Dormir la siesta: el hábito que, según Harvard, reduce el estrés y mejora el metabolismo

El catedrático Christos Mantzoros explica cómo entender las enfermedades raras vinculadas a la grasa permite avanzar en obesidad y diabetes. También aconseja sumar siestas y dieta mediterránea.

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Redacción El País
Dormir la siesta vuelve a ganar protagonismo como un hábito saludable, y no solo por aportar descanso: según el catedrático de Harvard Christos Mantzoros, este gesto cotidiano puede ayudar a bajar el estrés y favorecer el metabolismo. El especialista, referente mundial en endocrinología, participó del XIII Simposio Internacional de Lipodistrofias en Santiago de Compostela, donde analizó cómo estas enfermedades raras permiten entender trastornos mucho más frecuentes.

Lipodistrofias: una ventana hacia el metabolismo moderno

Las lipodistrofias, un grupo de patologías poco comunes que alteran la distribución de la grasa corporal, se han transformado en una herramienta clave para estudiar problemas habituales como la obesidad y la diabetes. Mantzoros sostuvo que estas afecciones funcionan como la “punta del iceberg” del desorden metabólico: al presentar alteraciones extremas, permiten abrir la “caja negra” del funcionamiento energético del cuerpo.

Según el experto, aunque algunas lipodistrofias tienen origen genético, existe un número importante de personas con lipodistrofia leve u obesidad que conviven con alteraciones metabólicas no diagnosticadas. Para graficar el mecanismo, explica que la grasa subcutánea funciona como un depósito energético similar a un “cuartito del fondo”. Cuando se llena, el excedente empieza a invadir músculos, vasos sanguíneos y el hígado, generando resistencia a la insulina, inflamación y esteatosis hepática.

Dormir con el gato en la cama
Dormir con el gato en la cama
Foto: Freepik

Un cambio de paradigma en la ciencia de la grasa

La comprensión del tejido adiposo cambió profundamente en las últimas décadas. Antes se lo veía como un simple “almacén” inerte; hoy se reconoce como un órgano endocrino activo que produce hormonas como la leptina y la adiponectina, claves para evaluar el estado metabólico. A esto se suma la revolución de los fármacos modernos, como semaglutida y tirzepatida, originalmente estudiados en lipodistrofias y hoy extendidos al tratamiento de obesidad y diabetes.

Pero no todo es lineal: Mantzoros advierte que estos medicamentos también pueden favorecer la pérdida de masa muscular y densidad ósea, un efecto no deseado que abre la puerta a terapias combinadas y a nuevas líneas de investigación que apuntan a mejorar la composición corporal, no solo el peso total.

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Recomendaciones: de la dieta mediterránea a la siesta diaria

Con base en la evidencia actual, el catedrático de Harvard plantea cuatro pilares para prevenir trastornos metabólicos. El primero es volver a la dieta mediterránea, rica en vegetales, legumbres, pescado y aceite de oliva, un patrón alimentario que ha demostrado efectos protectores. El segundo es sumar actividad física, incluso algo tan simple como caminar 6.000 a 8.000 pasos diarios.

El tercer punto —y quizá el más llamativo— es recuperar el hábito de la siesta, una costumbre muy arraigada en varios países del Mediterráneo. Según Mantzoros, este descanso breve ayuda a reducir el estrés, lo que repercute positivamente en la regulación metabólica. Por último, recomienda limitar el alcohol y el tabaco, y solicitar atención médica precoz cuando el sobrepeso empieza a instalarse, ya que resulta mucho más sencillo de manejar en etapas tempranas.

En base a El Tiempo/GDA

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