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Un Indiana Jones francés protege el meteorito oficialmente uruguayo

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Ludovic Ferriere

AVENTURAS

Un curador del Museo de Historia Nacional de Viena identificó oficialmente una roca espacial encontrada en Dolores y lucha para que otra sea quitada de la lista por considerarla fraudulenta

Una mezcla de Indiana Jones y Sherlock Holmes. Así se describe Ludovic Ferriere cuando habla de su trabajo. La combinación es extremadamente precisa y todo lo que se va a relatar en esta nota podría llevar el sello de Steven Spielberg.

Ludovic Ferriere nació hace 38 años en la campiña francesa. “No había contaminación lumínica en ese tiempo y lugar”, relató a El País. Eso le permitió cultivar una afición a sus 4 años: recolectar rocas –aclaró “terrestres”– al tiempo que se pasaba las noches de verano observando estrellas fugaces. “Los meteoritos estaban en la unión de estas dos pasiones”, dijo. Ahora es el curador principal de la colección de meteoritos del Museo de Historia Natural de Viena (Austria), donde se exhiben 1.100 ejemplares, entre ellos, un meteorito oficialmente uruguayo.

El vínculo entre Ferriere y Río San Salvador –nombre dado a la roca– no es solo de curador/objeto, sino que el científico fue el responsable de su ingreso a la lista de la Sociedad Meteorítica tras cuidadosos análisis y espera regresarlo a Uruguay para su exhibición. Pero el guion acaba de empezar. Ferriere tiene otra misión: expulsar de la misma lista al meteorito Baygorria, otro registrado como uruguayo debido a que piensa igual que el astrónomo Gonzalo Tancredi: es un “fraude”. Ferriere nos deja enganchados con esta frase: “Fueron unos ¡bandidos! los que afirmaron haberlo encontrado en Uruguay”.

El tercer meteorito.

El meteorito que cayó en San Carlos en 2015 todavía no fue ingresado a la lista oficial de la Sociedad Meteorítica. La pieza está bajo estudio de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

Río San Salvador: el oficial

El meteorito Río San Salvador pesa unos 820 gramos y fue encontrado por Rolando Bianchi a unos 11 kilómetros al sureste de la ciudad de Dolores, departamento de Soriano, en depósitos aluviales del río que le da su nombre. Fue en 2015. “Rolando es aficionado a los artefactos y rocas en general y pasa mucho de su tiempo libre buscando nuevas piedras”, contó Ferriere. Busca las que son extrañas por su color, forma o propiedades. Un día encontró una ligeramente más pesada que otras con un color parduzco.

Ferriere llegó a Uruguay por posibles rocas asociadas con un cráter de impacto que continúa buscando por América del Sur. Alguien le habló de Bianchi y fue a visitarlo. Allí lo vio: “Era de color marrón claro a oscuro, con una serie de fracturas abiertas”. Pesaba más que una roca normal debido al hierro y era magnético. “Un imán de heladera se adhiere a su superficie”, ilustró. Y añadió: “Cuando se corta se puede ver una red de venas llenas principalmente de óxido de hierro. Cayó hace cientos de años”.

El científico cortó un pedazo con una sierra para azulejos y se lo llevó a Viena para estudiar. Allí le realizó los análisis necesarios: petrográficos, mineralógicos y químicos para reconocer que es un meteorito y, de esta forma, caracterizarlo. Así determinó que es “una condrita moderadamente gastada, fracturada y metamorfoseada térmicamente”. Una vez que compiló todos los datos, Ferriere presentó un informe a la Sociedad Meteorítica para su designación oficial, lo que ocurrió en abril de este año.

Ludovic Ferriere
El meteorito Río San Salvador pesa unos 820 gramos y fue encontrado por Rolando Bianchi a unos 11 kilómetros al sureste de la ciudad de Dolores. Ese es solo un fragmento

El fragmento pasó a formar parte de la colección del museo vienés, la única forma, a juicio de Ferriere, para que sirva para hacer descubrimientos. “Los meteoritos nos ayudan a comprender los comienzos y la evolución de nuestro Sistema Solar, cómo se formaron los planetas y los asteroides, cómo los impactos han dado forma a nuestra Tierra. Cada meteorito trae una nueva pieza al rompecabezas”, explicó a El País. El problema es cuando caen en las manos de los “¡bandidos!”

Un científico listo para la aventura por el mundo.

“Cuando voy a una expedición, generalmente, busco cráteres de impacto, no tanto meteoritos. He confirmado, junto con colegas, cuatro de los 199 cráteres de impacto actualmente reconocidos en la Tierra. Lo más difícil en estas expediciones es encontrar los pocos miles de euros para cubrir los costos de vuelo y compañía, el resto es aventura, una mezcla de Indiana Jones y Sherlock Holmes”, dijo a El País Ludovic Ferriere, curador de meteoritos del Museo de Historia Natural de Viena.

