Redacción El País
Dormir bien y alcanzar un descanso reparador se ha convertido en uno de los principales objetivos de salud en la vida cotidiana.
En ese camino, un reciente análisis científico internacional identificó una práctica que mostró resultados superiores al ejercicio físico tradicional a la hora de mejorar la calidad del sueño.
La investigación se centró en personas de distintas edades y países que presentaban dificultades para conciliar o mantener el sueño. A partir del análisis de datos de más de 2.500 participantes, los científicos concluyeron que una disciplina específica consigue efectos más rápidos y consistentes que actividades habituales como caminar, el entrenamiento aeróbico o los ejercicios de fuerza.
El estudio fue liderado por investigadores de la Harbin Sport University, en China, quienes revisaron 30 ensayos clínicos aleatorizados en los que se compararon distintos tipos de ejercicio y su impacto en el descanso nocturno. El objetivo fue identificar qué prácticas resultaban más eficaces para mejorar el sueño en personas con alteraciones del descanso.
El principal hallazgo de la revisión fue que el yoga de alta intensidad se posicionó como la actividad más efectiva. Según los datos obtenidos, practicarlo dos veces por semana, en sesiones de menos de 30 minutos, se asoció con la mejora más significativa en la calidad del sueño. Esta disciplina superó en eficacia al entrenamiento aeróbico, a los ejercicios combinados e incluso a otras prácticas orientales como el qi gong y el tai chi.
Aunque el yoga encabezó el ranking, el informe también evaluó otras actividades físicas. Los ejercicios de resistencia mostraron avances perceptibles, aunque estos beneficios tendieron a manifestarse luego de ocho a diez semanas de práctica sostenida. Caminar, por su parte, se ubicó como la segunda alternativa más recomendable, por detrás del yoga.
Los autores del estudio señalaron que estos resultados difieren de un meta-análisis publicado en 2023, que había ubicado al ejercicio aeróbico moderado como la opción preferente para mejorar el sueño. Sin embargo, explicaron que estas discrepancias podrían relacionarse con la gran variabilidad de estilos e intensidades que existen dentro de la práctica del yoga.
En cuanto a las razones biológicas detrás de estos resultados, los investigadores plantearon varias hipótesis. El control de la respiración, un componente central de esta disciplina, puede activar el sistema nervioso parasimpático, generando un estado de relajación que facilita conciliar el sueño. Además, otros trabajos sugieren que esta práctica influye de forma positiva en los patrones de actividad cerebral, favoreciendo un descanso más profundo.
Pese a lo alentador de los datos, los especialistas llamaron a la cautela. Advirtieron que aún son necesarios más estudios comparativos de alta calidad y recordaron que no existe una solución única para el insomnio, ya que los efectos pueden variar de una persona a otra. Aun así, el yoga de alta intensidad se perfila como una de las estrategias más prometedoras para abordar los problemas de sueño desde el movimiento y la actividad física.
En base a El Tiempo/GDA