O Globo/GDA
La hormiga bala (Paraponera clavata) es famosa por el potente dolor que provocan sus picaduras. Durante una expedición de investigación de la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul (UFMS) el biólogo Paulo Robson de Souza, de 62 años, estaba tomando fotografías de un hormiguero de la especie cuando fue alcanzado por los insectos, que le picaron en tres lugares del cuerpo.
"Tuve que arrodillarme para fotografiar su nido y había una entrada [al hormiguero] cerca de mi pierna. Me picaron en la punta de un dedo, en el antebrazo derecho y en uno de los muslos”, dijo el biólogo a Midiamax.
Al ser un lugar sensible y lleno de terminaciones nerviosas, Paulo recordó que la punta del dedo también era el lugar de mayor concentración de dolor. Además, la sensación parecía una pulsación; incluso hay quienes comparan la picadura de un insecto con un disparo de arma de fuego.
"En mi caso duró 12 horas. Fue un dolor terrible. Es un dolor que sigue pulsando, creo que tiene que ver con los latidos del corazón", detalló Paulo sobre el intenso dolor que le provocaron las picaduras.
En un informe a NatGeo, un entomólogo comparó la sensación de la picadura con la de "caminar sobre brasas con un clavo de 2 pulgadas clavado en el talón". En tupí-guaraní, la hormiga bala se llama tocandira o tocanquibira, palabra que significa 'la que duele profundamente'.
Existe un estándar científico que determina una muestra de dolor causado por lesiones de insectos en el mundo, la Escala Schmidt, que va de 0 (sin dolor) a 4 (más doloroso), desarrollada por el estadounidense Justin O. Schmidt. En este estándar, la hormiga bala registra una 'puntuación' de 4+, es decir, superior a la de la picadura más fuerte entre los insectos.
El dolor se produce debido a una neurotoxina producida por la hormiga, que tiene acciones paralizantes, además de dolor local extremo, retención de líquidos, edema, expulsión de sangre con las heces y aumento del ritmo cardíaco.
Se utiliza insecto en ritual indígena
La tocandira es la misma hormiga utilizada por la etnia Sateré-Mawé, en Amazonas, en un ritual que marca el paso de la adolescencia a la edad adulta de los hombres. El rito está marcado por la introducción de hormigas bala en un guante que será utilizado por el niño para adquirir resistencia al dolor.
“Ellos [los indígenas] juntan decenas de hormigas, las meten en una bolsa de paja y el adolescente mete la mano en ellas. En este caso creo que el dolor debería durar 24 horas porque hay muchas hormigas”, explicó el biólogo.