Redacción El País
El debate entre salmón y atún divide tanto a nutricionistas como a quienes buscan una alimentación saludable. Ambos pescados son excelentes fuentes de proteínas y grasas buenas, pero presentan diferencias clave que pueden influir según tus objetivos: perder peso, ganar energía o cuidar la salud cardiovascular.
Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), 100 gramos de salmón del Atlántico aportan unas 197 calorías, 20 g de proteína y 13 g de grasa, mientras que el atún rojo ofrece 144 calorías, 23 g de proteína y solo 5 g de grasa. Ninguno contiene carbohidratos, por lo que ambos son fuentes puras de nutrientes esenciales. En resumen: el salmón es más graso y energético; el atún, más magro y ligero.
El poder del salmón: omega-3, vitamina D y energía sostenida
El característico tono anaranjado del salmón revela su riqueza en ácidos grasos omega-3, fundamentales para el corazón, el cerebro y la producción de energía.
De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud (NIH), estos ácidos grasos combaten la inflamación y fortalecen el sistema cardiovascular.
La dietista Jordan Hill, citada por Prevention, destaca que el salmón contiene los tipos de omega-3 que el cuerpo aprovecha de inmediato. Además, su vitamina D refuerza los huesos y el sistema inmunológico, mientras que el selenio favorece el equilibrio hormonal.
Los expertos recomiendan cocinar el salmón al vapor, al horno o a la plancha, para conservar sus propiedades y evitar el exceso de grasa o sodio. La moderación es clave para mantener sus beneficios nutricionales.
El perfil del atún: saciedad con pocas calorías
El atún destaca por su bajo contenido calórico y alto poder saciante. Es ideal para quienes buscan una dieta para perder peso sin sacrificar la masa muscular.
Una porción puede cubrir hasta el 66 % del requerimiento diario de selenio, mineral que regula la función tiroidea y fortalece las defensas inmunológicas.
Una revisión en Frontiers in Endocrinology indica que el selenio podría incluso ayudar a prevenir enfermedades autoinmunes como la tiroiditis de Hashimoto.
Sin embargo, se debe tener precaución con el contenido de mercurio, que varía según la especie. Se aconseja elegir atún claro enlatado, más seguro que el blanco o de aleta amarilla, especialmente para mujeres embarazadas o lactantes, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Perder peso y ganar energía: la combinación ideal
Tanto el salmón como el atún son aliados para bajar de peso de manera saludable. Su alto contenido de proteínas prolonga la saciedad, reduce el apetito y ayuda a controlar la grasa corporal, según un estudio de Obesity Science & Practice.
El salmón, gracias a sus omega-3, estimula el metabolismo y aporta energía sostenida.
El atún, en cambio, ayuda a lograr un déficit calórico sin pérdida muscular.
Los nutricionistas coinciden: alternar ambos pescados dos o tres veces por semana es la mejor estrategia para fortalecer el corazón, mantener el peso y mejorar la vitalidad.
En definitiva, no se trata de elegir cuál es mejor, sino de combinarlos inteligentemente dentro de una dieta equilibrada. En esa variedad está la verdadera fórmula del bienestar.