Redacción El País
Japón volvió a batir un récord de longevidad: casi 100.000 personas han alcanzado o superado los 100 años de edad, una marca que crece de forma ininterrumpida desde hace más de medio siglo. En apenas un año, la cifra se incrementó en más de 4.600 casos.
El fenómeno tiene un claro rostro femenino: cerca de nueve de cada diez centenarios son mujeres. Según la proporción nacional, existen algo más de 80 por cada 100.000 habitantes, aunque en prefecturas como Shimane la concentración duplica ese promedio.
Entre los ejemplos más llamativos está Shigeko Kagawa, que con 114 años se ha convertido en la persona de mayor edad del país tras una vida dedicada a la medicina. Otro caso reconocido a nivel internacional es el de Shitsui Hakoishi, una barbera de 108 años aún activa en su oficio y galardonada por Guinness World Records.
Este incremento de la longevidad contrasta con una realidad demográfica preocupante. Japón registró en 2024 una de sus mayores caídas poblacionales, con más de 900.000 habitantes menos debido al récord de defunciones y el número mínimo de nacimientos. El Gobierno ha calificado esta situación como una “emergencia silenciosa” y busca incentivar a las familias para revertir la tendencia.
Los especialistas señalan que no hay una sola explicación para la longevidad japonesa, sino una suma de factores. La dieta tradicional baja en grasas y rica en pescado, soja, verduras y té verde aparece como uno de los pilares. A ello se suman un sistema sanitario sólido, con acceso universal y fuerte prevención, estilos de vida activos y la importancia de los lazos comunitarios y familiares, que se asocian con mejor salud física y mental. Okinawa, reconocida como una de las Blue Zones del planeta, representa un laboratorio vivo de estas prácticas.
Si bien la genética puede influir, la mayoría de los estudios coincide en que las condiciones sociales, culturales y de salud pública han sido determinantes para que Japón lidere las estadísticas globales de longevidad.
Sin embargo, esta ventaja plantea nuevos dilemas: el envejecimiento poblacional ejerce presión sobre las pensiones, los sistemas de cuidados y los gastos médicos, al tiempo que la reducción de la población activa complica la sostenibilidad económica del país.
En base a El Tiempo/GDA
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