir. “Las claves que tengo son las que puede decir la inteligencia artificial: cuidar la comida, no tomar alcohol, no fumar. Estar bien con la gente, tener buena onda”, agregó.
Alimentación consciente, sin prohibiciones
Su dieta diaria está lejos de ser monótona o restrictiva, pero responde a una lógica de equilibrio y moderación. El desayuno incluye huevo poché, un batido con probióticos y proteína, tostadas con queso blanco y dulce de leche, además de queso magro y un jugo de frutas.
El almuerzo, por lo general, se compone de una ensalada de frutas con frutos secos rallados y bastones de queso. En cuanto a la cena, contó que, por ejemplo, los lunes elige una milanesa pequeña con pocas papas fritas y una porción grande de ensalada.
Un detalle curioso es que toma helado de dulce de leche granizado y limón todos los días, después de la cena. Pero la cantidad es mínima: entre 30 y 40 gramos. Además, lo come congelado: “Te da mucho más laburo; sino, es un viaje de ida. Tenés que darle y darle, me entretengo un rato”.
Más allá de su currículum como médico, docente y divulgador, Cormillot transmite un mensaje claro: el bienestar no es un destino, sino una forma de vivir. En el escenario, la radio, la universidad o la plaza, demuestra que envejecer no es sinónimo de detenerse, sino una oportunidad para seguir viviendo con intensidad.