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En San José se arman escalas para llevarse libros prestados en forma gratuita

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BAM

LIBROS

La Biblioteca Ambulante Maragata cumplió tres años de funcionamiento con miles de ejemplares a disposición del público con la sola exigencia de un teléfono de contacto.

El escritor y profesor de literatura Pedro Peña se encontró un día con que en su biblioteca de más de mil libros había unos doscientos que ya no consultaba más. Decidió entonces prestarlos. Montó un par de mesas en la plazoleta de la cooperativa de viviendas de San José de Mayo donde vive y, sin imaginarlo, dio inicio a la Biblioteca Ambulante Maragata (BAM).

Ese primer día se acercó el periodista Diego Cabral y, casi de inmediato, la primera usuaria, la pediatra Natalia Molina. Poco a poco se les unió más gente y hoy, a tres años del comienzo de esa idea, son nueve los responsables de esta iniciativa que todos coinciden en definir como una propuesta “anárquica”.

Eso significa que, si bien al principio intentaron regirse por reglas, con el tiempo, dado que es un trabajo totalmente voluntario, la cosa fue siguiendo rumbos más espontáneos. Eso va desde no tener un calendario fijo de salidas hasta no sistematizar los préstamos.  

“Venga, lleve un libro, deje un número de teléfono de contacto y, cuando nos encuentre de vuelta en algún punto de la ciudad, lo devuelve y se lleva otro”. Esa fue la premisa con la que arrancaron y que mantienen hasta hoy en día. En el inicio, intentaron armar fichas de los libros, pero eso duró poco. Otra vez se impuso la anarquía.

El 16 de febrero de 2018, por sugerencia de dos de sus integrantes la BAM tomó el nombre de Martín Pino Clara. “Era un joven maragato que falleció en 2012. Era actor, profesor de filosofía, muy inquieto por difundir cultura. Lo pensamos, lo hablamos con los padres de Martín y les pareció bien la idea”, recordó Diego Cabral.

Ese mismo día se incorporaron a la biblioteca Adriana Clara, la madre de Martín, y el psiquiatra Maximiliano Gutiérrez, muy amigo del joven fallecido en un sonado caso de intento de rapiña. “Más que por las circunstancias del hecho, tomamos esa resolución por las actividades culturales de Martín”, aclaró Cabral.

Así funciona.

Cuando los nueve responsables de la BAM deciden que es tiempo de hacer una escala (así le llaman a cada encuentro), lo comunican en su página de Facebook o en el grupo de WhatsApp que armaron con sus seguidores (el teléfono es 099 591956).

No es necesario que los nueve estén disponibles; que haya tres o cuatro es suficiente para que media hora antes comiencen a armar todo en el lugar elegido, en el que permanecerán por dos horas recibiendo a usuarios y curiosos.

Hasta el momento todas las escalas se han hecho en la capital de San José y al aire libre, aunque están abiertos a trasladarse a otras localidades del departamento si así se lo solicitan. “Hay un lugar en particular en el que hemos estado varias veces, que es en el Centro, a una cuadra de la plaza, en la peatonal Sarandí esquina Batlle y Ordóñez. También estuvimos en otras plazas, en el Parque Rodó de San José, en una cancha de fútbol, en el mercado municipal…”, contó Cabral.

En un principio se habían fijado hacer una escala cada 15 días. Lo cumplieron en las primeras ocho, pero luego las agendas y compromisos de sus responsables no permitieron mantener esa frecuencia. La anarquía se corresponde más con una labor que es totalmente voluntaria y cuyos gastos salen de los bolsillos de sus integrantes.

Empezaron siendo tres, hoy llegan a nueve

El profesor de literatura y escritor Pedro Peña fue el impulsor de la idea. Enseguida se le sumaron el periodista Diego Cabral y la primera usuaria, la pediatra Natalia Molina. Más adelante se incorporaron Adriana Clara, funcionaria del Estado, y el psiquiatra Maximiliano Gutiérrez (madre y amigo respectivamente de Martín Pino Clara, quien da nombre a la biblioteca), la música y tallerista Ana Torterolo, la profesora de literatura Florencia Ronqui, la actriz y maquilladora Laura Arias y el publicista Eduardo Gutiérrez.

Muy variado.

Se reciben libros de todos los géneros, no hay limitantes al respecto. Suele suceder que haya libros que no sirven a los fines de la BAM. Es el caso de textos de estudio que ya han perdido vigencia o libros a los que les faltan páginas.

Por lo general, se trata de donaciones de particulares, las que les han permitido ir acumulando miles de ejemplares. Por cuestiones de logística no los llevan todos a cada escala. “Llevamos unos 400 libros cada vez, poco más, poco menos”, detalló Cabral.

Los usuarios también son muy variados, de todo tipo y edades. “Al ser una especie de intervención en el espacio público, mucha gente se acerca y dice ‘¡Ah! ¿Esto qué es?’ Entonces les contamos que básicamente prestamos libros de forma gratuita, sin mayor requisito que llevar un número telefónico”, agregó el periodista.

En estos tres años, les ha pasado que se repiten algunos usuarios. Son los que están atentos a las actividades y comunicaciones de la BAM y dicen presente en cada escala. Serán unos cinco o seis; el grueso del público es gente que pasa casualmente por el lugar.

Para 2020 todavía no hay nada programado, pero seguramente se reúnan este mes para definir las primeras escalas.

La anarquía profesada por Peña se mantiene como el principio inalterable que esta biblioteca ambulante sigue con orgullo y muy buenos resultados.

Libros de uruguayos para leer en el avión

El Aeropuerto Internacional de Carrasco instaló una biblioteca ambulante en el área de Embarque, con obras de artistas nacionales clásicos y emergentes. La propuesta, denominada Libros para volar, invita a los pasajeros a elegir un ejemplar para llevarse de forma gratuita en su viaje. Luego pueden dejarlo en el aeropuerto o país de destino para que otros viajeros disfruten de su lectura y así lograr difundir la literatura uruguaya en el mundo.
Fomentando el espíritu colaborativo y de intercambio de la iniciativa, el Aeropuerto de Carrasco propone a quienes tomen un libro, dejar uno a cambio en la biblioteca. También los invita a difundir la propuesta en las redes sociales utilizando el hashtag #LibrosParaVolar.
Actualmente hay disponibles obras de Ida Vitale, Idea Vilariño, Juana de Ibarbourou, Inés Bortagaray, Eduardo Galeano, Susana Olaondo y Mario Benedetti, entre muchos otros.

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