PASEOS

En menos de un mes termina el invierno en el hemisferio sur y con la llegada de la nueva estación se van despidiendo los días más fríos del año, por lo que las salidas al aire libre suelen formar parte de los planes, ya sea para las vacaciones de primavera o para aprovechar los fines de semana, en familia o con amigos, y por qué no también para pasar un rato con uno mismo, acompañado de un buen libro o música.

Montevideo tiene muchos rincones verdes ideales para hacerlo y son espacios que muchas veces esconden historias y curiosidades que es bueno conocer a la hora de visitarlos, ya sea por primera vez o no, pero esta vez con “ojos de turista”, o simplemente con un poco de curiosidad.

En esta nota compartimos algunos de esos lugares, varios de ellos clásicos para paseos primaverales, pero con el agregado de alguna anécdota.

El Parque Rodó es un clásico, ya sea en la parte de los juegos para ir con los más pequeños de la familia o al espacio verde con sus más de 40 hectáreas de extensión.

Pero, ¿sabías que el actual no es su nombre original? El hoy conocido como Parque Rodó en un principio se llamaba Parque Urbano. Los trabajos preliminares para la conformación del mismo se iniciaron entre 1900 y 1902. Entre 1903 y 1904 se construyó un lago artificial, con puentes, la avenida central, el castillo sobre el lago, la vaquería para en ese momento el expendio de leche fresca y la plaza de juegos.

Recién hacia 1912 la intendencia autorizó la implantación de juegos, servicio de ponies y locales para la venta de comestibles y golosinas.

Este espacio funciona en el predio en el que históricamente estuvo el Zoológico Municipal de Villa Dolores y el Planetario.

Un primer dato que todo quien visite este lugar debe tener presente es que se trata del primer parque inclusivo de Montevideo con accesibilidad universal abierto a todo público.

El parque propicia aspectos de socialización, inclusión y aprendizaje a través de actividades y experiencias diseñadas para estimular la curiosidad, la imaginación y la creatividad.

Es un espacio abierto a todo público, donde los niños, sin importar las capacidades que tengan, pueden jugar, encontrarse y divertirse en un entorno seguro, ya que está todo adaptado para que los pequeños puedan tener la mayor independencia posible en su uso.

Ubicado en El Prado, también es un clásico paseo, que detrás de todos los colores que ofrece a lo largo del año, los verdes intensos de los meses más calurosos y los ocres y anaranjados en los más fríos, también tiene datos curiosos que tantas veces quedan desapercibidos.

Por ejemplo, en este espacio hay nada menos que cerca de 1.500 especies de árboles de todos los continentes.

Este parque fue creado en 1902 y diseñado por el arquitecto y paisajista Carlos Racine y es uno de los mayores espacios verdes de la ciudad.

En la época en que se creó fue un zoológico totalmente innovador, ya que desde sus orígenes tuvo el objetivo de tener especies de todas partes del mundo.

La ejecución de este proyecto se realizó entre 1946 y 1949 por el arquitecto Mario Paysée y al día de hoy efectivamente es un centro de ayuda a la conservación de la biodiversidad, tanto a nivel nacional como internacional.

¿Por qué se llama así? Porque el empresario y político uruguayo Francisco Lecocq (1790-1882) era el dueño de esas tierras. El parque tiene una extensión de 150 hectáreas, con zonas de pradera, bosque y superficies de agua.

Alberga a más de 500 animales, entre los que hay 33 especies diferentes de mamíferos, aves y reptiles tanto autóctonos como exóticos. Este lugar también es considerado uno de los sitios de avistamiento de aves más importante del país, registrándose la presencia de más de 100 especies.