Redacción El País
Las luces, los aromas de comidas típicas, las canciones que se repiten cada diciembre: para muchas personas, las fiestas funcionan como un portal directo a otros tiempos. Sin previo aviso, un recuerdo de la infancia, un momento en familia o una escena que parecía olvidada vuelve con una fuerza inesperada. Esa sensación tan particular tiene nombre: nostalgia.
Desde la psicología, este fenómeno está profundamente ligado a las tradiciones que se repiten año tras año. Según explica Susan Albers, psicóloga de la Clínica Cleveland, estos rituales funcionan como disparadores emocionales que reactivan recuerdos cargados de significado personal.
La nostalgia suele definirse como una emoción compleja, en la que conviven el disfrute del recuerdo con una leve cuota de tristeza. Esa mezcla de bienestar y añoranza le da su carácter agridulce. Sin embargo, lejos de ser negativa en sí misma, puede cumplir una función emocional importante.
Revivir actividades compartidas con seres queridos, retomar pasatiempos o repetir costumbres familiares suele generar una sensación de conexión y pertenencia. Incluso pequeñas escenas —como sentarse a ver una película navideña o preparar una comida típica— pueden despertar memorias vívidas, sobre todo las relacionadas con la infancia. Por ese motivo, ciertos sabores y clásicos del cine resultan reconfortantes temporada tras temporada.
Además, estas evocaciones pueden actuar como un respiro frente al estrés que muchas veces acompaña a las fiestas, ayudando a mejorar el estado de ánimo y generando una pausa emocional en medio de las exigencias del cierre de año.
Aunque la nostalgia suele tener un costado reparador, también puede transformarse en una carga. Cuando el recuerdo se vuelve excesivo, existe el riesgo de quedar emocionalmente atrapado en lo que ya no está. En esos casos, la evocación de tradiciones que dejaron de existir o de personas que faltan puede intensificar la tristeza y acentuar la sensación de pérdida.
Ese anclaje permanente en el pasado puede volver más difícil disfrutar del presente, generando una sensación de pesadez emocional que opaca el sentido de celebración.
Claves para transitar la nostalgia sin que abrume
Para evitar que estos sentimientos se vuelvan desbordantes durante las fiestas, los especialistas recomiendan algunas estrategias simples pero efectivas:
- Poner el foco en el presente para reducir la carga emocional asociada a los recuerdos.
- Animarse a crear nuevas tradiciones que sumen experiencias distintas.
- Buscar un equilibrio entre la memoria afectiva del pasado y las vivencias actuales.
- Priorizar prácticas que favorezcan el bienestar emocional y la conexión con el aquí y ahora.
La nostalgia forma parte del clima emocional de las fiestas. Bien manejada, puede ser una fuente de calidez y conexión; mal canalizada, un recordatorio doloroso de lo que ya no es. Aprender a convivir con ella, sin quedar atrapado en el pasado, es parte del desafío emocional de esta época del año.
En base a El Tiempo/GDA
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