Redacción El País
Dolor, rigidez y tensión en el cuello o los hombros son algunas de las consecuencias del llamado “cuello tecnológico”, una condición cada vez más común entre quienes pasan gran parte del día mirando pantallas.
El término hace referencia a la postura encorvada que adoptan muchas personas al usar computadoras, celulares o tabletas. Mantener la cabeza inclinada hacia adelante durante horas tensiona los músculos del cuello, hace que los hombros se desplacen hacia adelante y genera presión sobre los nervios cervicales.
Esto no solo provoca malestar en la zona, sino que también puede irradiar dolor hacia los brazos, las manos e incluso desencadenar dolores de cabeza.
Con el tiempo, esta posición sostenida aumenta el esfuerzo sobre la columna, ejerciendo presión desigual en la espalda y favoreciendo la aparición de molestias crónicas. Aunque los jóvenes muchas veces no perciben de inmediato los efectos, los especialistas advierten que el impacto acumulado puede manifestarse con mayor intensidad en la edad adulta.
Para reducir el riesgo, la Mayo Clinic recomienda ajustar la ergonomía en el trabajo. La pantalla de la computadora debe colocarse a la altura de los ojos, a una distancia de entre 50 y 76 centímetros. Los codos conviene mantenerlos en un ángulo de 90 grados, los pies apoyados en el suelo y la cabeza, la espalda y las caderas alineadas.
En el caso de los dispositivos móviles, es más difícil sostener siempre la postura correcta, pero hay estrategias que ayudan. Entre ellas: realizar pausas frecuentes, estirarse, cambiar de posición y mirar al frente para relajar los músculos del cuello y los hombros. Mantenerse activo durante el día y procurar una postura erguida y apoyada también son medidas efectivas.
El “cuello tecnológico” es un problema ligado a los hábitos actuales, pero con pequeños ajustes en la rutina y una mayor conciencia sobre la postura, es posible prevenirlo y evitar que el uso de las pantallas pase factura a largo plazo.
En base a OGlobo/GDA
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