La clave emocional de las vacaciones: el aburrimiento que tus hijos necesitan para ser más creativos y autónomos

Descubrí cómo la capacidad de estar solo es el pilar de la autonomía. Te explicamos por qué la estructura flexible y el juego libre son esenciales para el desarrollo socioemocional de tus hijos en verano.

Niños jugando.
Niños jugando.
Foto: Freepik.

Por Pilar Laborde*
Las vacaciones suelen vivirse como un paréntesis, un momento para dejar atrás las corridas, las rutinas, los horarios y todo aquello que marca el ritmo del año. Pero cuando en una casa hay niños pequeños, este cambio de ritmo tiene cierta complejidad. ¿Qué se flexibiliza? ¿Qué se sostiene? ¿Cómo acompañar a los niños en este tiempo que, aunque más relajado, también requiere de orden, anclajes y estructuras?

Lo primero es recordar que las rutinas no desaparecen en las vacaciones, pero si se transforman. Comer, dormir, bañarse, jugar, siguen siendo rituales que organizan el día y, sobre todo, aportan previsibilidad emocional. Los horarios pueden moverse, volverse más laxos, pero la estructura sigue siendo un sostén necesario. Cuando un niño sabe qué viene después, se siente más seguro.

Junto a esa base, hay un enorme terreno para el disfrute. Las vacaciones abren un espacio propicio para el juego libre que no está apurado por la salida a la escuela, actividades extracurriculares ni condicionado por compromisos que cumplir. Correr en el parque, trepar, subir dunas, aprender a andar en bicicleta o embarrarse, no solo son momentos de diversión, sino que también ofrecen experiencias de desarrollo motor, de autonomía y de exploración del propio cuerpo.

Lo mismo ocurre con las habilidades manuales como atarse los cordones, cocinar, dibujar, jugar con arena o tierra. Son grandes oportunidades para fortalecer la motricidad manual, la creatividad y la independencia. No necesitan de materiales sofisticados, simplemente tiempo, disponibilidad y la libertad de poder hacer.

Las vacaciones también son un tiempo ideal para aprender a vivir con el aburrimiento. Contrario a lo que solemos creer, este puede ser una puerta de entrada a la imaginación. Al aburrirse, surgen ideas, juegos inventados y soluciones creativas. El aburrimiento les enseña a disfrutar de un tiempo de “no hacer nada” y a encontrar sus propios recursos para divertirse. Es importante no llenarlos de actividades o planes para que el día sea más divertido.

niña verano

Donald Winnicott, pediatra y psicoanalista inglés, desarrolló el concepto de “la capacidad de estar solo”. La capacidad de estar solo se refiere a la fortaleza emocional para disfrutar de la propia compañía sin sentirse aislado ni ansioso. Esta habilidad se desarrolla en la infancia a través de la experiencia de estar en presencia de un ambiente seguro y receptivo, lo que le permite al niño internalizar una sensación de confianza y gratificación sostenida. Es un logro emocional que depende de las primeras experiencias del niño con sus figuras de cuidado. Con el tiempo, esta sensación de seguridad se internaliza, lo que le permite a las personas sentirse cómodas en soledad incluso sin la presencia física de alguien.

La capacidad de estar solo es un pilar en el desarrollo socioemocional, porque les permite a los niños autorregularse (tolerar momentos de quietud, espera y frustración), crear y jugar de manera más libre sin depender del adulto para cada paso, desarrollar la vida interna (pensamientos, fantasía, creatividad) y construir autonomía emocional.

Dia de calor en Montevideo
Niños en juegos de agua del Parque Villa Dolores en dia de calor en la ciudad de Montevideo, verano, altas temperaturas, estado del tiempo, ND 20240206, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Para favorecer esta capacidad de “estar solo en presencia de otros”, es importante estar cerca mientras el niño juega, sin dirigir ni intervenir demasiado, evitando llenar todos los espacios con estímulos, permitiendo tiempos de juego libre y espontáneo, y acompañando con presencia y calma, sin sobreestimulación.

Las vacaciones entonces pueden ser una gran oportunidad para desacelerar, para conectar, y propiciar experiencias de aprendizaje simples y significativas. Acompañando sin invadir, observando sin dirigir. Los niños necesitan saber que cuentan con adultos disponibles y accesibles que ofrecen un marco seguro y confiable desde el cual explorar el mundo.

* Licenciada en Psicomotricidad, Magister en Psicología Sistémica

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