Redacción El País
Conocido en redes como “el doctor del sueño”, el médico argentino Pablo Ferrero se dedica a divulgar hábitos saludables para lograr un descanso profundo y reparador. Autor del libro Buenas Noches, reúne más de 200 mil seguidores interesados en entender cómo pequeños cambios en la rutina pueden marcar una gran diferencia en la calidad del sueño.
En una reciente entrevista, Ferrero compartió tres claves sencillas y basadas en evidencia científica para dormir “como un bebé”: cuidar la temperatura, mantener la oscuridad y elegir los sonidos adecuados.
1. Cuanto menos abrigo, mejor
El descanso está directamente vinculado a la regulación térmica del cuerpo. Por eso, Ferrero recomienda dormir con la menor cantidad de ropa posible y mantener el dormitorio fresco. “La temperatura ideal para dormir ronda los 18 grados, aunque puede extenderse hasta los 20°”, señala.
Además, sugiere ducharse antes de acostarse, preferentemente con agua caliente, ya que el contraste térmico posterior —al ingresar a una habitación más fresca— ayuda al cerebro a asociar esa sensación con el anochecer. Ese descenso de temperatura estimula la producción natural de melatonina, la hormona del sueño.
2. Oscuridad total: el mejor aliado
El segundo consejo es eliminar cualquier fuente de luz dentro del dormitorio. Ferrero advierte que incluso las pequeñas luces de los cargadores o del reloj despertador pueden interferir con el ciclo circadiano.
“Si la habitación está completamente a oscuras, el cerebro entiende que llegó el momento de dormir”, explica. En lo posible, recomienda apagar pantallas, tapar indicadores luminosos y crear un ambiente tan oscuro que “no se vea ni la puerta”.
La ausencia total de luz favorece la secreción continua de melatonina y permite alcanzar un sueño profundo, sin interrupciones.
3. Sonidos que ayudan, no que molestan
Aunque el silencio suele considerarse ideal, Ferrero aclara que no todos los sonidos son enemigos del descanso. Existen los llamados “ruidos blancos”, que pueden ayudar a conciliar el sueño en entornos donde hay ruidos intermitentes o molestos.
“El sonido de la lluvia o del viento, por ejemplo, genera una sensación de calma y enmascara otros ruidos”, explica el médico. Estos sonidos constantes ayudan a estabilizar el ambiente auditivo y a reducir los despertares nocturnos, especialmente en personas con insomnio.
Dormir bien, un hábito que se aprende
Ferrero insiste en que dormir bien no depende solo de la cantidad de horas, sino de la calidad del descanso. Entre siete y ocho horas por noche son ideales, pero deben ser continuas y reparadoras.
Sus recomendaciones apuntan a mejorar la higiene del sueño de forma natural: mantener una temperatura adecuada, crear oscuridad total y rodearse de sonidos suaves y estables. “El sueño no se fuerza —suele repetir el especialista—, se prepara.”
En base a El Tiempo/GDA
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