Redacción El País
Es un tema que a veces surge dentro de una familia: ¿es preferible faltar a clase por un viaje o cancelar el mismo por temor a afectar la educación de los más chicos? Es importante considerar que, aunque la educación formal es valiosa, el tiempo en familia también juega un papel crucial en el desarrollo emocional y social de los niños.

• Frecuencia: No es lo mismo que las ausencias sean ocasionales (como un viaje especial) a que se conviertan en algo habitual, afectando la rutina escolar.
  
• Responsabilidad: Si los padres y los hijos se organizan para reponer tareas o estudiar lo necesario, la falta puntual no tiene por qué ser perjudicial. De hecho, puede ser una oportunidad para enseñarles a gestionar su tiempo.
  
• Aprendizaje fuera del aula: Los viajes en familia ofrecen experiencias educativas únicas—como visitar museos, explorar nuevos lugares o resolver situaciones prácticas—que complementan lo aprendido en la escuela.
  
• Vínculos familiares: En un mundo donde padres e hijos pasan poco tiempo juntos debido a horarios ajustados, estos momentos compartidos fortalecen la conexión emocional y transmiten valores como la empatía y el trabajo en equipo.

Foto: Freepik.

• Si se resta importancia a los estudios de manera constante.
  
• Si el niño o niña tiene dificultades académicas y las ausencias afectan su rendimiento.
  
• Si la escuela tiene una política estricta sobre faltas injustificadas.

En definitiva, un viaje familiar ocasional puede ser beneficioso si se planifica con equilibrio, priorizando tanto el aprendizaje como los momentos compartidos. Al final, la educación no se limita a las aulas, y las experiencias vividas en familia pueden ser igualmente enriquecedoras.

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