NUTRICIÓN

Una guía rápida para leer el etiquetado de alimentos y evaluar qué tan saludable es un producto

Para elegir alimentos de calidad es importante observar tanto el frente como el dorso de los productos comestibles.

Es fundamental leer las etiquetas antes de comprar.
Mujer en el supermercado.
Foto: Archivo El País.

Por Tatiana Scherz Brener

La información más importante de los comestibles suele aparecer en letra chica y con palabras complejas. Sin embargo, por difícil que parezca, si queremos elegir alimentos saludables, debemos aprender a interpretar sus etiquetas.

Descifrar el etiquetado nutricional.

Empecemos por el rotulado frontal: en algunos comestibles, hay octógonos negros que señalan el exceso de agregado de sodio, azúcar, grasas o grasas saturadas. Depende de criterios establecidos por el Poder Ejecutivo, que corresponden a una flexibilización del Modelo de perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

El rotulado frontal es fácilmente reconocible. No obstante, hasta ahora el Ministerio de Salud Pública ha detectado un total de 307 alimentos que deberían llevar octógonos y no lo hacen. Esto significa que, por más que miremos el frente del producto, no podemos confiarnos del todo. Es necesario aprender a leer el etiquetado nutricional y la lista de ingredientes que aparecen en la parte posterior.

Etiquetado frontal de alimentos. Foto: Fernando Ponzetto - Archivo El País
Rotulado frontal.

Ahora sí, que empiece la diversión: tomá un producto que tengas a mano y mirá su lista de ingredientes. La regla de oro es que siempre se ordenan de forma decreciente según su proporción, es decir, cuanta más cantidad haya de un ingrediente, figurará más arriba. Por ejemplo, si el listado comienza con ‘azúcar’, ése es el ingrediente que el alimento tiene en mayor proporción.

Muchas veces, en el packaging de los productos comestibles se destacan cosas como ‘¡Con avena!’ o ‘¡Con fruta!’, pero es importante mirar en detalle para evaluar qué lugar ocupa ese ingrediente en relación a los demás.

Luego está la información nutricional, que puede aparecer en forma de tabla o de lista. Lo primero que se lee es cuál es el tamaño de la porción (véase el punto 1 en la imagen de abajo), es decir, cuánto se considera una porción de ese alimento y, además, cuántas porciones contiene el paquete. Esto es clave porque todo lo que viene a continuación suele estar indicado por porción. Tomemos el caso de una mermelada que dice que el tamaño de la porción es de 20 gramos: eso implica que el resto de la información vale para esa cantidad, no para todo el producto.

El valor energético (véase el punto 2 en la imagen de abajo) muestra la cantidad de calorías que aporta el producto por porción. Siguiendo con el ejemplo anterior, si indica que el valor energético es 11 kcal, quiere decir que cada 20 gramos aporta 11 kcal.

La declaración de nutrientes presenta qué cantidad de cada nutriente contiene el alimento, por porción y por valor diario (VD%). El VD% (véase el punto 3 en la imagen de abajo) representa cuánto contribuye cada nutriente a una dieta diaria de 2000 kcal, un valor estándar que no necesariamente coincide con todo el mundo. Acá puede verse, por ejemplo, qué porcentaje hay de grasas, carbohidratos, proteína, fibra alimentaria y sodio (véase los puntos 4 y 5 en la imagen de abajo). A veces, dentro de los carbohidratos se desglosa qué porcentaje corresponde a los azúcares, pero no siempre sucede.

La etiqueta
Información nutricional de un producto.
Malek, Mariana

Claves para interpretar la lista de ingredientes.

Hay algunos tips a tener en cuenta al evaluar el etiquetado de alimentos.

La nutricionista Lorena Balerio explicó que si bien se ha tomado más consciencia de lo nocivo que puede ser el azúcar, los productos que lo tienen en cantidades excesivas siguen siendo de los más vendidos. Por eso, se sigue usando, pero “disfrazado”, indicó. Los nombres fructosa, dextrosa, glucosa, maltodextrina, melaza, jarabe de maíz, jarabe de maíz de alta fructosa, maíz dulce, jarabe de arce y almíbar son algunos de los sinónimos de azúcar que aparecen frecuentemente en las etiquetas de los alimentos.

Otro aspecto importante es que muchas veces los productos se fortalecen en vitaminas y minerales para desviar la atención de los excesos de azúcares (por ejemplo, en los cereales de desayuno).

Además, la profesional agregó que, como es obligatorio nombrar los ingredientes desde el que está más presente al que menos, “una técnica muy usada para camuflar el azúcar, que iría en el podio, es incluir distintos tipos de azúcar, así reducen la cantidad de cada uno”.

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