Paul Raad siempre supo que quería trabajar por un mundo mejor, pero nunca se imaginó que terminaría salvando vidas en el humedal más grande del mundo. Se recibió como médico veterinario en Uruguay, continuó sus estudios en Brasil e identificó —como parte de su maestría— la presencia de un parásito en el Pantanal que puede causar enfermedades graves en los humanos e incluso la muerte.
Actualmente, lidera Impacto, del portugués: ‘Instituto de Mitigação de Problemas Ambientais com Comunidades Tradicionais e Onças’ (Instituto para la Mitigación de Problemas Ambientales con Comunidades Tradicionales y Jaguares). Habló con El País acerca del riesgo que representa el parásito que encontró y de la importancia de los jaguares para la salud humana y del ecosistema.
— ¿Cómo llegó a vivir en el Pantanal?
— Siempre me gustó la idea de trabajar para una causa. Tuve el privilegio de estudiar —que no todo el mundo lo tiene— y de aprender varias lenguas —español, francés, inglés y portugués—, así que sentí que tenía que aprovechar eso para dejar un legado y ayudar. Desde joven supe que terminaría en un país de la selva amazónica o incluso en África, es decir, en algún lugar de gran importancia en términos de biodiversidad.
Viajé a Brasil en 2021 porque una investigadora local me invitó a trabajar con tapires, una especie prehistórica y muy interesante. Aprendí mucho con ella. Un año después, tenía la posibilidad de ir a Alaska a completar una maestría, pero una institución americana me ofreció quedarme y hacer un voluntariado con jaguares durante tres meses, así que pospuse el viaje a Alaska y me instalé en el Pantanal de Mato Grosso. Al final, terminé coordinando el proyecto e hice mi maestría en Brasil.
— ¿Qué tienen que ver los jaguares con el parásito que descubrió?
— Siempre trabajé mucho en las áreas de epidemiología y salud pública desde el concepto de ‘Una sola salud’, que entiende que la salud de las personas, los animales y los ecosistemas están interligadas y dependen una de la otra. En otras palabras, esa tríada se mantiene en equilibrio siempre y cuando los tres factores estén saludables. Desarrollé mi maestría desde esa óptica, entendiendo que la salud del jaguar está interligada a la nuestra y a la del ecosistema. Analicé su materia fecal —un trabajo pionero en la región con esta especie— y descubrí la presencia del Spirometra spp, un parásito que vive en el intestino de los felinos, pero que nunca había sido detectado en el Pantanal y que puede ser letal para los humanos. Esto podría cambiar la reputación del jaguar en la región.
— ¿En qué sentido?
— En algunas regiones del Pantanal a veces se presenta un conflicto entre los productores rurales y los jaguares cuando estos últimos depredan a los animales domésticos. Pero gracias al jaguar y a las investigaciones hechas con su materia fecal pudimos detectar que hay un parásito en la región que puede representar un riesgo para las personas. Eso le da otro valor; como especie centinela o bioindicadora de la salud del ecosistema.
— ¿Cuál es el riesgo de contagio para los humanos?
— Las personas pueden contaminarse consumiendo agua de los ríos. El Pantanal tiene cursos de agua por todas partes y es muy común en la cultura pantanera que los llamados ‘gauchos pantaneros’ tomen agua de los ríos o la usen para preparar tereré, que es como el mate nuestro, pero con agua fría. Otra forma es comiendo carne de cerdo, que aquí los cazan y comen con frecuencia.
Cuando uno ingiere la larva del parásito, puede verse afectado de varias formas. Puede ir al cerebro y ser mortal, ir a los ojos y causar ceguera… Y también tiene una forma proliferativa —crecimiento o multiplicación anormal de células—, que es letal. La incidencia no es muy alta, pero el descubrimiento es súper importante porque la gente no estaba al tanto de todo esto. No se sabía que había un parásito en el agua que podía matar a las personas. De una forma u otra, el jaguar y la ciencia están salvando vidas humanas. Y es importante resaltar que este predador no representa un riesgo para los humanos ya que la enfermedad no se transmite por sus heces.
— ¿Qué tan cerca o lejos estamos de que esto pase a ser un tema urgente para la salud pública en el mundo?
— No llega a ser una pandemia, pero sí una enfermedad de alta relevancia para la población del Pantanal. No es un tema menor: es una enfermedad y puede matar personas. Y la información es clave para que los hospitales de la región estén al tanto y puedan tratarlo a tiempo; que no llegue una persona con un nódulo en el cerebro y no sepan lo que es. Este tipo de investigaciones también son importantes para adoptar medidas preventivas, como no tomar agua de los ríos, no comer carne de cerdo mal cocinada o tocarla sin guantes.
Y no, no es como el Covid-19 u otras enfermedades que son super contagiosas, pero es mortal. El hecho de que se muera una sola persona ya es justificación suficiente para tomar medidas.
— ¿Qué pueden hacer desde su lugar como investigadores? ¿Están en diálogo con el Estado?
— No, no lo estamos, pero lo que sí queremos es generar campañas de concientización. Con las medidas preventivas que mencioné antes —solo tomar agua potable, cocinar bien la carne, etcétera—, el ser humano está protegido.
Cambiando vidas en el Pantanal
Raad es el único uruguayo en Impacto. Trabaja de la mano de universidades brasileñas y la comunidad local entendiendo que el Pantanal y todo lo que allí sucede “es patrimonio brasileño”. Desarrolla su investigación en la Pousada Piuval, una estancia tradicional pantanera que es propiedad de la familia Eubank desde hace 150 años.
Para el especialista, esta posada representa un modelo exitoso de coexistencia entre la ganadería y la fauna silvestre. “Utilizamos cercas eléctricas para proteger al ganado durante la noche, impidiendo que se acerquen los predadores y evitando que los productores recurran a la caza por retaliación”, explicó. Y agregó: “Estamos en diálogo con 15 propiedades vecinas, usando la Pousada Piuval como ejemplo estratégico de cómo es posible mitigar el conflicto y coexistir”.