¿Qué hacer después de un exceso de comida? Hábitos que sí funcionan y mitos frecuentes

Después de una comida abundante, un exceso puntual no pone en riesgo la salud. Con hábitos simples y sin medidas extremas, el cuerpo puede recuperarse y volver al equilibrio sin culpa.

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Foto: Unsplash.

Redacción El País
Después de una comida abundante —típica de las fiestas y celebraciones— es común que aparezca casi de inmediato la preocupación por haber comido de más.

Sin embargo, los especialistas coinciden en que un exceso puntual no representa un riesgo para la salud a largo plazo si, en general, la alimentación cotidiana es equilibrada.

La profesora de Kinesiología, Nutrición y Salud de la Universidad de Miami, Bryn Beeder, explica que el organismo humano está preparado para enfrentar episodios aislados de ingesta elevada sin consecuencias permanentes. El aparato digestivo activa una serie de procesos mecánicos y químicos destinados a descomponer carbohidratos, proteínas y grasas, transformarlos en energía y sostener las funciones biológicas habituales.

Cuando la cantidad de comida ingerida supera lo habitual, la digestión se enlentece. El tracto gastrointestinal necesita más tiempo para procesar ese volumen extra, especialmente cuando predominan proteínas y grasas, que demandan mayor esfuerzo digestivo y prolongan la sensación de saciedad. Esta combinación suele traducirse en molestias como pesadez estomacal, distensión abdominal y una incomodidad generalizada.

Mujer, comida, atracón
Mujer come bizcochos y pasteles en exceso.
Foto: Freepik.

Ese ritmo digestivo más lento explica síntomas frecuentes tras un festín: expansión del estómago, acidez, dolor abdominal, náuseas, gases e hinchazón. A su vez, una parte importante de la energía del cuerpo se dirige al sistema digestivo, lo que ayuda a entender la sensación de cansancio o somnolencia que muchas personas experimentan luego de una comida copiosa.

Incluso antes de empezar a comer, el organismo se anticipa. La simple visión, el olor o el pensamiento de los alimentos estimula la producción de saliva y de ácido gástrico. Una vez finalizada la ingesta abundante, esa concentración de recursos en el aparato digestivo se mantiene hasta que los alimentos avanzan hacia el intestino delgado y continúa la absorción de nutrientes.

Comida, sándwich
Mujer come sándwich.
Foto: Freepik.

Para el día siguiente, los expertos recomiendan estrategias simples orientadas a aliviar las molestias, sin recurrir a medidas extremas. Mantenerse en posición erguida después de comer —evitando recostarse— ayuda a reducir la acidez y el dolor estomacal. Permanecer sentado o de pie durante al menos dos o tres horas favorece un tránsito gástrico más cómodo.

También se sugiere realizar una caminata suave de entre 10 y 15 minutos, que estimula el movimiento natural del aparato digestivo y mejora el flujo sanguíneo hacia el tracto gastrointestinal. Beeder enfatiza que el objetivo debe ser aliviar los síntomas y no “castigar” al cuerpo: ni la automedicación sin control ni los ayunos compensatorios agresivos son necesarios desde el punto de vista fisiológico para compensar una noche de excesos.

Un solo día de ingesta elevada no provoca un aumento de peso permanente ni cambios significativos en la salud física. Lo que sí puede resultar perjudicial es la culpa recurrente y una relación tensa con la comida. Por eso, la especialista invita a dejar de clasificar los alimentos como “buenos” o “malos” en términos morales, ya que ese enfoque refuerza ciclos de restricción y descontrol.

Finalmente, los especialistas recuerdan que las comidas festivas cumplen un rol emocional importante. Un exceso puntual no compromete la salud a largo plazo y, en cambio, suele estar asociado a momentos compartidos y significativos. Entenderlo permite transitar el día después con más calma, retomando gradualmente los hábitos habituales sin dramatizar ni penalizar al cuerpo por haber celebrado.

En base a El Tiempo/GDA

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