Redacción El País
La deficiencia de vitamina E, un antioxidante que protege las células contra el daño producido por los radicales libres, puede originarse por diversas causas, aunque las personas pueden enfrentar este problema principalmente debido a trastornos de malabsorción, puesto que la mayoría de dietas en países con seguridad alimentaria la incluyen.

Se trata de una vitamina soluble en grasa que existe en ocho formas, pero solo una de ellas es usada por el organismo y es imprescindible para este, y se trata del alfa-tocoferol.

Los bebés, especialmente aquellos que nacen prematuramente, pueden sufrir la falta de vitamina E, según el Manual MSD. Esta condición puede mejorar con la administración de complementos. Los síntomas en la infancia incluyen problemas en reflejos y coordinación, dificultades para caminar y debilidad muscular. La anemia severa es una posible complicación en recién nacidos prematuros.

En adultos, la acumulación de cantidades considerables de vitamina E en tejido adiposo mitiga el riesgo de desarrollar una carencia. No obstante, aquellos que padecen problemas por una mala absorción de la vitamina pueden presentar síntomas parecidos a los observados en niños pero con menor frecuencia, debido a las reservas corporales de esta vitamina.

El diagnóstico de la deficiencia de vitamina E se efectúa a partir de los síntomas del paciente, una exploración física y, cuando es necesario, análisis de sangre que determinan los niveles de la vitamina, indicó el portal del Manual MSD.

El tratamiento estándar implica la ingesta oral de suplementos de vitamina E, lo que también es aplicable en prevención de trastornos del desarrollo en recién nacidos prematuros, mientras que los bebés que nacen a término habitualmente obtienen suficiente cantidad de la vitamina a través de la leche de la madre o de fórmulas adaptadas.

Los aceites vegetales, nueces, semillas, verduras de hojas verdes y el germen de trigo son excelentes fuentes de vitamina E. Consumir estos alimentos junto con grasas facilita su absorción.

La ingesta recomendada de vitamina E para adultos sanos, incluyendo durante el embarazo y la lactancia, es de entre 11 mg y 13 mg diarios. Como consecuencia, la falta de este nutriente puede causar daños en los nervios y músculos, lo que resulta en pérdida de sensibilidad en las extremidades, debilidad muscular y problemas de visión.

Los recién nacidos tienen de partida reservas bajas de esta vitamina debido a la limitada transferencia placentaria, advirtieron desde el portal del Manual MSD. A medida que crecen, su riesgo de tener una deficiencia vitamínica disminuye gracias a la alimentación basada en leche materna o fórmulas infantiles.

Este contenido fue hecho con la asistencia de inteligencia artificial y verificado por un periodista de El País.