Santiago Bilinkis y la peor estafa para la salud: "No es hacer más cosas sino estar más en cada cosa que hacés"

De acuerdo al divulgador científico, la clave del rendimiento y de las buenas ideas no es acelerar el ritmo; descubrí cómo hacer para mejorar los resultados y tu salud al mismo tiempo.

Multitasking, estrés
Hombre en la oficina abrumado, trabajando multitarea.
Foto: Freepik/IA.

Redacción El País
El emprendedor y divulgador científico Santiago Bilinkis lo plantea sin rodeos: “El estrés crónico, sostenido y voluntario es la peor estafa para la salud y el bienestar”. No se trata solo de un mal hábito, sino de una trampa cotidiana que aceptamos como si no hubiera alternativa. Y ciertamente no sirve para rendir más.

Para describir esa lógica, Bilinkis recurre a una imagen sencilla: vas por la autopista a 130 km/h, tenso, cambiando de carril, haciendo luces para que el de adelante se corra. En el carril de al lado, otra persona avanza a 100 km/h, manteniendo distancia, escuchando música. La diferencia entre esos dos estilos de vida —porque de eso se trata—, en un trayecto de 30 kilómetros, representa apenas cuatro minutos de ventaja. Cuatro minutos a cambio de estrés, enojo, riesgo y agotamiento.

Estrés, multitasking
Mujer estresada por sus tareas pendientes.
Foto: Freepik.

La ciencia detrás del exceso de exigencia

Bilinkis recuerda que, hace más de un siglo, los psicólogos Robert Yerkes y John Dodson demostraron algo que solemos olvidar: el rendimiento no mejora de forma lineal cuanto más nos exigimos. Existe un punto óptimo —ni demasiado bajo ni demasiado alto— en el que la tensión es justa, la adrenalina está bajo control y la mente funciona con claridad.

Cuando la presión sube más allá de ese umbral, aparece lo contrario a lo que se busca: saturación, bloqueo mental, cansancio y errores. “Hemos confundido la velocidad con la intensidad”, advierte el experto en sus redes sociales. Y agrega: “No es hacer más cosas sino estar más en cada cosa que hacés”. Es la diferencia entre tragar una comida y saborearla; entre correr de una reunión a otra y permitir momentos de pausa donde surgen las buenas ideas: en la ducha, caminando, mirando por la ventana.

En un mundo que idolatra la productividad acelerada, Bilinkis propone exactamente lo contrario: “Animarse a bajar un cambio”. No como un lujo, sino como una estrategia inteligente para preservar la salud y mejorar la calidad del día a día.

Meditación
Personas meditando en el trabajo.
Fotos: Freepik.

Cómo bajar el ritmo de verdad: lo que dice la ciencia

La teoría es clara, pero llevarla a la práctica puede ser un desafío. Sin embargo, la evidencia científica ofrece caminos concretos para empezar a desacelerar:

  1. Micro-pausas. Estudios muestran que pequeñas interrupciones cada 60–90 minutos reducen la activación fisiológica del estrés y mejoran la atención. No hace falta mucho: respirar profundo, estirarse o simplemente mirar algo distinto.
  2. Limitar la multitarea. Saltar entre tareas aumenta hasta un 40% los errores y el tiempo total dedicado a cada actividad. La recomendación es concentrarse en una sola cosa, incluso si parece más lento.
  3. Rituales de transición. Cambiar de actividad sin arrastrar la tensión previa ayuda a regular el sistema nervioso. Un paseo breve, un vaso de agua, escuchar un minuto de música. El cerebro responde bien a señales pequeñas y repetidas.
  4. Dormir lo suficiente (y defender ese horario). La falta de sueño vuelve al cuerpo más reactivo al estrés. Dormir menos de 7 horas aumenta los niveles de cortisol y disminuye la capacidad de concentración y autocontrol.
  5. Practicar “monotasking presente”. Es una técnica usada en programas de reducción de estrés: elegir una acción cotidiana —lavarse los dientes, cocinar, preparar café— y hacerla con atención deliberada. Es un entrenamiento para el foco y una forma concreta de “estar más en cada cosa”.
  6. Reducir la velocidad física. Caminar más lento, comer más lento, hablar más lento. La velocidad corporal influye directamente en la velocidad mental. Estudios en neuropsicología muestran que bajar el ritmo del movimiento reduce la ansiedad en pocos minutos.
  7. Recuperar espacios sin estímulos. Momentos sin pantallas, sin audios, sin notificaciones. No para “ser productivo”, sino para permitir que el cerebro entre en modo difuso, un estado vinculado a la creatividad y a la resolución de problemas.

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