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Llega el verano y suben las consultas por trastornos alimenticios: señales para estar alerta

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Trastornos alimenticios. Foto: archivo

ALIMENTACIÓN

Hacer dietas extremas o largos ayunos por cuenta propia puede irse de las manos y terminar siendo una puerta de entrada a un trastorno alimenticio.

El verano es esperado por muchos con ansias. Pero también es un momento difícil de sobrellevar para quienes tienen un trastorno alimenticio.

Cuando llega el calor, se usa menos ropa y el cuerpo queda más expuesto, por eso cerca del verano suelen aumentar las consultas por problemas con la alimentación. Así lo explicó a El País Julia Alderette, psicóloga de la Asociación de lucha contra la bulimia y la anorexia (Aluba) de Uruguay.

“Para la persona que padece un trastorno alimenticio, en el verano es más difícil ocultarlo. Ya no anda con ropa que lo pueda cubrir tanto y es entonces cuando la familia o el entorno puede darse cuenta si alguien presenta variaciones notorias en el peso, incomodidad o negativa a vestirse acorde al verano, o sea, que a pesar del calor siguen usando prendas que ‘tapen’ su cuerpo”, sostuvo la profesional.

El peligro de las dietas por cuenta propia.

Hay que alimentarse sano y hacer ejercicio físico, eso está en la base de cualquier recomendación que pueda hacer un nutricionista, entrenador, psicólogo o médico en general. Pero hacerlo por cuenta propia es un riesgo.

“Con la cercanía del verano las personas suelen estar más pendientes de su cuerpo y comienzan muchas veces alguna dieta o dejan de comer algunos alimentos por su cuenta. Obviamente cuidarse no está mal y es sano. Pero si es necesario bajar de peso por un tema de salud, siempre se aconseja consultar con un profesional y, de esa manera, realizar los cambios necesarios en la alimentación para así incorporar hábitos saludables y lograr dicha meta, así como también si uno quiere modificar hábitos pocos saludables. Siempre es necesario consultar con un profesional”, insistió Alderette en diálogo con El País.

Señales para estar alerta.

Alderette destacó que el deseo de verse bien es algo positivo, “siempre que se haga desde un lugar saludable”. Por eso es importante prestar atención a algunas conductas que pueden alertar de que se está frente a un trastorno alimenticio, tanto uno mismo como el entorno.

El cambio de humor constante y repentino puede indicar que algo no anda bien y, por lo general, en estos casos se asocia a los momentos en que la persona tiene relación con la comida, por ejemplo, a la hora de compartir la mesa con su familia.

Además, hay que prestar atención a los cambios bruscos y repentinos que haya en la alimentación, al punto de que se vuelven obsesivos. Otra cosa a tener en cuenta es cuando hay una aseveración constante de que se están realizando hábitos saludables y desde afuera no se percibe así, sino todo lo contrario.

El aislamiento también es una señal de alerta: la persona comienza a cerrarse y a perder todo tipo de vínculos con quienes la rodean. Las conductas obsesivas en relación a la comida y quizás también en relación a la actividad física son un aspecto a observar. También es una señal que luego de comer vaya inmediatamente al baño, pues puede llegar a ser para inducir el vómito.

Estar constantemente pendiente de la comida y del cuerpo, por ejemplo, contando al detalle las calorías de los productos o hacer un abuso de los alimentos light también son conductas que pueden estar mostrando un trastorno alimenticio, así como la mentira o la manipulación: “Ya comí”, “me siento mal del estómago”, “voy a comer en lo de un amigo”.

Balanza
Foto: archivo

Si se detecta algunas de estas prácticas en alguien del entorno es importante prestar atención y, en caso de que la situación se mantenga, es pertinente consultar con profesionales especializados en trastornos de la conducta alimentaria, sostuvo Alderette.

#OperaciónBikini y otros conceptos que se imponen.

Operación bikini. Cuerpo de verano. Jugos detox, dieta keto, dieta paleo, ayunos intermitentes. Las redes sociales también se llenan de hashtags que hablan de lo “fit” y “healthy”, fotos de personas con cuerpos delgados y firmes.

Este tipo de contenido aumenta aún más en la previa del verano y querer hacer en pocas semanas lo que no se hizo en un año en materia de alimentación y ejercicio puede terminar mal: hacer dietas que se venden como “mágicas” o largos ayunos por cuenta propia “puede irse de las manos”, advirtió la psicóloga.

Contacto:

Si conocés a alguien que padece un trastorno alimenticio o tenés dudas, podés contactarte con la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba).

Aluba funciona en Montevideo (Jaime Zudáñez 2508) en modalidad presencial y también trabajan vía Zoom.

