Estudiantes de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) juntaron más de 30 mil tapitas para construir una rampa accesible que le cambió la vida a Priscila, una niña de 12 años. Lo que para muchos es un simple escalón, para ella —que nació con parálisis cerebral motriz y utiliza silla de ruedas desde los cuatro años— era un desafío diario. Le encantaba ir a la escuela y pasar tiempo con sus compañeros, pero la falta de accesibilidad impactaba en su autoestima, confianza y seguridad.
Los estudiantes de UTU se pusieron la problemática al hombro y la vida de esta estudiante cambió por completo.
“Se frustraba mucho por no poder ir a ciertos espacios sin depender de su asistente personal”, contó su madre, María, que es compañera de trabajo de la madre de Rodrigo Madeira, el estudiante que lideró el proyecto en UTU —específicamente, en la Escuela Superior de Comercio Villa Muñoz.
Fue así, de boca en boca, que Madeira conoció la historia de Priscila, la cual transformó en su tesis de carrera junto a Faustina Fernández, Yesica Arévalo, Victoria Otazo y Augusto Gallo. A la cuestión de la accesibilidad le sumaron una inquietud ambiental: ¿Acaso podrían encontrar una solución sustentable? Esa pregunta los impulsó a investigar.
Tapitas para una educación accesible
Habían visto muchas veces la clásica campaña de recolección de tapitas de botellas —en la farmacia, el supermercado, en redes de cobranzas, por todo el barrio—, pero nunca comprendieron qué tanto podía hacerse con ese material. Entonces, buscaron información en internet y descubrieron que en ciertas playas de Costa Rica se habían hecho rampas accesibles a partir de las tapitas… ¡Y decidieron seguir ese camino!
En junio de 2025 acudieron a Circula —iniciativa que busca atacar la problemática de la gestión de residuos plásticos en Uruguay— para pasar de la idea a la acción. Establecieron puntos de acopio en la UTU de Villa Muñoz y en el Museo Zoológico Dámaso Antonio Larrañaga —conocido como Museo Oceanográfico—, y también invitaron a más personas a colaborar en sus trabajos y hogares. En total, recolectaron más de 30.000 tapitas.
Por su parte, Priscila “puso a todo el mundo a recolectar tapitas”, recordó su mamá. Dedicó decenas de recreos a clasificar el material que conseguía por color y siempre tuvo claro que el esfuerzo era importante para mejorar su calidad de vida, pero también la de otros niños que vendrían después que ella.
Además del apoyo de Circula, los estudiantes recibieron el acompañamiento del arquitecto Luciano Carreño, docente del Instituto de Enseñanza de la Construcción (IEC) de la UTU, y del doctor en Arquitectura Daniel Godoy, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República.
Definieron, por ejemplo, que las placas requerían ranuras de alrededor de cuatro milímetros de profundidad para que las ruedas no se resbalaran. El diseño estuvo a cargo de Circula y el armado se realizó en la Facultad de Ingeniería, donde Godoy también es docente. Se utilizaron aproximadamente 75 kilogramos de tapitas, pero se procesaron y clasificaron —de forma voluntaria entre compañeros y docentes, en una jornada de cuatro horas— más de 120 kilogramos.
Para financiar la construcción de las placas, el equipo vendió comida en su centro de estudios y también organizó dos rifas. “Nos dimos cuenta de que es lograble. Cinco estudiantes de Villa Muñoz lo hicimos sin tener que poner plata ni pagar un precio desmedido”, expresó Madeiro.
Un proyecto con impacto social
Finalmente, el 29 de noviembre de 2025 se implementó la rampa accesible —hecha completamente con material reciclado— en la Escuela Nº 290 Alfredo Zitarrosa. Ver a Priscila probarla por primera vez fue muy emocionante para todos. Su mamá sostuvo: “Se siente más libre y ganó en independencia, seguridad y amor. Vio a sus pares y adultos referentes juntar tapita por tapita para lograr lo que hoy es un hecho”.
Y agregó: “Siempre quiere subir y bajar sola, aunque aún le cueste un poco porque requiere mucha fuerza de brazos. Lo hace con orgullo y con la voluntad que a veces nos falta a los adultos… Todos los días nos enseña que con esfuerzo y perseverancia se puede llegar. Es una maestra con túnica y moña”.
Estadísticas sobre accesibilidad
Según el estudio “Trayectorias educativas de alumnos con discapacidad en Uruguay”, publicado en 2025 por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEEd) y UNICEF Uruguay, la continuidad educativa de estudiantes con discapacidad cayó 13,5 puntos porcentuales entre 2021 y 2024, casi el doble que en la población general.
De acuerdo al informe, la evidencia puede orientar acciones para acompañar mejor los pasajes entre ciclos, fortalecer los apoyos y reducir la desigualdad estructural que afecta a los estudiantes con discapacidad. El caso de Priscila es un ejemplo de cómo acciones que parecen pequeñas pueden tener un gran impacto en la educación y las oportunidades de niños, niñas y adolescentes en situación de discapacidad.
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