Publicidad

¿El sexo es mejor cuando bebemos? Veamos qué sucede realmente al combinar alcohol y relaciones carnales

El alcohol reduce la inhibición, pero paradójicamente deprime el sistema nervioso central, dificultando el orgasmo.

Compartir esta noticia
Cita romántica.jpg
Cita romántica con alcohol.
Foto: Public Domain Pictures.

O Glogo - GDA
"Tenía vergüenza de mi sexualidad agresiva cuando estaba borracha. No parecía yo. Y después de despertar con lagunas en la memoria, me torturaba pensando en las cosas horribles que podría estar haciendo o diciendo. Mi mente era un ciclo continuo de lo que más me asustaba", escribe la estadounidense Sarah Hepola en "Lapsos de Memoria. Recuerdos de una alcohólica", un libro en el que cuenta cómo el alcohol pasó a formar parte de su vida como mujer fuerte y progresista del siglo XXI, cuyo precio, por supuesto, fue borrar gran parte de sus recuerdos.

La autora explica cómo la bebida la ayudó a tener relaciones sexuales con una confianza en sí misma ficticia y renovada. "El alcohol ayudó. Creo que ayudó. Dentro de mi fortaleza de latas vacías, estaba a salvo del miedo y las críticas. El alcohol relajó mis caderas y abrió mis puños, y después de años tirando de la falda, la sensación de libertad fue increíble. Pero esto tuvo un precio. Muchas veces desperté con lagunas en la memoria".

Asociar una copa de vino (o varias) a los encuentros es tan común que la sociedad ha convertido al alcohol en un ingrediente crucial en las citas románticas, y muchas personas, experimentando una cierta sensación de escapismo, libertad y falsa seguridad, hacen que el alcohol sea la bebida previa prácticamente obligatoria antes del sexo.

“El sexo se ha convertido en la extensión lógica de la fiesta. Y así seguimos; teniendo relaciones sexuales de mala calidad. Porque el alcohol nos desinhibe y elimina nuestros complejos. Técnicamente, el sexo es peor, pero emocionalmente es menos peligroso", explica el periodista español Bob Pop, quien acaba de publicar el ensayo "Como las grecas", donde explora la forma en que bebemos en entornos sociales.

“Culturalmente, asociamos la socialización con la bebida, por lo que limitamos nuestras opciones de planes cuando se trata de conocer a alguien. Además, es mucho más fácil lidiar con los sentimientos que pueden acompañar el encuentro con alguien; no saber qué preguntar, silencios incómodos o expectativas sobre cómo deberíamos sentirnos. Un encuentro está rodeado de incertidumbres y, aunque beber nos haga más divertidos y desinhibidos, elimina la oportunidad de enfrentar la situación desde lo que realmente sentimos", añade Lucía Jiménez, sexóloga.

Al reducir las inhibiciones, el alcohol puede hacernos pensar que el deseo sexual ha aumentado, cuando en realidad, paradójicamente, deprime el sistema nervioso central, disminuyendo así la frecuencia cardíaca y el flujo sanguíneo, además de reducir la sensibilidad, lo que dificultará el orgasmo. Es decir, el consumo excesivo puede afectar la capacidad del cerebro para procesar estímulos sexuales y coordinar las contracciones musculares, vitales para la respuesta orgásmica.

"Dada una dosis 'correcta', que, como máximo, serían dos tragos, la sensación de autoestima elevada y desinhibición al interactuar destaca el lado positivo en el establecimiento de relaciones interpersonales que pueden llevar a relaciones sexuales. De hecho, hacer un uso adecuado del alcohol no sería totalmente perjudicial en el caso de personas que tienen dificultades para establecer relaciones interpersonales y son muy tímidas", explica el médico Francisco Gómez León, andrólogo y especialista en disfunción eréctil e impotencia.

“Sin embargo, en términos generales, y a diferencia del mito de que el alcohol estimula las relaciones sexuales, en el caso de las mujeres, el consumo de alcohol puede disminuir significativamente la libido y, en los hombres, puede promover la disfunción eréctil relacionada con la cantidad de alcohol antes del acto sexual”, completa.

A esta información debemos agregar que el alcohol afecta el juicio y la toma de decisiones, pudiendo llevar a situaciones de sexo inseguro.

"El alcohol apaga la corteza prefrontal, que es la encargada de organizar, planificar y fundamentar nuestras decisiones. El alcohol puede llevarnos a tomar decisiones que no tomaríamos sobrios y a ignorar nuestro sistema de valores. También puede dificultar nuestra atención y, por lo tanto, retener información y luego recordar lo que sucedió. Debemos comprender que la inhibición tiene la función de protegernos y que el equilibrio es lo que nos permite relajarnos sin correr riesgos", alerta Lucía Jiménez.

Otro problema del alcohol vinculado al ámbito de las citas y el sexo es que puede llevar a las personas a tomar decisiones equivocadas, y ¿hay alguna decisión más delicada que perder la cabeza en la cena de la empresa, momento en el que no solo se trata de autoestima, sino también de su sustento? Tal como indica la aplicación Gleeden, no es de extrañar que el ambiente festivo y desinhibido que caracteriza a las cenas y fiestas organizadas por la empresa genere el escenario perfecto para que surjan aventuras entre colegas de trabajo. Aproximadamente el 68% de los hombres y el 32% de las mujeres ya han aprovechado, en alguna ocasión, la cena de Navidad de la empresa para coquetear con ese compañero de oficina que, sin esos brindis adicionales, habría sido relegado al idilio platónico desprovisto de resaca, arrepentimiento y culpa.

Aunque para algunas personas sea muy difícil coquetear estando sobrias, un estudio de Hinge concluyó que tres de cada cuatro personas que salen a través de la aplicación prefieren no beber alcohol en la primera cita. Los abstemios suelen enfrentarse a verdaderos interrogatorios cuando, al encontrarse, piden una bebida no alcohólica. Es lo que nos cuenta Lucía (41 años), productora y publicitaria, que dejó de beber a los 35 años.

"Cada vez que salgo con alguien tengo que explicar por qué dejé de beber prácticamente en todos los encuentros. Sufro una especie de interrogatorio en todas las citas, porque suelo encontrarme para tomar algo y la otra persona automáticamente pide algo con alcohol en el 100% de los casos. Siempre hay alguna queja, porque me culpan por estar sobria si él bebe... ¿Será que tienen tan poca autoconfianza que necesitan que esté a su nivel de consumo de alcohol para tener intimidad?", pregunta.

"En realidad, nunca me gustó tener sexo ebria. Solo bebí algunas veces en la vida, así que nunca tuve lagunas de memoria. Siempre aclaro que la forma en que más disfruto del sexo es absolutamente sobria, sin ningún tipo de estímulo químico", aclara.

Cada vez más personas optan por un estilo de vida sobrio, en el que priorizan el bienestar y la claridad mental.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

vida sanaalcoholSEXO

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad