Ánima: Progreso e integración social a través de un paradigma educativo que incluye trabajo remunerado

La organización educativa Ánima y su programa Finest tiene como finalidad la integración de adolescentes y jóvenes al mercado laboral mediante una modalidad que apunta a completar el bachillerato.

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Foto: Anima.

Uno de los grandes malestares de muchas sociedades contemporáneas es que progresar parece estar cada vez más vedado, en particular si uno proviene de una clase social menos privilegiada.

Tanto el mercado laboral como el inmobiliario aparecen como lejanos espejismos, siempre a la misma distancia por más pasos que se den en esa dirección.

Algunos le echarán la culpa a la generación de los baby boomers; otros a la agudización de las contradicciones entre los impulsos globalizantes y el aislacionismo que actualmente predomina en los Estados Unidos. Otros aun señalarán el advenimiento de dispositivos como la inteligencia artificial.

Lo cierto es que el camino hacia un trabajo que dignifique y otorgue un sustento material se presenta como cada vez más empinado.

Por eso la organización educativa Ánima viene trabajando desde hace años: para facilitarle la vía a aquellos que deseen tener una chance en el mercado laboral.

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Ximena Sommer.
Foto: Ánima.

La directora de Ánima, Ximena Sommer explica las intenciones y los alcances de las acciones de la organización: “Lo que buscamos es generar las condiciones —además de acompañarlos— para que aquellos adolescentes y jóvenes de contextos sociales desfavorecidos que no tienen el bachillerato completo, puedan completarlo”, explica Sommer, en el entendido de que el camino hacia una situación de vida más protegida pasa —entre otros factores— por la vía de la educación.

Es de esa manera que la organización trabaja desde 2016 con un universo de adolescentes y jóvenes.

Pero más recientemente, los integrantes de Anima notaron otro universo de personas que tenía sus propias dificultades para encontrar un lugar en el mercado de trabajo: aquellos que ya superaron la adolescencia y que —por una razón u otra— no pudieron alcanzar el bachillerato.

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Foto: Ánima.

Hacia ellos apunta el programa Finest, que encara su trabajo bajo ciertas condiciones, la más importante de ellas es que quien aspire a formar parte de Finest debe tener aproximadamente 50% del bachillerato completado. Anima aporta la mitad restante, en una modalidad, como dice Sommer, “dual”. Eso quiere decir que el o la estudiante pueden realizar su aprendizaje al mismo tiempo que trabajan.

—¿Cuántas personas integran lo que podría llamarse una “generación” de Finest?

—150 jóvenes. El programa se inspira en experiencias educativas en Alemania, y abarca a un rango edad que va de los 18 a los 29. Si cumplís con esos requisitos, más el ya mencionado 50% del bachillerato hecho, podés formar parte de Finest en modalidad dual, lo cual amplía el capital social de esos jóvenes.

—¿Qué evaluación se hace desde Anima de las particularidades de esos adolescentes y jóvenes?

—Una de las cosas que hemos notado es que las barreras son cada vez más.

—¿En qué sentido?

—En el sentido de que la deserción educativa sigue teniendo altos índices, tal como el desempleo juvenil. También que es muy grande la brecha cultural y de competencias entre jóvenes y empleadores. Es cada vez más difícil para un joven tener una inserción laboral El paradigma actual donde todos “corremos”, donde los ritmos son cada vez más vertiginosos, complejizan el proceso de acompañar una trayectoria educativa. Los tiempos propios de un aprendizaje no tienen lugar en una cultura que está muy basada en resultados. Es un paradigma que, me parece, tenemos que aprender a cambiar. Porque no van a haber "seniors" en las empresas si primero no hay "juniors". Si nadie les da una oportunidad de integrarlos a sus equipos, no va a haber innovación, diversidad e inclusión.

El mundo empresarial es una de las patas que forman parte del incipiente paradigma Finest. Anima exhorta a distintas empresas y marcas a formar parte de dicho paradigma, a través de la denominación “Puente”. Y hasta ahora se han sumado compañías como Montevideo Shopping, Tres Cruces Shopping Center, Kinko, Saman y El País, entre muchas otras.

—¿Y cómo ha sido, hasta ahora, el vínculo con aquellas empresas que se han abierto a lo que ustedes han propuesto?

—Hemos acompañado 500 experiencias educativas, y trabajado con aproximadamente 150 empresas. Lo que hemos visto es que cuando una empresa abre sus puertas, surgen muchas preguntas y experiencias nuevas que desafían a los patrones culturales contemporáneos, y que todo eso enriquece a las conversaciones, los vínculos y el respeto. Esto más allá de lo que significa en sí que un joven tenga su primera oportunidad laboral. Por eso para nosotros, hoy las empresas tienen un papel sumamente importante a desempeñar, como formadoras de competencias y, como dice el nombre, como un puente en nuestra sociedad.

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