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Preocupa avance de la tuberculosis resistente tanto en Uruguay como en el mundo

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Aconsejan que lo primero es ir al médico internista.

SALUD

Cuando se consideraba que estaba controlada, hubo un rebrote que encendió alertas. El objetivo mundial para 2035 es acabar con la epidemia y para ello es necesario reforzar el seguimiento.

Acabar con la epidemia de tuberculosis para 2035. Esta es una de las metas de Desarrollo Sostenible (Naciones Unidas) para una enfermedad que se creía controlada, pero que en los últimos años ha mostrado un rebrote, sobre todo en los casos de tuberculosis resistente a más de una droga.

Para entender esto debemos saber que la tuberculosis se trata con cuatro drogas que se toman por vía oral durante seis meses. “Es un tratamiento prolongado porque el bacilo que la causa sigue creciendo y estando ahí”, explicó Pablo Curbelo, profesor de Neumología Grado 5 de la Universidad de la República y asesor de la Comisión Honoraria para la Lucha Antituberculosa y Enfermedades Prevalentes (CHLA-EP).

¿Qué es la tuberculosis?

Es una enfermedad infecto-contagiosa producida por una bacteria, el bacilo tuberculoso, también llamado Bacilo de Koch.

En muchos países del mundo, varios de ellos desarrollados, ha crecido la multidrogorresistencia. “En Uruguay eso no era un problema hasta hace relativamente poco, pero en los últimos tres o cuatro años están apareciendo casos”, detalló Curbelo.

El año pasado hubo seis y en 2020 han aparecido 12. Pero el especialista aclaró que en este año se dio la situación especial de un brote intrafamiliar por una paciente que no tomó la medicación, generó resistencia y contagió a cuatro personas dentro de su núcleo. “Es un número medio engañoso, pero igual exige más atención porque si se expande es un problema sanitario tremendo ya que son pacientes muy difíciles de tratar”, alertó.

Curbelo señaló que un tratamiento para la tuberculosis común cuesta en total US$ 60, mientras que para una tuberculosis extremadamente resistente el costo se eleva a US$ 15 mil.

Afecta a población joven y en edad activa

La tuberculosis sigue siendo un problema de salud pública en Uruguay, según lo expuesto por expertos en la materia en la conferencia Tuberculosis y COVID-19: Situación Actual de la Tuberculosis en Uruguay organizada por la Comisión Honoraria por la Lucha Antituberculosa y Enfermedades Prevalentes en mayo pasado. En nuestro país la enfermedad afecta mayoritariamente a la población joven y económicamente activa y predomina en zonas donde se concentran poblaciones con alta vulnerabilidad social y en grupos de riesgo específicos (situación de calle, desocupados, adictos, privados de libertad). La mortalidad y letalidad han descendido, pero aún son elevadas y existe un alto porcentaje de pérdida de seguimiento.

Diagnóstico.

En época de COVID-19 hay que tener mucho cuidado en no confundir diagnósticos ya que los síntomas son muy parecidos entre las enfermedades respiratorias: tos persistente, fiebre, sudoración importante y adelgazamiento.

“La tuberculosis suele ser una enfermedad muy solapada, muy engañosa, puede dar pocos síntomas y avanzar en forma asintomática por lo cual el diagnóstico puede ser tardío. Hay que estar muy atento; apenas un paciente tiene tos o síntomas respiratorios que no se explican por otra causa y eso persiste por más de 15 días, debe ser valorado por la posibilidad de una tuberculosis”, manifestó Curbelo.

La valoración implica un examen clínico, placa de tórax y, si hay expectoración, una baciloscopía para detectar si hay bacilos de la enfermedad. A nivel de la Facultad de Medicina y de la educación de los recursos humanos en salud, se debe insistir en realizar el interrogatorio al paciente y la baciloscopía si es asintomático.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda aumentar el testeo y tratar de llegar al 2025 con un 90% de diagnóstico bajo PCR, que es el estudio de biología molecular del que tanto escuchamos hablar gracias al coronavirus. “Es más rápido y tiene la misma o más sensibilidad que la baciloscopía que hacemos actualmente”, dijo Curbelo.

Otro problema que plantea la coexistencia con la pandemia es que, por darle prioridad a la COVID-19, muchos enfermos de tuberculosis –como de otras patologías– se están diagnosticando tarde o ni siquiera lo están haciendo.

La tuberculosis es altamente contagiosa y se transmite por las gotitas que se expulsan al toser; es decir, por vía aerógena, de persona a persona. Hay algunas formas de tuberculosis que provienen de animales, como la bovina, pero son casos infrecuentes.

La persona enferma debe permanecer en aislamiento en su casa tomando la medicación. El tratamiento, en general, hace que deje de transmitir la enfermedad entre los 15-20 días y el mes.

