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Entre catas y recetas: una historia de vinos, gastronomía y también medicina

Marcos es médico, pero también sommelier y con su esposa y una colega abrieron un bar de vinos.

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Bar de vinos Catarte
Bar de vinos Catarte.
Foto: Leonardo Mainé.

Marcos Uría es médico, tiene posgrados en Medicina Interna y Reumatología, y además es sommelier y chef. Junto a su esposa Laura Fernández y la sommelier y enóloga Isabel Porta, hace unos meses abrieron las puertas de Catarte, un bar de vinos ubicado en la peatonal Bacacay de Ciudad Vieja, Montevideo.

Marcos e Isabel se conocieron estudiando la carrera de sommelier en Gato Dumas, luego él siguió formándose en gastronomía y ella en enología.

La idea de tener un espacio como el que hoy tienen, surgió en pandemia. Marcos se recibió cuando el Covid-19 llegaba a la región: “Para muchos la pandemia fue un parón grande, pero para los que trabajamos en salud fue todo lo contrario. Igualmente, en medio de ese escenario desastroso, al cuidarse a uno y a los otros, empezás a sentir la necesidad de pensar en otras cosas. Así fue gestándose la idea de darle cuerpo a todo ese conocimiento que había desarrollado, y hablando con Isabel comenzamos a pensar en hacer algo juntos”, contó.

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Marcos Uría de bar de vinos Catarte.
Foto: Catarte.

Recetas, catas, medicina y guardias.

El título de doctor lo recibió en 1997 y luego hizo posgrados en Medicina Interna y Reumatología. “Era una época en la que no había tanta inserción laboral, entonces empecé a trabajar en espacios asistenciales en el interior del país, hasta que finalmente creé mi propia emergencia móvil”, contó.

Su espacio asistencial está en Santoral, que abarca los municipios canarios de San Antonio, San Bautista, San Ramón y Santa Rosa. “En un momento empecé a buscar cosas que tuvieran que ver con lo que vivía en esos lugares. Allí hay muchos viñedos, y conocía la zona por lo que los pacientes me contaban. Quise salir de la monotonía temática que tenemos en lo laboral y a veces también lo social, algo que nos pasa a todos después de muchos años, no solamente a los médicos”, señaló.

La curiosidad lo llevó a acercarse a la carrera de sommelier del instituto Gato Dumas. “Originalmente fue un pasatiempo”, reconoció. Pero le gustó tanto ese mundo de sabores, aromas y sensaciones, que al recibirse buscó qué más podía hacer y se inscribió para profundizar en gastronomía.

El vino como hilo conductor.

En Catarte el hilo conductor es el vino. “En función al mismo construimos todo un menú de platos principales y tapas, pero, como sommeliers, siempre con la inclinación a que los platos sean maridados”, explicó Marcos.

Ubicados en una de las peatonales más concurridas de la Ciudad Vieja, reciben visitas de turistas durante todo el año y en parte se sienten “responsables de mostrar Uruguay”. Utilizan productos locales para hacer platos que hablan de la tradición, y son los más pedidos por los extranjeros, que no demoran en enamorarse del tannat, las carnes o un buen postre con el infaltable dulce de leche.

Cordero braseado sobre boniatos.
Foto: Rosana Decima

En el menú hay tapas como tostones, bastones de polenta, tortillas, profiteroles de berenjena y panceta, croquetas y más. Entre los principales hay pastas, cordero, chivitos, pizzas y carnes variadas. La carta de vinos es amplia y además de tener a las bodegas más conocidas, también apuestan a algunos pequeños emprendimientos familiares.

Una versión del Vigilante, con dulce de batata y quesos.
Foto: Rosana Decima

Lo novedoso en relación al vino es que cuentan con dos dispensadores hechos especialmente para ellos por estudiantes de la Facultad Ingeniería de la Universidad de la República: los futuros ingenieros hicieron, en el marco de la materia Robótica, dos herramientas que permiten que una botella de vino abierta conserve sus características por más tiempo.

“Al abrir una botella, a las 48 o 72 horas ese vino deja de entregar la misma perfección de aromas y sabores, porque toma contacto con el oxígeno. Entonces, uno no puede ofrecer muchas veces una sola copa de un vino de alta calidad, tiene que consumirse la botella entera. Estos dispensadores, gracias al uso de gas argón, permiten mantener un vino con su calidad hasta tres o cuatro meses”, explicó el sommelier.

Entre la medicina y la gastronomía Marcos señala varias similitudes, como las mañas por mantener el orden, los beneficios del trabajo en equipo, y más que nada “cuidar” y “curar”: “El dar de comer al otro, en definitiva, también tiene que ver con la restauración y el cuidado”, concluyó.

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