La glucosamina es un aminoazúcar que el cuerpo produce de forma natural y que desempeña un papel clave en la protección y reparación del cartílago que recubre las articulaciones. Sin embargo, con el paso del tiempo su producción puede disminuir, lo que incrementa el riesgo de afecciones como la artrosis.
De acuerdo con el portal especializado MedlinePlus, la glucosamina también se utiliza en tratamientos para reducir el dolor articular y en enfermedades como la artritis reumatoide. Si bien es habitual encontrarla en suplementos, puede incorporarse a la dieta mediante ciertos productos de origen animal. A continuación, algunos alimentos que la contienen:
- Caldo de huesos: especialmente de pollo o res, cocido durante ocho horas o más.
- Menudencia: incluye partes como orejas, hocico y tejidos articulares de animales.
- Moluscos: los mejillones y las almejas aportan cantidades significativas.
- Crustáceos: el camarón, la langosta y el cangrejo contienen glucosamina en sus cáscaras.
- Médula de res: además de contener glucosamina, es fuente de vitaminas A, K y E.
Dado que no hay muchas fuentes alimenticias ricas en glucosamina, es común su consumo en forma de suplementos (cápsulas, polvos, comprimidos o líquidos). Muchos de estos productos se combinan con otras sustancias beneficiosas para las articulaciones, como el sulfato de condroitina o el metilsulfonilmetano (MSM). Deben tenerse en cuenta las siguientes advertencias:
- Alergia a mariscos: la mayoría de los suplementos se elaboran a partir de cáscaras de camarón. En caso de intolerancia, deben evitarse.
- Diabetes: puede influir en los niveles de glucosa en sangre. Es recomendable consultar con un médico antes de su consumo.
- Embarazo y lactancia: no existe suficiente evidencia científica que avale su seguridad durante estas etapas, por lo que su uso debe ser supervisado por un profesional.
Es fundamental recordar que antes de incorporar nuevos alimentos o suplementos a la dieta, debe contarse con el asesoramiento de un especialista en salud.
El Universal/GDA