No es casual que el huevo esté rodeado de mitos. Su introducción en la alimentación infantil fue, durante años, motivo de reglas estrictas, muchas de las cuales han sido modificadas con el tiempo. El huevo también carga con una etiqueta temida por muchos: la de alimento altamente alergénico. Esto hace que muchos padres enfrenten su introducción con ansiedad, sin saber por dónde empezar ni cómo actuar ante una posible reacción.
Hoy se sugiere iniciar su consumo desde los seis meses como parte del proceso de ablactancia. Según explicó Vivian Geller, docente de la carrera de nutrición y dietética de la Universidad San Ignacio de Loyola, anteriormente se solía retrasar la introducción de la clara. Sin embargo, actualmente se aconseja ofrecer el huevo completo (yema y clara) desde el inicio de la alimentación complementaria. En caso de antecedentes familiares de alergias, puede comenzarse solo con la yema cocida durante algunos días y, si no hay reacción, incorporar la clara, siempre en pequeñas cantidades y bajo observación.
Por su parte, el pediatra de la Clínica Ricardo Palma, Edison Ríos, aclaró que, aunque hay diferencias entre las sociedades pediátricas —algunas sugieren introducirlo entre los ocho y diez meses si hay antecedentes familiares de alergias—, no debe ofrecerse antes de los seis meses. En todo caso, la decisión debe tomarse en consulta con el pediatra, considerando el contexto particular de cada niño.

¿Cuál es la mejor forma de ofrecer el huevo al bebé?
El huevo es un alimento muy completo, siempre que se ofrezca de forma segura y adecuada para su edad. Lo más importante es que esté bien cocido ya que esto reduce tanto el riesgo de alergias como de infecciones como la salmonelosis. Como refirió el doctor Ríos, cocinar completamente el huevo –ya sea hervido, revuelto o en forma de tortilla francesa– permite desactivar proteínas potencialmente alergénicas y eliminar bacterias que podrían causar problemas digestivos.
En esta línea, la doctora Kimberly Churbock, pediatra de Cleveland Clinic, señaló que el huevo debe presentarse en formas que el bebé pueda manipular y tragar con facilidad, como tiras suaves de tortilla o trozos pequeños de huevo cocido, siempre bajo supervisión y con el bebé sentado de forma erguida para prevenir atragantamientos.
Por su parte, el pediatra neonatólogo y director de Gestión Académica de la Universidad Científica del Sur, Ángel Samanez, sugirió ofrecer el huevo rallado sobre las papillas, en puré o revuelto sin sal ni condimentos, adaptándolo a la capacidad de masticación del bebé. Por ejemplo, para facilitar su aceptación, puede mezclarse con purés de verduras.

“En cuanto a la frecuencia, los bebés pueden consumir huevo entre dos y tres veces por semana durante el primer año de vida, e incluso más si es bien tolerado. Después del año, puede aumentarse a tres o cuatro veces por semana. Si bien no hay un momento específico del día para incluirlo, este alimento puede formar parte del desayuno o del almuerzo”, recomendó la licenciada Giacchetti.
Si hay antecedentes familiares o signos de dermatitis atópica, se recomienda introducir primero la yema cocida y observar posibles reacciones. Ante cualquier síntoma como urticaria o vómitos, consulte al pediatra de inmediato.
Asimismo, la pediatra de Cleveland Clinic mencionó que, tras la introducción del huevo, debe observarse cuidadosamente al bebé durante las horas siguientes. Los síntomas de una reacción alérgica pueden incluir urticaria, hinchazón, vómitos, diarrea, dificultad para respirar o anafilaxia. Por lo tanto, ante cualquier signo de alarma, se debe buscar atención médica inmediata.
¿Cuáles son los principales beneficios del huevo en la alimentación infantil?
El huevo es uno de los alimentos más completos para los primeros años de vida. De acuerdo con los especialistas, es una excelente fuente de proteínas de alta calidad y contiene nutrientes esenciales como vitamina B12, vitamina D y folato, fundamentales para el desarrollo del sistema nervioso y la construcción celular en los bebés.
“La clara de huevo aporta aproximadamente el 60% del total de proteínas del huevo y no contiene grasa, mientras que la yema tiene más grasas saturadas y colesterol, pero también es rica en vitaminas liposolubles (A, D, E, K) y colina”, afirmó la pediatra.
El doctor Edison Ríos agregó que el huevo también aporta micronutrientes esenciales como hierro, zinc, potasio y calcio, así como aminoácidos clave, importantes para el desarrollo neurológico.
Milenka Duarte, El Comercio/GDA