Justo antes de la pandemia del coronavirus, Ferriere pasó cinco días en una cárcel tras ser acusado de espionaje por haber supuestamente cruzado ilegalmente la frontera entre Gabón y Congo. Fue liberado al demostrar que los mapas convencionales estaban mal.

Objeto de contrabando.

Rolando Bianchi no quiere hacer negocio con el Río San Salvador. Al igual que Ferriere, el descubridor del meteorito quiere que se exponga en un museo de su departamento. Pero existe un mercado en alza para la compraventa de rocas espaciales. “Mi opinión es que es una ¡locura!”, señaló el científico. Y añadió: “Cada vez más personas con dinero tienen tanto que no saben qué hacer con él y es casi imposible que un museo como el mío obtenga algunos meteoritos raros. Es como en el mercado del arte pero, en el caso de los meteoritos, es más problemático, ya que evita algunos descubrimientos”. Mientras que Ferriere proporciona fragmentos a científicos de todo el mundo para sus estudios sin costo, hay personas dispuestas a pagar miles de dólares por llevarse una roca a su casa y otras dispuestas a contrabandear.

Es lo que sucede con el “meteorito de Baygorria”. Así lo explicó: “Es de esperar que pronto se elimine de la lista oficial ya que he compilado un informe detallado que muestra que no se trata de un meteorito de Uruguay sino de Argentina. Fue llevado a Uruguay por dos hermanos que han afirmado que lo encontraron en Uruguay”. El “fraude” es porque científicos como Ferriere y Tancredi afirman que cayó en Campo del Cielo, en la provincia del Chaco, y no en la represa en Durazno.

Ludovic Ferriere
Una roca especial debe pasar por estudios petrográficos, mineralógicos y químicos. Foto: EFE

Baygorria es, sí, un meteorito, con un peso de 80 kilos y con una composición diferente y más inusual que Río San Salvador: es un meteorito fundamentalmente de hierro. Fue encontrado en 1994 y aprobado por la Sociedad Meteorítica dos años después a pesar de que el Instituto Max Planck de Alemania determinó que su composición era similar a las rocas de Campo del Cielo; hoy forma parte del Instituto Smithsoniano.

Otra pista para los astrónomos detectives: fue registrado por un tal “Mr. J. Escomel” con dirección en “Roque Graseras 914”. Tancredi fue a esa casa y nadie sabía de su existencia. Buscó en la guía telefónica de 1994 por cualquier nombre similar. Ni rastro. “Cada vez me cerraba más que era un invento; alguien había puesto una dirección y un nombre falso”, dijo a El País. Así que fue categórico: “Son meteoritos encontrados en Argentina, contrabandeados a Uruguay y registrados como uruguayos”. La razón de esto es que es ilegal sacar meteoritos de Argentina pero no de Uruguay, donde no hay ninguna ley específica. Campo del Cielo, hoy parque nacional, fue el escenario de una colisión hace 4.000 años.

¿Pero quiénes eran esos “bandidos”? Dos hermanos cazadores de meteoritos que aparecieron en 2005 en una feria en Arizona (EE.UU.) con una gran cantidad de rocas “de Baygorria”. Tancredi también habló con un coleccionista español que compró un meteorito de Baygorria de 600 kilos en 2014 o 2015 y por el que pagó aproximadamente 70 mil euros. “Llegué a contactarme con él. Me reconoció que sabía que era un meteorito de Campo del Cielo pero para evitar problemas lo exponía como de Baygorria”, apuntó.

Según el experto uruguayo, de vez en cuando se realizan detenciones en la frontera de gente que quiere pasar meteoritos escondidos en los vehículos.

Baygorria todavía figura en la lista oficial porque, en opinión de Ferriere, “es muy difícil” que el mismo tribunal que lo acepta “admita un error”.

De marte, de la luna y de los antepasados.

El Museo de Historia Natural de Viena posee la colección de meteoritos más antigua del mundo, así como la tercera exhibición más grande con aproximadamente 1.100 ejemplares. A Ludovic Ferriere le fue difícil elegir sus favoritos pero destacó al meteorito marciano Tissint, de casi un kilo, el meteorito lunar Galb Inal, de casi dos kilos (encontrado en Mauritania) y el meteorito Lancé, un tipo de roca rara de 47 kilos, carbonoso, que cayó el 23 de julio de 1872 en Francia, “muy cerca de donde vivían mis antepasados, por lo tanto, supongo que algunos de ellos han sido testigos de su caída”.

Identificar un meteorito no es fácil. Si cayó recientemente, está cubierto con una “corteza de fusión” de color negro. Varios meteoritos son más pesados que la mayoría de las rocas terrestres y algunos son magnéticos. Solo un experto puede lograr su identificación.

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