El laberinto de maíz de Flores reinauguró con un recorrido completamente renovado, que invita a vivir una experiencia distinta en contacto con la naturaleza.
Ubicado a cuatro kilómetros de la ciudad de Trinidad, el Laberinto Ancestral La Crinera reabrió sus puertas con una nueva figura trazada sobre el cultivo y una propuesta pensada tanto para quienes ya lo visitaron como para quienes llegan por primera vez.
El proyecto comenzó a principios de este 2025, es el primer laberinto de maíz del país y el más grande de América del Sur. Está sobre un predio de unos 60.000 metros cuadrados, en el kilómetro 184.400 de la ruta 3.
Esta reapertura no solo marcó el regreso de la actividad tras la primera experiencia, sino también una renovación total del diseño y recorrido, aprovechando las posibilidades que ofrece este cultivo.
“La plasticidad del cultivo nos permite poder hacer diferentes dibujos. Entonces, este laberinto difiere del anterior no solamente en tamaño, sino en figura”, explicó Santiago Urioste, uno de los creadores de la propuesta. Esa característica mencionada del maíz permite rediseñar el espacio y proponer un nuevo trazado sin perder la esencia del proyecto original, pero ofreciendo una experiencia distinta en cada etapa.
En La Crinera, el foco no está puesto en encontrar una sola salida, como ocurre en los laberintos tradicionales. “La idea es que la gente sepa que no es como el típico laberinto que entrás buscando la salida, sino que entrás buscando las cosas que hay dentro”, señaló Urioste.
En esta nueva versión, el recorrido incluye 15 centros, cada uno con su propio significado energético, que invitan a transitar el espacio de manera personal, sin un orden fijo y según el ritmo de cada visitante.
El laberinto cuenta con más de siete kilómetros de senderos, aunque no es necesario recorrerlos en su totalidad. El diseño plantea múltiples caminos y alternativas, lo que permite ajustar el paseo según el tiempo disponible y las ganas de caminar.
Desde la organización recomiendan asistir con ropa y calzado cómodo, además de gorro y repelente, teniendo en cuenta que se trata de una caminata al aire libre. “Que piensen que van a venir a caminar. No es que van a caminar entre el barro, porque cuando llueve cerramos las puertas, sino que van a ir a caminar por un camino relativamente firme o muy firme cuando está bastante seco”, aclaró Urioste.
En cuanto al horario, irán ajustándolo "dependiendo del público que va llegando. Estos días de mucho calor calculo que cerraremos a mediodía”, explicó, al tiempo que remarcó la importancia de elegir el momento del día más adecuado para cada uno para una actividad al aire libre.
La decisión de renovar el laberinto está vinculada a la respuesta del público durante la primera etapa del proyecto. “La evaluación que hicimos fue que tuvo bastante impacto, a la gente le gustó. Quienes vinieron al anterior pueden repetir y quieren repetir. Les encantó, salió muy bien, entonces debemos hacer un siguiente laberinto porque los visitantes lo estaban esperando”, afirmó.
El recorrido se realiza de forma libre y con solo dos reglas básicas, pensadas para cuidar el cultivo: no fumar y no cortar camino. “La gente que corta camino y pisa una planta y otro pisa otra planta, así se daña el cultivo y no se recupera”, explicó Urioste. En el mapa que se entrega a los visitantes figura además un número de contacto al que se puede llamar en caso de necesitar orientación o ayuda para salir.
Más allá del laberinto en sí, el predio cuenta con espacios pensados para el descanso y la permanencia. Hay zonas con sombra, bancos y lugares para sentarse o hacer picnic, lo que invita a prolongar la visita y disfrutar del entorno rural. “La idea es que no solamente vengan a caminar al laberinto, sino que vengan a disfrutar de la naturaleza en el campo”, agregó.
Desde la organización recuerdan que se trata de una propuesta temporal, ya que está vinculada a un cultivo anual. “Todo el mundo es bienvenido, que aprovechen a hacer una propuesta diferente en Uruguay. Al ser un cultivo anual, luego de determinado período hay que cosecharlo. Esto no queda para siempre, calculamos que va a estar hasta aproximadamente marzo”, concluyó. Las entradas salen $250 para niños de hasta diez años, y $350 las generales. Menores de 5 años entran gratis. Funciona de martes a viernes de 10 a 20 horas y los sábados, domingos y feriados de 8 a 20 horas.
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