Redacción El País
Una persona tóxica altera nuestro estado de ánimo y puede afectar nuestra salud emocional. Generalmente, son individuos inseguros, egoístas y poco independientes, cuya relación absorbe energía y genera estrés, ansiedad o frustración.
No solo las relaciones amorosas pueden ser tóxicas: la amistad también implica riesgos cuando se vuelve desequilibrada o disfuncional. La clave está en reconocer los patrones que desgastan nuestra autoestima y bienestar.
Cómo reconocer a un amigo tóxico
Algunas señales claras incluyen:
- Negatividad constante y victimismo.
- Envidia o rechazo a tus logros.
- Narcisismo y soberbia, descalificando o menospreciando.
- Control excesivo sobre la relación.
- Manipulación y engaños para conseguir sus fines.
- Propagación de rumores y dramatización constante.
- Detectar estas conductas a tiempo ayuda a tomar decisiones conscientes sobre la relación.
Establecer límites y protegerse
No siempre es posible cortar la relación de inmediato, pero sí controlar cómo nos afecta:
- Analizá y describí las conductas que te resultan tóxicas.
- Reconocé el contexto: muchos comportamientos surgen de miedos, carencias o experiencias traumáticas.
- Poné límites claros: decidí hasta dónde permitís que accedan a tu intimidad.
- Aprendé a desconectarte cuando comiencen quejas o críticas constantes.
- No entrés en su juego ni intentés cambiar al otro; cambiá tu reacción y protegé tu energía.
¿Vale la pena mantener la amistad?
Siempre se puede dar una última oportunidad con diálogo y confrontación, pero si persiste el daño, lo más saludable es alejarse. A veces, dejar ir amistades tóxicas abre espacio para relaciones más sanas y satisfactorias.
Recordá: tenés derecho a que te respeten y a priorizar tu bienestar. Alejarse de quien no lo hace no es egoísmo, es autocuidado.
En base a El Comercio/GDA
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