La mente es todo: ya lo dijo Buda en una de sus frases más populares. El hipnotizador uruguayo Fabio Puentes lo sabe desde pequeño y lo comprobó aún más durante los 30 años que trabajó en el Hospital de Clínicas de San Pablo, Brasil. Allí alivió el dolor de más de 8.000 pacientes mediante la hipnosis clínica.
Hoy, con 76 años, vive en Tacuarembó, Uruguay, y sigue aprendiendo y trabajando. Pronto inaugurará una clínica de hipnoparto en Montevideo —junto a un equipo multidisciplinario de médicos— con el fin de reducir el miedo, el dolor y la ansiedad durante el parto. Conversó con El País acerca de su experiencia y sobre esta nueva propuesta.
— ¿Cómo llegó a la hipnosis clínica?
— Comencé a hacer hipnosis con 11 años de edad y me dediqué al entretenimiento porque aún no entendía mucho cómo funcionaba. Con el tiempo, gané experiencia y empecé a hacer más presentaciones. Viajaba a Estados Unidos, Costa Rica, Puerto Rico, Cuba, España, Portugal, Italia, Sudamérica toda… En 1993, el empresario y conductor de televisión Silvio Santos asistió a un show mío en Miami y me invitó a hacer una presentación de ocho minutos en el Sistema Brasileiro de Televisão (SBT). Me quedé 31 años en Brasil porque el equipo del Hospital de Clínicas de San Pablo me vio y creyó en la posibilidad de utilizar la hipnosis clínicamente.
— ¿Sabía algo acerca de esa posibilidad?
— Sí, pero no mucho. Aprendí muchísimo en el hospital; sobre todo, porque hicimos pesquisas e investigaciones que incluso ganaron premios en Estados Unidos.
— ¿Todo lo que sabía de hipnosis hasta ese momento lo había aprendido por su cuenta?
— Inicialmente, sí. Me había enterado que mi abuelo materno hacía hipnosis; era coronel en el ejército uruguayo y practicaba mucho con sus soldados. Fui a varios espectáculos con él y conocí hipnotizadores que venían sobre todo de Europa, y ahí me di cuenta de que me gustaba. Luego hice varios cursos y continué estudiando hasta ahora, que sigo aprendiendo y creciendo. Eso fue lo que me dio un diferencial… Tanto así que tengo un consultorio pronto para inaugurar en Italia, en el Celio, el hospital militar más grande de ese país. Hace unos días me llamó el jefe y me preguntó si iré o no.
— ¿Y qué hará?
— Lo que pasa es que la cabeza quiere, pero el cuerpo no. Tengo 76 años. Pero pienso que sí, que iré. Morir en Roma es otra cosa, ¿no?
— Volviendo a la hipnosis, ¿qué es lo que hace que nuestro cerebro sea hipnotizable? ¿Cómo es posible?
— Primero, es importante separar dos cosas: el cerebro y la mente. El cerebro es el hardware, la parte rígida y tangible. Ahí trabajan los médicos con las enfermedades. Y la mente es el software, la parte intangible. No existe físicamente, pero es la que comanda al cerebro. Ahí es donde trabajo yo. Por ejemplo, si una persona tiene bursitis, ni siquiera preciso saber lo que es; lo que importa es cómo es el dolor para el paciente. Entonces, si éste me dice que se siente “como la mordida de un perro”, le pregunto de qué tamaño es el perro y qué color tiene. Imaginemos que me dice grande, como un dóberman, y negro. Le pido que se imagine la mordida de un dóberman negro en su hombro y le pregunto en una escala del 1 al 10 qué tan doloroso es. Luego, le digo que imagine al perro de color rosa, y enseguida la mente le indica al cerebro: ‘Rosado es menos violento que negro’. Éste, que es dinámico y perfecto, segrega una sustancia llamada endorfina, que alivia el dolor. A continuación, le pido al paciente que imagine que el perro es un caniche rosa. Y el dolor se alivia aún más. Hasta que terminamos con la imagen de un perro de peluche pasando su lengua por el hombro de la persona. No es magia: es la mente comandando al cerebro para que segregue endorfinas.
— ¿La hipnosis clínica se usa solamente para aliviar el dolor?
— Yo me especialicé en alivio del dolor, pero también sirve para otras cosas como depresiones o vicios. Pero hay que saber manejarlo porque, por ejemplo, puedo sacarle a alguien la adicción al cigarrillo, pero, si no tiene un sustituto para la ansiedad, porque fuma por ansiedad, lo mato. De la misma forma, no puedo sacar un dolor si no sé la causa. Un dolor de cabeza, por ejemplo… ¿Y si es un aneurisma? ¿Y si es un tumor? Por eso, siempre trabajé junto a los médicos. En San Pablo, por ejemplo, eran alrededor de 30 especialistas los que formaban parte del área de alivio del dolor: neurólogos, cardiólogos, psicólogos, dentistas… Y yo hacía hipnosis.
Trabajé mucho en Brasil con dentistas haciendo hipnosis clínica en pacientes con síndrome de Down o parálisis cerebral. Y a veces los padres se confundían y decían que podía curar a sus hijos con hipnosis, pero no, no curaba nada, solo los anestesiaba para disminuir la cantidad de salivación.
— ¿La hipnosis clínica puede sustituir la anestesia convencional?
— Claro. Hay personas que no pueden recibir anestesia porque tendrían un choque anafiláctico, una reacción alérgica grave y potencialmente mortal. De hecho, dos meses antes de volver a Uruguay, trabajé con la Associação Paulista de Cirurgiões-Dentistas (APCD) para realizar seis implantes dentales en una misma boca sin anestesia, solamente con hipnosis. Y encima tiene un beneficio que es que la integración ósea se da más rápidamente. El problema es que uno corre contra los laboratorios y los anestesiólogos.
— Pronto trabajará en Montevideo con hipnosis clínica para el parto. ¿Cómo es la propuesta?
— Estoy armando un consultorio de hipnoparto junto a un equipo multidisciplinario de médicos uruguayos; algunos, incluso, que aprendieron hipnosis conmigo. Esta herramienta no solamente alivia el dolor del parto —por la segregación de endorfinas—, sino que también ofrece beneficios como la liberación de oxitocina, una de las hormonas de la felicidad. Esto aumenta las contracciones del útero y el bebé nace como un cohete. Además, durante el embarazo las pacientes pueden aprender a realizarse autohipnosis para, llegado el momento, saber cómo respirar, cómo aflojar el cuerpo, cómo controlarse.
Otra ventaja es que se evitan intervenciones innecesarias, como la raquianestesia, que suele utilizarse para el parto tanto vaginal como por cesárea. En Brasil trabajé en muchos partos por cesárea; sobre todo, en pacientes que toman anticoagulantes, donde cualquier cortecito puede provocar una hemorragia. La hipnosis clínica sirve para enseñarles a controlar una vasoconstricción.
La clínica estará en el Centro y la idea es que esté funcionando hacia fines de del mes de julio o principios de agosto. También me llamaron del Centro Hospitalario Pereira Rossell, así que puede ser que trabaje con ellos.