Lo que comemos también se huele: cómo la dieta define nuestro olor corporal, según la ciencia

El olor del cuerpo parece ser un reflejo de nuestro estado interno y en cierto modo, una carta de presentación ante el mundo, que empieza en el plato.

Mal olor
Mal olor.
Foto: Freepik.

Redacción El País
La comida que ingerimos influye directamente en cómo huele nuestro cuerpo. El punto de partida es simple: el sudor es prácticamente inodoro cuando sale del cuerpo. El problema aparece cuando entra en contacto con las bacterias de la piel. Es ahí donde la composición del sudor —determinada por la alimentación— marca la diferencia.

Los alimentos con compuestos sulfurados son los grandes protagonistas de los olores intensos. Ajo, cebolla y crucíferas liberan sustancias volátiles que, tras ser metabolizadas, se eliminan por los poros y dejan un aroma penetrante. Las especias fuertes, como curry, comino o fenogreco, también dejan una huella persistente en la piel y la ropa.

La carne roja no es inocente: aunque las proteínas que libera el cuerpo durante la digestión carecen de olor, cuando se combinan con bacterias en la piel el resultado es un sudor más intenso. El alcohol también deja su marca, ya que se transforma en ácido acético, que se expulsa tanto a través del aliento como del sudor.

Carne al horno
Carne al horno
Foto: Freepik

Ante estos cambios, especialistas de la Cleveland Clinic recomiendan observar la dieta y ajustar ciertos hábitos —como moderar carnes rojas o alimentos azufrados— para lograr un aroma corporal más fresco. Una hidratación adecuada también ayuda.

Un estudio publicado por la Universidad Macquarie fue aún más lejos y puso esta hipótesis a prueba. Cuarenta hombres participaron siguiendo reglas estrictas: nada de desodorante, perfumes ni jabones perfumados; camisetas de algodón para entrenar y, luego, evaluación olfativa.

Nueve mujeres calificaron la intensidad y el agrado del olor. Los resultados fueron contundentes:

  • Quienes habían comido frutas y verduras fueron percibidos como más agradables, con aromas descritos como “dulces” o “florales”.
  • Los que consumieron carne, soja o huevos obtuvieron puntajes más bajos: sus muestras desprendían un olor fuerte y menos atractivo.
  • Las dietas cargadas de carbohidratos refinados recibieron las peores evaluaciones, con descripciones como “horrible” o “muy desagradable”.
Mal olor
Mujer tapándose la nariz por el mal olor.
Foto: Freepik.

Un indicador de salud… y de atractivo

Este trabajo coincide con otro estudio de la misma universidad, publicado en Evolution and Human Behavior en 2017. En esa investigación, los científicos midieron los niveles de carotenoides en la piel —pigmentos que reflejan el consumo de frutas y verduras— y hallaron una correlación directa: cuanto más alto era el nivel, más agradable resultaba el olor corporal para las mujeres que evaluaron las muestras.

El patrón se repitió: dietas basadas en vegetales resultaron en aromas más suaves y dulces; en cambio, menús abundantes en carnes procesadas y carbohidratos se asociaron con sudores más fuertes y menos atractivos.

Los autores incluso sugieren que el olfato podría funcionar como un mecanismo evolutivo para detectar estados de salud y elegir pareja.

El olor del cuerpo, aunque muchas veces pasa desapercibido, parece ser un reflejo más de nuestro estado interno. Y, en cierto modo, una carta de presentación biológica que empieza en el plato.

En base a El Tiempo/GDA

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