Redacción El País
Investigaciones recientes apuntan a una posible relación entre el consumo de edulcorantes artificiales y un deterioro más acelerado de las funciones cognitivas. Estos compuestos, presentes de manera masiva en los alimentos ultraprocesados, podrían estar contribuyendo al envejecimiento prematuro del cerebro.
Los ultraprocesados —desde gaseosas y snacks envasados hasta comidas congeladas listas para calentar— combinan azúcares, aceites, almidones y aditivos como colorantes o emulsionantes. Un estudio de gran escala, con 10.000 participantes seguidos durante ocho años, mostró que quienes abusaban de estos productos presentaban un deterioro de la memoria y la concentración hasta un 28% mayor que quienes los consumían en menor medida.
Los especialistas señalan que la inflamación y los daños cerebrovasculares podrían estar detrás de este fenómeno. Dentro de los edulcorantes artificiales más cuestionados figuran el aspartamo, acesulfamo-K, eritritol, xilitol, sorbitol, tagatosa y sacarina. En particular, esta última ha sido vinculada en un estudio de caso con un aumento del riesgo de Alzheimer.
La literatura científica también ha sugerido conexiones entre estos compuestos y problemas como la depresión, las cefaleas recurrentes e incluso la progresión de enfermedades neurodegenerativas. Aunque no todas las investigaciones muestran resultados concluyentes, la evidencia crece en la misma dirección: conviene ser cautelosos.
La Organización Mundial de la Salud recuerda que para proteger la salud cerebral no basta con vigilar el consumo de edulcorantes. Una dieta equilibrada, el descanso suficiente, la gestión de enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión y evitar el tabaco y el exceso de alcohol son pilares básicos.
En definitiva, reducir la ingesta de ultraprocesados y volver a una alimentación más natural se perfila como una de las estrategias más efectivas para cuidar la memoria, la concentración y la función ejecutiva a lo largo de la vida.
En base a El Tiempo/GDA
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