Residuos esparcidos por todos lados, agua estancada, pozos cada vez más grandes. Gente haciendo sus necesidades sobre el hormigón. Olores nauseabundos.

Los transportistas reconocen que ante la falta de autoridad, ellos mismos tiran las cosas en cualquier lugar y hasta hacen sus necesidades entre las ruedas de los camiones.

En el puente San Martín reina la anarquía. Muy diferente es la zona administrada por la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) que por concepto de peajes, recauda fortunas. Las oficinas se muestran inmaculadas y el espacio verde se asemeja a un campo de golf. A pocos metros, comienza el desastre.

Para los turistas, transportistas y trabajadores públicos y privados, el puente es uno solo. Sin embargo, la diferencia rompe los ojos. La CARU dispone de millones de dólares para diversos programas y proyectos, mientras la Dirección Nacional de Paso de Frontera, dependiente del Ministerio de Defensa, irrisoriamente solo cuenta con 30 mil pesos mensuales para el mantenimiento de los baños de todas las fronteras sobre el río Uruguay.

Los tableros eléctricos están en pésimas condiciones, faltan luminarias y hasta personal con ganas de tomar un balde y una escoba. "Lamentablemente nos han abandonado. Cerró el parador que tenía duchas y ahora no tenemos dónde bañarnos", se quejó Alfredo, un camionero uruguayo que debe permanecer entre dos y tres días en la frontera cada vez que importan o exportan mercadería.

Cerca de la visturía de Aduana, dos chilenos cocinan en una olla a tres metros de un charco de agua estancada y rodeada de bolsas y botellas desechadas. Emiliano, un veterano conductor que cruza la cordillera para llegar a Uruguay, dice que es difícil encontrar una frontera igual a como está Fray Bentos.

"Esto es una porquería, hay mugre por todos lados y no hay comodidades de ningún tipo" dice mientras mira el charco del que emana un olor insoportable producto del calor y la falta de limpieza.

Cuenta que ante la falta de duchas "nos aseamos como podemos y ante la vista de los turistas" en la que por lejos es la principal frontera terrestre de Uruguay. "No hay un solo lugar donde comer. Nos tenemos que cocinar y alimentar en el camión", dice Francisco Arturo Sánchez. "No es por desmerecer a Uruguay pero en mi país, la Aduana no es tan fea. Yo he pillado a compañeros haciendo sus necesidades en las ruedas y eso no puede pasar", reclamó.

La situación ameritó que hasta la Asociación Comercial e Industrial de Río Negro elevara una nota al ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, solicitándole tome rápidamente cartas en el asunto.

El director nacional de Pasos de Frontera, Raúl Peluffo, explicó a El País que, conjuntamente con el ministerio de Turismo se construyó una batería nueva de baños que costó 200 mil dólares y también se reparó la instalación antigua a un costo de 130 mil dólares.

"Los camioneros han destrozado los baños, los ducheros, las puertas", se quejó el jerarca, haciendo la salvedad por los trabajadores del volante que respetan las instalaciones.

Dijo que esto pasó en el servicio de duchas que era administrado por privados que se fueron cuando cerró el parador Coriné. Respecto al control de Prefectura en el área, reconoció que existe "falta de personal", lo mismo que para la limpieza de la infraestructura. Cuenta con 27 funcionarios y 6 contratados para mantenimiento de espacios verdes.

"Tenemos un tractor nuevo y reconocemos que debemos insistir con la limpieza además de encauzar a los usuarios" expresó Peluffo.

El paso de frontera entre Salto y Concordia se encuentra en territorio argentino. Allí la queja principal tiene que ver con los servicios de gabinetes higiénicos para los viajeros. Las baterías se ven desbordadas ante el crecimiento del tránsito que tiene este punto de unión con el vecino país. El problema se ha incrementado en estos meses de verano que es cuando se origina un movimiento mayor. "Con un edificio que fue construido hace más de 30 años, al que no se le ha hecho mucho mantenimiento, no podemos pretender que todo funcione. El estado de los baños es de lo que más quejas se recibe por parte del público. Eso va a mejorar cuando se construyan nuevos módulos que ya están aprobados pero no sabemos cuándo comienzan las obras", dijo un funcionario de un organismo público argentino que trabaja en la cabecera del puente sobre la represa de Salto Grande.

Cuando la construcción de la represa, en la década de 1970, la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande construyó un edificio en cada margen de características similares y en los primeros años del tránsito vehicular internacional cada país instaló sus oficinas de contralor en su territorio y luego estos se unificaron en uno solo que se instaló del otro lado del río Uruguay.

Los camioneros, que en ocasiones permanecen días a la espera de habilitaciones para proseguir sus rutas, son los más perjudicados a la hora de tener que recurrir a un gabinete higiénico.

"En este cruce se nos hace difícil bañarnos, los servicios son malos porque en los días que nos detenemos muchos camioneros tenemos que hacer cola para entrar al baño", dijo Enrique un conductor paraguayo.

Camioneros se quejan ante malas condiciones de ingreso y salida del país