Redacción El País
No es ningún secreto que la alimentación es fundamental para la salud y esencial para mantenernos activos. No solo nos proporciona la energía necesaria para afrontar el día, sino que influye directamente en nuestro metabolismo, bienestar y funcionamiento intestinal.
No solo importa qué comemos, sino también cómo preparamos y almacenamos los alimentos. Estas decisiones pueden marcar la diferencia en la digestión, el control de peso y la prevención de enfermedades.
Aunque la preparación de los alimentos varía según la cultura, hay un producto que se encuentra en casi todas las cocinas: el pan. Este alimento ha acompañado a la humanidad durante siglos y forma parte de desayunos, almuerzos y cenas gracias a su aporte de carbohidratos y proteínas vegetales.
Una de las prácticas más comunes es congelar el pan, ya sea por costumbre o por conveniencia, para tenerlo disponible sin necesidad de comprarlo fresco cada día. Sin embargo, aún hay debate sobre cuál es la mejor manera de almacenarlo y qué tipo de pan ofrece mayores beneficios.
Cómo mejora la salud intestinal
La médica especializada en microbiota Sara Marín explica que conservar el pan en el congelador no solo evita el desperdicio, sino que también favorece la salud intestinal.
“Si congelás el pan y sacás una rebanada para tostarla, gran parte del carbohidrato se convierte en fibra prebiótica”, afirma.
“Esto reduce el pico de glucosa, mejora la digestión y produce menos inflamación y gases”, añade.
Entre los beneficios principales del pan congelado está la conversión parcial del almidón en almidón resistente, un tipo de fibra que no se digiere en el intestino delgado y llega al intestino grueso intacta. Allí sirve de alimento para las bacterias beneficiosas de la microbiota. La fermentación produce butirato, un ácido graso de cadena corta con propiedades antiinflamatorias.
Marín resume: “Es la comida favorita de tu microbiota. El butirato que se produce reduce la inflamación y la neuroinflamación, regula el sistema inmune y disminuye la permeabilidad intestinal”.
Evidencia científica
La ciencia respalda estos beneficios. Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition, citado por La Vanguardia, muestra que el consumo de almidón resistente aumenta la producción de butirato, mejora la microbiota intestinal, reduce la inflamación y favorece la sensibilidad a la insulina.
No todos los panes son iguales. Los más recomendados son integrales y ricos en fibra, mientras que los ultraprocesados con exceso de azúcar ofrecen menos beneficios para la salud intestinal.
En base a El Tiempo/GDA