El castillo desconocido de Paysandú es Monumento Histórico Nacional

El castillo Morató, ubicado en Paysandú, abre sus puertas al público. Foto: Difusión.

PATRIMONIO

Toda la Estancia Buen Retiro en el municipio de Guichón fue declarada este lunes Monumento Histórico Nacional

"Un castillo en medio de la nada”. Esa es la versión más resumida que dio Alfredo Morató, cuarta generación de los propietarios de esta construcción que desde el lunes es Monumento Histórico Nacional (MHN). Pero no es solo eso: el castillo de estilo ecléctico, de fusión clásico y renacentista tardío, es solo parte de la declaratoria: también lo es toda la Estancia Buen Retiro y un total de 3.175 hectáreas en el Paraje Tres Árboles del departamento de Paysandú. Un lugar que hasta hace un año era totalmente desconocido para los uruguayos.

La familia Morató se hizo cargo de la estancia en 1889 tras la compra de Francisco León Barreto. Su yerno, Ovidio Morató, fue quien culminó las obras en 1916, al agregar en el perímetro de la casa principal un jardín con empedrado portugués.

El castillo Morató, ubicado en Paysandú, abre sus puertas al público. Foto: Difusión.
El castillo Morató, ubicado en Paysandú, abre sus puertas al público. Foto: Difusión.

Pero si bien los Morató entraron en escena en ese momento de la historia, todo comenzó mucho antes, allá por 1796. Se demostró que fue una de los primeros establecimientos jesuitas en la zona. Estos construyeron los grandes muros de piedra y una casa que sigue en pie y que, tras ser analizada, su construcción y sus medidas corresponden a lo que se estilaba para las capillas dentro de las estancias. El uso de las piedras como material constructivo las diferenciaba de las viviendas de cañas, adobe y pajonales donde vivían los indígenas. Hay un antiguo túnel con una entrada que, se dice, conduce hasta la costa del río Queguay Grande, donde solían ir a pescar.

El director de Turismo de la Intendencia de Paysandú, José Manuel Galván, dijo a El País: “Hoy tenemos una joya importante reconocida como MHN que le da otra jerarquía al departamento para desarrollar otros productos turísticos”.

Para ser un lugar casi desconocido y en medio del campo, desde su apertura al público se han acercado unas 600 personas durante los meses de pandemia. La apuesta es a potenciar el destino en conjunto con otros puntos del departamento.

El Castillo Morató puede ser visitado como parte de un recorrido que parte de la zona de alojamiento de las termas de Almirón, las únicas de aguas saladas. En los próximos meses, este complejo inaugurará una nueva piscina, la primera en ser construida en 20 años.

Más tarde, la propiedad de estos campos pasó a otras manos: primero a antiguos militares de la colonia española que fueron expulsados; luego a los herederos del industrial y legislador Francisco Aguilar y luego al primer presidente de la república, Brigadier General Fructuoso Rivera en enero de 1835. Morató contó esta parte de la historia: “Vendió los campos en 1850 por necesidades económicas cuando estaba prisionero en Brasil”.

Pero Ovidio Morató hizo el resto: los galpones para la esquila, la casa del capataz, una pulpería, la casa del contratista, la casa del quintero, la casa del personal. Para su suegro, Francisco, era la “casa de sus sueños” con la que no pretendía hacer ninguna ostentación, solo darles un lugar cómodo a su familia y a sus trabajadores. Y más: en la declaratoria de MHN también se incluye que el establecimiento ganadero fue un ejemplo de vanguardia por su sistema de producción integrado y por la calidad de materiales utilizados (se conserva una línea de alambrado de 1980), que los eucaliptos plantados fueron los primeros en el país (y fueron un homenaje a los 100 años de la Batalla de Tacuarembó) y que, por si faltaba algún agregado histórico más del siglo XX, la estancia fue una gran proveedora del Frigorífico Anglo durante la segunda guerra mundial y exportadora de quesos tipo Chubut para consumo en los buques de la Royal Mail Steam Packet Company (llamada Mala Real Inglesa en España).

El castillo Morató, ubicado en Paysandú, abre sus puertas al público. Foto: Difusión.
El castillo Morató, ubicado en Paysandú, abre sus puertas al público. Foto: Difusión.

“Hay un lugar que llamamos el Valle de la Libertad que es un potrero; de ahí se extraía el ganado para mandar al frigorífico. Ayudamos a salvar muchas vidas con esos alimentos”, acotó Morató en diálogo con El País.

¿Algún otro detalle? Los caballos de la firma Barreto & Morató, como sigue existiendo, fueron muy cotizados para el deporte, paseo o tiro por haber sido criados en terrenos pedregosos para su fortalecimiento.

Morató añadió: “Todo lo que hay se fue construyendo a lo largo de 350 años. La corona es el castillo en este sitio tan especial y tan energético”.

Lo último se refiere a que la ubicación de las postas de los indígenas y de los jesuitas respondía a ciertas cuestiones de espiritualidad, acceso a agua y defensa. El castillo en sí mismo está en un cerro chato desde donde se visualiza todo el alrededor y la costa del río Queguay.

El objetivo de la familia Morató es que la estancia y castillo queden formalmente integrados a los circuitos turísticos del municipio de Guichón en diferentes productos: ruta jesuita, ruta de la lana y ruta patrimonial. El propietario sueña con recorridos en ferrocarril “y hacer una gran movida en el norte del río Negro”.

El castillo Morató está abierto al público del verano de 2021 pero es imprescindible reservar con anticipación. Toda la información está disponible en castillomorato.com.

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