Ducharse a oscuras: el hábito nocturno que ayuda a calmar la mente y mejorar el descanso

Reducir la luz durante la ducha se ha vuelto una práctica cada vez más común. Expertos aseguran que favorece la relajación, ayuda a conciliar el sueño y puede incluso fortalecer los vínculos de pareja.

Mujer duchándose
Mujer duchándose
Imagen creada por Chat GPT

Redacción El País
En los últimos años, ducharse con la luz apagada —o apenas con una tenue iluminación— se transformó en un pequeño ritual nocturno para muchas personas que buscan desconectarse del ritmo acelerado del día. Lejos de ser una simple moda, esta práctica tiene fundamentos en la neurociencia y en la tradición ayurvédica: al reducir la estimulación visual, el sistema nervioso se calma y el cuerpo entra en un estado de reposo más profundo.

Según la revista Real Simple, este hábito ayuda a liberar tensiones físicas y mentales, alivia el estrés y facilita una transición más serena hacia el descanso nocturno. Además, puede ser una alternativa sencilla para quienes padecen insomnio o sienten ansiedad antes de dormir.

Cómo actúa sobre el cuerpo y la mente

La terapeuta ayurvédica Nidhi Pandya explicó en diálogo con el medio estadounidense que atenuar las luces —o apagarlas por completo— crea un entorno sensorial más suave, que envía al cerebro una señal clara: es hora de relajarse. Desde la psicología, también se respalda esta idea. La doctora Stefanie Mazer sostiene que cuando se elimina el exceso de estímulos visuales, las personas pueden reconectarse con las sensaciones del cuerpo, la respiración y la temperatura del agua, lo que genera un efecto casi meditativo.

Esa conexión interna permite soltar las preocupaciones del día y bajar el nivel de activación del sistema nervioso, facilitando un descanso más profundo. Según Mazer, lo ideal es optar por duchas tibias y realizarlas aproximadamente una hora y media antes de ir a la cama, para aprovechar al máximo su efecto relajante.

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Foto: Unsplash.

Un espacio de conexión y bienestar

Más allá de los beneficios individuales, este tipo de ducha también puede ser un momento de intimidad y conexión en pareja. Al disminuir la luz, se estimulan otros sentidos —como el tacto y el olfato— y se genera un ambiente propicio para compartir sin distracciones.

Pandya recuerda que en la India, de donde proviene parte de esta tradición, el baño no solo cumple una función higiénica, sino también espiritual: se utiliza para limpiar tanto el cuerpo como la energía, y para cerrar el día con una sensación de equilibrio.

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Foto: Unsplash.

Un gesto simple con grandes efectos

Ducharse a oscuras no requiere equipamiento especial ni grandes cambios en la rutina. Basta con bajar la intensidad de la luz del baño o dejar solo una vela encendida. Lo importante, dicen los expertos, es permitir que el cuerpo y la mente registren ese momento como una pausa: un espacio íntimo, silencioso y reparador antes del descanso.

En tiempos donde todo parece urgente y ruidoso, este gesto sencillo puede ser una poderosa herramienta de autocuidado.

En base a El Tiempo/GDA

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