Los teléfonos de contacto son 27169425 o el celular 094324466.

Están en Instagramy en Facebook.

“Lo que empieza como un cuidado puede dejar de serlo y se convierte en una posible iniciación en un trastorno alimenticio. No es lo único que lleva a eso, obviamente, pero puede convertirse en la puerta de entrada al mismo, sumado a una baja autoestima y la mirada del otro sobre uno mismo, entre otros factores. No olvidemos que este tipo de enfermedades son multicausales”, explicó.

Vivimos en una sociedad que realiza culto a la delgadez. Ser delgado es algo bien visto y aceptado. Y cuando llega el verano esa presión social se nota más aún, incluso nos llega ese mensaje desde los medios de comunicación y las redes sociales.

“Nos bombardean con reclames que hablan desde dietas hasta zapatillas mágicas que prometen hacer bajar de peso. Nos muestran cuerpos de modelos muy delgados. O dietas detox, ayunos, planes fitness que circulan en las redes sociales. Todos estos mensajes pueden impactar muy duramente en los niños y adolescentes. Ellos son los más vulnerables a la hora de recibirlos. No quiere decir que a todos les afecte de la misma manera pero si es algo a tener en cuenta”, dijo la psicóloga.

Los trastornos comienzan cada vez más temprano.

Si bien la edad de inicio de los trastornos alimenticios siempre fue asociada a la adolescencia, últimamente los profesionales que atienden estos casos notan que la edad en que comienzan es cada vez más temprana, incluso en la niñez.

“Muchas veces nos consultan por niños de 8 o 9 años, o a veces de menos aún, porque ellos dicen que se ven gordos y quieren empezar dietas”, dijo la psicóloga.

Allí, por ejemplo, actualmente están trabajando con dos grupos bien diferenciados, explicó: uno el de adolescentes, que va desde los 12 años hasta los 19, y otro que va desde los 20 años hasta los casi 50.

Hablar del tema, pero también dar el ejemplo.

Es importante mantener conversaciones sobre temas relacionados a los trastornos alimenticios con los niños y adolescentes de la familia y el entorno. Si bien estos problemas se presentan en personas de todas las edades, los más chicos son los más vulnerables al recibir mensajes que muchas veces llegan de los medios de comunicación o redes sociales sobre estereotipos de “cuerpos perfectos” o “cuerpos de verano”.

Alderette señaló lo relevante que es hablar más acerca de quererse a uno mismo, de valorarse, de aceptarse como es cada uno. “Y, además, de decirlo, de hablarlo, también es muy importante demostrarlo en acciones. Los adultos somos ejemplos para los niños y los adolescentes que nos rodean. Hay que preguntarles cómo se sienten, si les preocupa algo, si alguien les hace sentir mal por alguna razón; siempre hay que tratar de habilitar el diálogo y tener una mirada amorosa sobre uno mismo”, agregó la profesional.

Ortorexia: una obsesión por lo saludable.

Alimentarse de manera saludable, siempre y cuando no se vuelva una conducta extrema, repercutirá en la persona de manera positiva, tanto emocional como físicamente. Al cuidarse, “la imagen que nos devolverá el espejo nos agradará y nos hará sentir bien, influyendo así en nuestro ánimo y autoestima. El tema está en que esto no se vaya de las manos y que algo que comenzó de manera sana termine siendo algo patológico”, señaló la psicóloga Julia Alderette.

Pero hay quienes padecen una obsesión por la comida saludable y eso tiene un nombre: ortorexia. La persona cuida al extremo lo que consume y come solamente lo que considera sano. En este caso, el trastorno no se enfoca tanto en la cantidad de comida que se ingiere, sino en la calidad.

Bajo el lema de “comer sano” muchas personas mantienen hábitos que de saludables tienen muy poco o nada. “Comer sano y llevar una rutina de actividad física está bien, es lo que deberíamos poder mantener para sentirnos bien física, emocional y mentalmente. El tema es cuando todo se vuelve obsesivo, estructurado y nuestra vida comienza a girar en torno a eso solamente”, sostuvo, y explicó que, por lo general, quien se da cuenta de que se pasó ese límite es el entorno de la persona. Son los demás, familiares o amigos, los que comienzan a ver que ya no es algo saludable.

Alderette añadió que “la persona que padece este trastorno puede darse cuenta también por sí mismo, pero muchas veces piensa que lo puede controlar, que es quien maneja esas conductas, cuando, en realidad, es algo que ya se les fue de las manos y es la enfermedad quien lleva las riendas. Es estos casos hay que consultar con un profesional.

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