Debe cuidar de no contagiar a quienes viven con él, además de que se estudian sus contactos a través del interrogatorio, una placa de tórax y, si es necesario, la baciloscopía. Si el contacto está sano, igual se le indica un tratamiento profiláctico de seis meses de tan solo una medicación.

En cuanto al enfermo propiamente dicho, el tratamiento es supervisado y controlado a ojos vista por un técnico de la CHLA-EP. En este período de pandemia esa supervisión se realiza vía telefónica o conferencia virtual vía WhatsApp o el método que permita verlo tomar la medicación.

Examen pulmonar mediante placa de rayos X. Foto ilustrativa
Placa de toráx y estudio de la expectoración completan el examen diagnóstico.

Los logros de Uruguay y la BCG a estudio por COVID-19

La conferencia de la CHLA-EP en mayo identificó una serie de logros de Uruguay en relación con la tuberculosis: altas tasas de cobertura con la vacuna BCG, mayor capacidad diagnóstica en el país, aumento en la recaptación de pacientes en Pérdida de Seguimiento y avances en la descentralización del diagnóstico, prevención y tratamiento. En lo que respecta a la BCG, es mucho lo que se ha dicho sobre posible explicación de la baja tasa de contagios. La revista británica Nature publicó que un estudio de un grupo de científicos llegó a la conclusión que los países sin vacunación universal tuvieron una incidencia de COVID-19 y un número de fallecidos mayor que aquellos que incluyen la BCG en su esquema obligatorio (Uruguay no está incluido en el estudio). Según un informe de Qué Pasa del pasado 26 de julio, el MSP desconfía que el control en Uruguay se deba a la vacuna y la Facultad de Medicina inicia un ensayo clínico para analizar la eficacia de la BCG contra el virus.

Uruguay.

En los últimos años, nuestro país viene registrando un aumento de la incidencia de la tuberculosis como el resto del mundo. Eso se explica por varios factores. “Lo que más se invoca es todo el tema de la situación de calle y la población privada de libertad. El 10% de nuestros pacientes con tuberculosis son privados de libertad”, informó Curbelo.

Por sus características, la gente en situación de calle es muy difícil de localizar y, por ende, de hacer un seguimiento de su tratamiento. “Hay una tasa de abandono relativamente alta, entre 10% y 12%, lo cual genera muchos problemas. Primero, porque el paciente sigue transmitiendo la enfermedad y segundo, que no es menor, el que no cumple el tratamiento va generando resistencia a la medicación”, apuntó.

En cuanto a edades, es más grave en niños y adultos mayores o inmunodeprimidos. “En nuestro país los picos máximos de incidencia se dan alrededor de los 30-40 años. Eso es malo porque quiere decir que la enfermedad está transmitiéndose en la comunidad. Cuanto más jóvenes las poblaciones afectadas, hay más transmisión y más contagio a nivel comunitario. No es un buen indicador que tengamos gente joven con tuberculosis”, alertó.

Salvando las características propias de cada país, Uruguay también trabaja para cumplir el desafío fijado por Naciones Unidas para 2035: bajar la letalidad en un 95% y la incidencia en un 90%.

Se estima que la vacuna estará disponible en los primeros meses de 2021. Foto: AFP
Estudian si vacuna de la BCG puede estar incidiendo en menos contagios de COVID-19. Foto: AFP

Continúa siendo una epidemia mundial

En 2018, se registraron en el mundo 10 millones de casos nuevos de tuberculosis y más de un millón y medio de muertes, siendo la primera causa de muerte por agente infeccioso. Eso determina que siga siendo una epidemia a nivel mundial.
Estas cifras fueron analizadas en mayo de este año en la conferencia Tuberculosis y COVID-19: Situación actual de la tuberculosis en Uruguay, de la que participaron distintos profesionales de nuestro país.
En América, Uruguay ocupa una posición intermedia. En los últimos años se ha registrado un aumento de incidencia de casos de tuberculosis, lo que nos ha ido desplazando de lugares privilegiados. Se pasó de ser uno de los países de baja incidencia y en vías de eliminación de la enfermedad a tener una incidencia por encima del promedio de la región.
En 2019, Uruguay tuvo 1.166 casos, 30 por cada 100 mil habitantes. El 54,7% del total se registró en Montevideo.
“A nivel mundial, la tuberculosis multirresistente es una crisis de la salud pública y una amenaza para la seguridad sanitaria”, señaló Miguel Asqueta, director general de Salud del Ministerio de Salud Pública en la mencionada conferencia. El jerarca agregó que “en los últimos 20 años casi 60 millones de vida se han salvado por diagnóstico y tratamiento”.
Una de las metas de desarrollo sostenible para 2030 consiste en acabar con la epidemia mundial de tuberculosis. Los objetivos son reducir las muertes, reducir la incidencia de la enfermedad y atender el tema de los costos económicos en algunos hogares para combatir la tuberculosis. Si bien los niños enferman por millones, en el último tiempo se ha detectado un descenso de la tuberculosis pediátrica.

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