Esta noche comienza Rosh Hashaná, el año nuevo judío. Cientos de familias se reunirán para brindar por un año bueno y dulce —shaná tová umetuká, como suele repetirse— y cumplir con las tradiciones típicas de la fecha. El País conversó con el rabino Mendel Shemtov, de Beit Jabad del Uruguay, acerca de los mensajes que trae esta celebración y las reflexiones que vienen de la mano del nuevo año, el 5785.
— ¿Por qué es importante celebrar el inicio de un nuevo año y no tomarlo como un día más?
— Por un lado, hay quienes ven al tiempo como una línea. En ese caso sí; ¿para qué parar y celebrar, y no seguir de largo? Por otro, hay quienes lo ven como un círculo. Y ahí también: ¿Para qué detenernos si todo vuelve a repetirse, si volvemos siempre al mismo lugar que antes? Pero el judaísmo ve al tiempo como un espiral, una combinación de línea y círculo. Si bien parece que pasamos por los mismos puntos, cada año estamos en un piso más alto, en un nivel más avanzado. En este sentido, cuando festejamos Rosh Hashaná —año nuevo judío—, volvemos al mismo punto, pero desde otro lugar.
La mística judía explica que cada año baja al mundo una nueva energía Divina que no se había manifestado hasta el momento. Entonces, cada Rosh Hashaná es, sin dudas, un nuevo comienzo, una nueva oportunidad. Es una fecha en la que vivenciamos la recreación del mundo. Según el judaísmo, Dios no solamente creó el mundo hace 5785 años atrás, sino que, además, el mundo se renueva cada año y eso trae oportunidades y bendiciones.
— ¿Qué significado tiene este año nuevo en particular?
— El 5785 es un año que empieza con tres días de desconexión de lo mundano. Rosh Hashaná dura dos días y luego enseguida comienza Shabat, que es el día de descanso semanal. Es un año que comienza con el pie derecho, con tres días consecutivos de conexión interior. Cada semana, Shabat nos recuerda que el mundo tiene un creador, que creó el mundo en seis días y que descansó el séptimo. Y si el mundo tiene un creador, hay un propósito por el cual estamos acá. Entonces, comenzar el año de esta forma nos da claridad y un sentido de identidad.
— Una de las tradiciones que puede verse en las calles es el toque del shofar, el cuerno de carnero. ¿Qué significa?
— Tiene muchos mensajes. Uno es que buscamos hacer algo que hizo el primer ser humano en el primer día de su existencia y eso es coronar a Dios como rey del Universo; reconocer que el mundo tiene un creador. ¿Cómo lo hizo? Tomó un cuerno de carnero y lo usó como instrumento. De nuevo, el objetivo de esta celebración es asumir que el mundo tiene un rumbo, un propósito, y una forma de hacerlo es escuchando el shofar.
Otro mensaje es que el shofar, a diferencia de otros instrumentos, es fácil de tocar. No tiene mucha ciencia y cualquiera puede hacerlo. Y está hecho de un material simple, como es el cuerno de un carnero. Esto nos enseña que cada uno de nosotros puede y debe aportar su granito de arena para hacer de este mundo uno mejor. Uno no tiene que ser demasiado sofisticado para accionar de forma positiva y hacer algo que lo conecte con su propósito de vida. Como el shofar, esa acción puede ser muy simple. Así como la humanidad empezó con una sola persona, cada uno, siendo quien sea, puede hacer la diferencia.
"El mundo no es un accidente, sino que fue creado para algo"
Para Shemtov, un aspecto clave de esta celebración es que coincide con el sexto día de creación del mundo. “Según la Torá —la Biblia hebrea—, el mundo se creó en seis días, y el séptimo Dios descansó. Rosh Hashaná se corresponde con el sexto día, el de la creación del ser humano”, explicó. Esto trae un mensaje profundo: “Si bien el mundo puede existir sin el hombre —y en cierta forma muchas cosas pueden florecer más sin él—, un mundo sin humanidad no cumple su función. Esto se vincula con el origen de todo, con la pregunta de por qué Dios creó el mundo. Si Dios es infinito y perfecto, ¿acaso le faltaba algo? Eso sería una contradicción. No precisaba nada, pero deseaba una relación, y solo podía tenerla con un ser que puede elegir si tener esa relación o no”. En este sentido, el rabino concluyó que “en Rosh Hashaná volvemos a enfocarnos en quién somos y por qué existimos y recordamos que el mundo no es un accidente, sino que fue creado para algo”.
— ¿Qué otra tradición puede verse en las calles en estas fechas?
— Existe una costumbre milenaria —no como escuchar el shofar, que es una mitzvá, un mandato Divino— que se llama tashlij. Consiste en ir a un cuerpo de agua y simbólicamente arrojar al agua las cosas que uno reconoce que no hizo bien. La idea es que nuestro pasado negativo se pierda bajo el mar y podamos continuar sin sentirnos atados o condicionados a lo que fuimos antes; que podamos volar y asumir nuevas responsabilidades y oportunidades sin estar encadenados a nuestro pasado.
— ¿Qué podemos aprender de Rosh Hashaná especialmente para los tiempos de hoy?
— En primer lugar, si Dios nos creó y nos dio la vida, entonces debemos cuidarla, santificarla. Y eso también significa cuidar nuestros recursos; en particular, nuestro tiempo. Usemos nuestro tiempo de manera apropiada. Gracias a Dios contamos con tecnología que mejora nuestra calidad de vida en muchos sentidos, pero debemos tener presente cuál es la mejor manera de usar esas herramientas. Por ejemplo, para qué usamos el celular, qué tiempo le destinamos. Si reconocemos que nuestra vida es sagrada, que Dios nos creó y nos dio un día más, entonces podremos hacer de nuestra vida una más digna y del mundo uno más noble, armonioso y elevado.