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Un trabajo para una película: buscar meteoritos en Uruguay

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En septiembre un meteorito cayó en Maldonado. Foto: Facebook Meteorito de San Carlos

ASTRONOMÍA

En pocos días partirá una misión para ubicar el posible impacto del bólido del 20 de octubre

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Amenazas con un rifle, declaraciones ante la Policía, llegar antes que los aficionados son algunos de los episodios que ocurren cuando se realiza una búsqueda de meteoritos. No es la trama de una película sino lo que le ocurre a Gonzalo Tancredi, coordinador de la Red de Detección de Bólidos del Cono Sur, cada vez que encabeza una expedición científica. Y tiene varias encima: Cebollatí en 1994, Colonia en 2005, Perú en 2007, Paysandú y Salto en 2008, San Carlos en 2015, entre otras. A estas se le sumará una nueva: en los primeros días de diciembre parte hacia un lugar que no puede precisar –para no avivar a los cazadores de meteoritos– pero que es en el área de la ciudad de Aceguá para encontrar restos del bólido que se observó el pasado 20 de octubre.

Misión exploratoria.

El astrónomo recabó decenas de testimonios y datos para armar la salida exploratoria.

“Tenemos un relevamiento de dónde se vio y dónde se escuchó. Fue un fenómeno que prácticamente se vio en todo el país porque fue reportado en Florida, Soriano y Rocha”, comentó.

Un meteoroide ingresa a la atmósfera a una velocidad superior a la velocidad del sonido (aproximadamente a 11 km/s) y produce por fricción con el aire una alta temperatura que lleva a que el material rocoso del objeto adquiera gran luminosidad (pasa a ser un meteoro); al tiempo que se genera una onda de choque que se escucha como una explosión algunos minutos después de su pasaje.

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Campaña para encontrar meteoritos. Foto: G. Tancredi

Por ejemplo, un vecino de Pirarajá, en Lavalleja, estaba tomando unos mates en la puerta de su casa orientada al norte. Vio al bólido aparecer y alejarse por lo que su explicación permitió trazar la trayectoria. El episodio ocurrió sobre las 11:40.

El científico también cuenta con imágenes satelitales proporcionadas por un satélite meteorológico dedicado al monitoreo permanente de la actividad eléctrica (“aparece como un punto luminoso y con eso tenemos una dirección bastante precisa”, dijo Tancredi), se tiene un registro sismográfico de una estación del Observatorio Geofísico del Uruguay que detectó la onda de choque de la atmósfera a la superficie; y fue también fue registrado por un sensor ultrasónico desde Paraguay.
“Lo que no tenemos es la certeza de que haya caído porque, hasta ahora, nadie ha encontrado nada”, precisó Tancredi a El País.

Por lo que hay que ir a la zona. El astrónomo y su equipo llevarán un dron para facilitar el reconocimiento del terreno. Lo que hay que identificar es una roca que sea negra. Un meteorito, si cayó recientemente, está cubierto por una “corteza de fusión” que es de ese color. También puede ser más pesada que una roca terrestre y puede ser magnético.

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Trabajos en campo. Foto: G. Tancredi

“Es mucho de encontrar una aguja en un pajar. Pero lo interesante es que hay muchas agujas en el pajar. Si encontramos una (roca), estamos casi seguros de que hay varias decenas más en la zona”, alentó el doctor en astronomía.

Cuando se encuentra un meteorito, el operativo se organiza al estilo de las películas en las que se busca a alguien desaparecido: personas separadas por dos metros “peinan” una zona delimitada. Caminan despacio y se detienen cada vez que se debe inspeccionar algo de cerca. El área puede ser muy grande. Por ejemplo, en San Carlos se realizó este tipo de maniobra por varios kilómetros cuadrados. “Allí era muy común encontrar pedacitos de goma de neumáticos o caca de oveja”, se rio Tancredi. Fue en San Carlos donde lo sacaron casi que a los tiros de una casa.

Anécdotas.

Hay otras historias dignas de la gran pantalla. En 2005 el astrónomo tuvo que intervenir ante la Fuerza Aérea porque consideraban que un meteorito que cayó en el Río de la Plata era un misil enviado por Argentina.

Dos años después viajó a Perú por un meteorito que llegó a producir un cráter de impacto. Esto sucedió en una comunidad aimara que no solo era bastante cerrada en sus costumbres sino que estaba lejos de cualquier otro pueblo. Tancredi debía dar una charla para explicar qué había pasado y la única forma de avisarle a la gente fue por señales de humo (ver foto). “También pensaron que había sido un misil que habían lanzado los chilenos porque estábamos muy cerca de la triple frontera entre Perú, Bolivia y Chile”, contó a El País.

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Señales de humo en zona de impacto. Foto: G. Tancredi

Pero la historia del meteorito Baygorria es la que tiene los condimentos para firmar un contrato con Netflix. Tancredi y otros expertos han llevado adelante una campaña para desestimarlo como meteorito encontrado en Uruguay, puesto que se afirma que cayó en Campo del Cielo, en la provincia del Chaco, y fue traído al país como contrabando.

“Argentina tiene una legislación bastante restrictiva con respecto al tráfico de meteoritos y eso hace que, por ejemplo, se traigan meteoritos argentinos de contrabando a Uruguay para sacarlos por acá”, señaló el coordinador de la Red de Detección de Bólidos del Cono Sur.

Baygorria tiene un peso de 80 kilos y es fundamentalmente de hierro. Fue registrado ante la Sociedad Meteorítica por un tal “Mr. J. Escomel” del que no se sabe nada. En 2005, dos hermanos cazadores de meteoritos aparecieron en una feria en Arizona (EE.UU.) con una gran cantidad de rocas supuestamente provenientes de la represa uruguaya. Un coleccionista español pagó unos 70 mil euros por una de estas rocas.

Respecto a los cazadores de meteoritos, Tancredi dijo: “Hay gente con intereses comerciales y nosotros tenemos un interés científico. En algunos casos hay colaboración porque de nada sirve encontrar un meteorito si no es reconocido por un estudio científico; sino es una piedra cualquiera. Pero en otros casos generan situaciones conflictivas. En San Carlos y en Perú hubo problemas legales y con la Policía. Llegaron y empezaron a ofrecer dinero y a coimear a la gente”.

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