Redacción El País
Cuidar lo que comemos es una de las formas más simples y poderosas de proteger la salud. Una dieta equilibrada no solo mejora los niveles de energía y fortalece las defensas, sino que también contribuye a envejecer con vitalidad. En tiempos en que los productos ultraprocesados dominan las góndolas, aprender a elegir bien los alimentos se vuelve un acto de autocuidado cotidiano.
La avalancha de consejos y tendencias nutricionales puede resultar abrumadora. Sin embargo, los especialistas son claros: el verdadero cambio llega con hábitos sostenibles, no con soluciones rápidas. Comer bien implica crear una relación sana con los alimentos y dar pasos pequeños, pero constantes, que promuevan el bienestar físico y mental.
Claves para una alimentación equilibrada
- Volver a lo natural. La base de una buena alimentación está en los alimentos enteros: frutas frescas, verduras, legumbres, granos integrales, frutos secos y proteínas magras. En su estado más simple, estos alimentos aportan los nutrientes esenciales que el cuerpo necesita para funcionar al máximo.
- Alejarse de los ultraprocesados. Reducir el consumo de productos cargados de azúcar, grasas trans, sodio y aditivos es fundamental. Al hacerlo, se disminuye la inflamación y el riesgo de enfermedades metabólicas.
- No descuidar la hidratación. Beber agua a lo largo del día —y no solo cuando aparece la sed— mantiene el equilibrio interno. Un vaso antes de cada comida favorece la digestión y ayuda a controlar el apetito.
- Planificar para elegir mejor. Organizar los menús semanales o adelantar la preparación de algunos ingredientes (como verduras cortadas o legumbres cocidas) facilita mantener el rumbo cuando el tiempo escasea. Comer sin prisa y disfrutar cada bocado también ayuda a conectar con las señales reales del cuerpo.
- Combinar proteína y fibra en cada comida. Ambos nutrientes son aliados del bienestar: estabilizan la energía, regulan la glucosa y prolongan la saciedad. Pollo, pescado, huevos, legumbres o tofu son buenas fuentes de proteína; frutas, verduras y cereales integrales, de fibra.
Adoptar una rutina alimentaria más consciente no exige cambios drásticos, sino constancia. Con el tiempo, estos hábitos se traducen en más energía, menos riesgo de enfermedades y una mejor calidad de vida. Comer bien no es una moda: es una forma de cuidarse.
En base a El Universal/GDA