Existen hábitos cotidianos que pueden parecer inofensivos, pero, en realidad, pueden aumentar significativamente el riesgo de enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes y obesidad. Dos de estos hábitos son el sedentarismo y la mala calidad del sueño.
Aunque muchas personas realizan actividad física, el tiempo prolongado que pasan sentadas cada día tiene efectos negativos en la salud. Un estudio de Annals of Internal Medicine descubrió que estar sentado más de seis horas al día, incluso si se practica ejercicio regularmente, incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y muerte prematura.
El problema no es solo la falta de movimiento, sino las interrupciones en la circulación, el metabolismo y la función muscular. Esta conducta sedentaria está relacionada con un aumento del 24 % en el riesgo de mortalidad, independientemente de los niveles de actividad física. Para mitigar estos riesgos, se recomienda levantarse cada 30-60 minutos, caminar un poco o estirarse.
A su vez, muchos creen que con dormir entre siete y ocho horas es suficiente, pero la calidad del sueño también juega un papel crucial. Despertares nocturnos, apnea no diagnosticada y el uso de pantallas antes de dormir son factores que deterioran el sueño y pueden tener un impacto negativo en la salud.

Investigaciones de la Sleep Foundation y el National Institutes of Health (NIH) han mostrado que un sueño fragmentado afecta el sistema inmunológico, el metabolismo y el estado de ánimo, y puede incluso acelerar el envejecimiento cerebral.
Además, las personas que duermen muchas horas, pero tienen un sueño de mala calidad, poseen mayor riesgo de sufrir deterioro cognitivo, depresión y enfermedades metabólicas.
Se recomienda evitar el uso de pantallas al menos una hora antes de dormir, mantener horarios regulares y crear un ambiente oscuro y silencioso para dormir.
Cambiar estos hábitos, aunque parezca difícil, puede traer beneficios significativos para la salud a largo plazo.
Camila Paola Sánchez Fajardo, El Tiempo/GDA